Tenemos un gran problema. El número de adultos y niños que sufre sobrepeso crece año a año. Tanto, que desde 1975 la cifra se ha triplicado en todo el planeta, tal y como reconoce la propia Organización Mundial de la Salud (OMS). Esta grave situación ha llevado a las administraciones públicas a diseñar una serie de planes para reducir estos datos. En España tenemos la Estrategia NAOS (Estrategia para la Nutrición, Actividad Física y Prevención de la Obesidad). La analizamos con la ayuda de varios expertos.
El exceso de peso forma parte de la vida de unos 1.900 millones de personas adultas, cerca del 39 % de la población mundial. De ellas, más de 650 millones son obesas. La cifra se ha triplicado desde 1975, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
En España, los registros no resultan mucho más optimistas. Se estima que el 39,3 % de los adultos españoles de entre 25 y 64 años tiene sobrepeso, mientras que el 21,6 % padece obesidad. Destaca también la diferencia entre sexos: mientras el exceso de peso afecta al 32,1 % de las mujeres, el 46,1% de los hombres de nuestro país lo padece, según recoge el Estudio ENPE (Estudio Nutricional y de Hábitos Alimentarios de la Población Española), impulsado por la Fundación EROSKI.
Estas cifras ilustran un serio problema: tras esos kilos de más se esconden numerosas enfermedades crónicas, como problemas cardiovasculares, diabetes tipo 2 o algunos tipos de cáncer. Tal es su incidencia que la OMS estima en 2,8 millones el número de muertes anuales en el mundo a causa de la obesidad o el sobrepeso.
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¿La obesidad se puede prevenir?
A pesar de una previsión de futuro poco esperanzadora, la buena noticia es que se trata de un problema que se puede prevenir. En 2005, organismos sanitarios internacionales comenzaron a desarrollar propuestas políticas para crear entornos más saludables. Su implantación en España se tradujo en la Estrategia NAOS (Estrategia para la Nutrición, Actividad Física y Prevención de la Obesidad), dependiente del Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social. Para prevenir el sobrepeso y la obesidad, la iniciativa facilita opciones de una alimentación variada y equilibrada a la vez que promueve la práctica de actividad física.
El acceso a una información adecuada es clave también para ayudar al consumidor a tomar decisiones y estilos de vida más saludables, insisten desde el Ministerio. Para lograrlo, esta estrategia fomenta la colaboración de todos los agentes implicados, desde el sector público hasta el privado, donde se cuenta con la participación de la industria de alimentos y bebidas o los sectores de la restauración. Con el fin de monitorizar si funciona de modo correcto, se cuenta desde 2013 con el Observatorio de la Nutrición y de Estudio de la Obesidad, un sistema de seguimiento y de evaluación de la eficacia de las actuaciones.
Desde la Academia Española de Nutrición y Dietética, el nutricionista Manuel Moñino valora esta estrategia: “Los objetivos, las acciones, las actividades y los indicadores están bien planteados, pero es necesario dar un paso más en la línea de la regulación y armonización de estrategias por parte de las autonomías”. Como ejemplo, Moniño hace referencia a las recomendaciones para comedores escolares: “Son muy diferentes entre regiones, ya que, por ejemplo, en unas se admiten edulcorantes y en otras se prohíben”. Además, según este experto, las campañas enmarcadas en esta estrategia “son de gran interés, pero deberían ser adoptadas o adaptadas en todas las comunidades autónomas”.
Entre otros ámbitos de mejora, Moñino menciona también el Observatorio de la Obesidad, una buena herramienta que, en su opinión, necesita actualizarse. “Hoy se muestran los datos de la Encuesta Nacional de Salud de 2014, cuando los de la de 2017 llevan dos años disponibles”, lamenta.
