Entre el 11% y el 38% de las mujeres experimentan, en mayor o menor grado, estreñimiento durante el embarazo. Así, de forma aproximada, se puede considerar que una de cada cuatro gestantes padece estreñimiento. Es una cifra superior a la observada en la población general. El presente artículo detalla las razones de esta diferencia, pero también incide en que es importante definir bien cuándo existe estreñimiento, para evitar tratamientos innecesarios. Asimismo, aporta consejos para aliviar esta condición una vez está instaurada; entre ellos, incrementar el consumo de fibra dietética.
Qué es y qué no es estreñimiento
Como en todas las patologías, es importante realizar un buen diagnóstico del estreñimiento, porque ello evitará preocupaciones, visitas médicas innecesarias y tratamientos injustificados. Sin embargo, no es fácil definir cuándo existe estreñimiento, dado que síntomas que para alguien pueden pasar desapercibidos resultarán intolerables en otros individuos. Muchas personas piensan que padecen estreñimiento cuando presentan dificultades para evacuar las heces, cuando estas tienen una consistencia dura o si se producen calambres abdominales al defecar.
El diagnóstico médico de estreñimiento (que debe excluir desórdenes como hipotiroidismo u obstrucciones intestinales, entre otros) se establece cuando se presentan, por lo menos, dos de los siguientes síntomas, durante al menos una cuarta parte de las defecaciones:
- heces grumosas, duras o que requieren un gran esfuerzo para evacuarlas.
- sensación de evacuación incompleta.
- impresión de obstrucción en el ano o en el recto.
- necesidad de maniobras manuales para facilitar la defecación.
- menos de tres defecaciones a la semana.
¿Por qué hay más riesgo de estreñimiento en el embarazo?
Diversos motivos justifican la mayor frecuencia de estreñimiento en el embarazo. Por una parte, el útero aumenta su volumen y ejerce una presión sobre el intestino grueso que dificulta la movilidad intestinal. Por otra parte, existe una mayor absorción de agua en el intestino. Además, los movimientos intestinales se reducen durante la gestación. Los expertos consideran que esta disminución responde, entre otros motivos, a un intento por parte del organismo de aprovechar mejor los nutrientes ingeridos y compensar así el aumento de las necesidades nutricionales. Asimismo, numerosas embarazadas reciben suplementos de hierro que, en algunos casos, pueden contribuir a agravar el cuadro.
Estreñimiento: consejos para abordarlo
Como el estreñimiento, además de ser molesto, puede derivar en problemas como hemorroides o fisuras anales, vale la pena hacer lo posible para evitar su aparición. Según el Instituto Nacional de Diabetes y Enfermedades Digestivas y Renales de Estados Unidos (NIDDK), conviene evitar la automedicación y el sedentarismo, seguir una dieta saludable y no retrasar el momento de acudir al baño cuando se presenta la urgencia por defecar.
En cuanto al tratamiento, una revisión de la Asociación Americana de Gastroenterología (AAG), publicada en Gastroenterology en enero de 2013, hizo hincapié en la importancia de la fibra dietética para abordar el estreñimiento. Así, no extraña que diversos autores consideren que la «primera línea terapéutica» que hay que seguir en el estreñimiento no debería estar formada por fármacos, sino por alimentos. Aumentar el consumo de fibra dietética en la alimentación de una mujer (embarazada o no embarazada) pasa por:
- sustituir los cereales refinados (pan blanco, pasta blanca, harinas refinadas, arroz blanco) por integrales.
- incrementar el número de veces a la semana que se comen platos basados en legumbres (lentejas, garbanzos, judías).
- consumir más frutos secos (mejor si no tienen sal añadida).
- tomar un mínimo de cinco raciones de frutas y hortalizas cada día.
- disminuir la ingesta de alimentos superfluos.
El NIDDK añade que es desaconsejable consumir grandes cantidades de quesos o cárnicos, dado su bajo aporte de fibra.
Por último, según se lee en la revisión ‘Tratar el estreñimiento en el embarazo‘ -coordinada en 2012 por la doctora Magan Trottier-, el incremento en la ingesta de fibra dietética debe acompañarse de un aumento en la cantidad de ejercicio físico y de un mayor consumo de agua. Si los anteriores consejos no funcionan, se valorará el uso de suplementos de fibra -que conviene que paute un dietista-nutricionista- o de determinados fármacos, que debe prescribir un médico tras sopesar riesgos y beneficios.