Ciertos alimentos gozan de gran popularidad por sus supuestas (e inexistentes) propiedades desintoxicantes. Algunos, como la remolacha, son muy cotidianos. En cambio, otros son más exóticos, como ciertos tipos de algas. Pero, en todos los casos, su consumo descontrolado puede tener graves consecuencias para la salud, como advierte la dietista-nutricionista Beatriz Robles. Lo detallamos.
Remolacha
Si se toma en abundancia en forma de zumos o batidos verdes puede suponer un exceso de oxalatos en la dieta. La Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) indica que una ingesta superior a 180 mg de oxalatos aumenta el riesgo de formación de cálculos renales. En niños pequeños conviene limitar el consumo de remolacha, según recomienda la Asociación Española de Pediatría (AEP).
Té verde
Como bebida, el té verde es seguro –aunque no hay que olvidar que contiene cafeína– si no se consume más de 400 mg al día en adultos. Sin embargo, en forma de extracto, y siempre que se ingiera una cantidad superior a 800 mg diarios, pueden causar daños en el hígado. Estos extractos también pueden presentar interacciones con medicamentos utilizados en el tratamiento de problemas cardiovasculares.
Alga kombu
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Las algas pueden ser portadoras de sustancias peligrosas, como metales pesados, norovirus o toxinas. Además, tal y como ha advertido la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN), la variedad kombu contiene gran cantidad de yodo, por lo que se desaconseja su consumo en mujeres embarazadas o en periodo de lactancia, población infantil y personas con problemas tiroideos.
Alga hiziki
La AESAN también tiene recomendaciones específicas para el consumo del alga hiziki por su contenido en arsénico. Debe evitarse siempre que sea posible, eligiendo tipos alternativos de algas marinas, como la nori, y debe prestarse atención a la composición de los alimentos envasados leyendo sus etiquetas para verificar que no lleva hiziki.
Setas shiitake
Estas setas contienen lentinan, un azúcar que se inactiva con el calor. Si se toman crudas o poco cocinadas pueden producir dermatitis –muy característica por la presencia de ronchas diseminadas por todo el cuerpo y picor– que puede durar entre 3 y 21 días.