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La población más vulnerable: los niños
La OMS sitúa la obesidad infantil como uno de los problemas más graves del siglo XXI. A edades tempranas, los números son alarmantes. Según estimaciones de este organismo en 2016, 41 millones de niños menores de cinco años tenían sobrepeso o eran obesos. En España, más de un tercio de los niños y adolescentes (34,9 %) sufre sobrepeso u obesidad, advierte el último ‘Estudio Pasos’ de la Fundación Gasol.
Los niños con sobrepeso tienen muchas probabilidades de convertirse en adultos obesos y de sufrir a edades más tempranas enfermedades asociadas. Pero, ¿cuáles son las causas de este grave problema? Para Miguel Ángel Royo-Bordonada, jefe del Área de Estudios de la Escuela Nacional de Sanidad del Instituto de Salud Carlos III, mucha culpa reside en la disponibilidad de productos procesados o ultraprocesados altamente energéticos, a los que podemos acceder en cualquier momento a precios asequibles; y las potentes campañas de publicidad. Se trata, por tanto, de dos factores fácilmente aplicables en niños. Además, está comprobado que el entorno influye mucho en la alimentación de las personas. “Los menores son muy vulnerables por su falta de capacidad crítica”, advierte Royo-Bordonada. “Hasta los 6-7 años no saben distinguir lo que es publicidad de lo que no, y hasta los 12-13 años no son capaces de darse cuenta de su fin persuasivo”, añade.
No solo son más susceptibles que los adultos a la publicidad, sino que sus hábitos de vida favorecen su exposición a ella: los niños españoles ven una media de 2 horas y media diarias de televisión, lo que supone que, durante este periodo, un menor de entre 4 y 12 años asiste a unos 54 anuncios, según el Ministerio de Sanidad. Por tanto, parece claro que uno de los frentes en los que luchar es la publicidad.
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Así se controlan los anuncios
Dentro de la Estrategia NAOS se incluye una herramienta para controlar cómo se promocionan los alimentos poco saludables: el Código de corregulación de la publicidad de alimentos y bebidas dirigida a menores (PAOS) establece un conjunto de normas éticas, de adopción voluntaria, para mejorar la calidad y el contenido de los anuncios de alimentos y bebidas dirigidos a niños. Entre los compromisos se encuentran la implantación de información nutricional que sea comprensible o la regulación de la publicidad de productos alimentarios para menores de 12 años. Tras una década de vida, el balance que hace el Ministerio es positivo: “Se ha mejorado objetivamente la calidad y la presión de este tipo de anuncios”.
A pesar de las buenas intenciones, los expertos identifican fallos en esta herramienta. “Hoy podemos ver en horario infantil anuncios de alimentos y bebidas cuyo consumo habitual se asocia a la obesidad”, asegura Moñino. A su juicio, el Código PAOS debería ser obligatorio para todas las empresas que anuncian este tipo de productos.
Coincide con este planteamiento el investigador Royo-Bordonada, que lo considera “insuficiente y con un déficit de diseño”. Para el experto, lo más importante es regular que los productos que se publicitan dirigidos a menores tengan una calidad nutricional aceptable. “Esto ni siquiera lo contempla, así que de partida nació defectuoso e inservible para lo que pretendía”, matiza.
Es decir, el Código PAOS no diferencia entre productos más o menos sanos, sino que propone unas normas éticas, como no aprovecharse de la inocencia o la credibilidad de los menores o no usar personajes famosos. “Estos aspectos ya estaban regulados en su mayoría y hemos comprobado en varias investigaciones que no se cumplen”, explica Royo-Bordonada. Tanto es así que “un 65 % de los anuncios incumplen una o más normas del Código PAOS”, asegura. “Pero es que, aunque se cumpliesen, seguirían sin servir, porque la inmensa mayoría de publicidad dirigida a menores está protagonizada por productos poco saludables: dos de cada tres anuncios en las cadenas generalistas y el 100 % en las cadenas infantiles”. Estos incumplimientos, a juicio de Francisco José Ojuelos, abogado experto en Derecho Alimentario, son masivos, pero no así sus sanciones, “muy escasas y siempre por la cuantía mínima”.