Es esencial que la mujer embarazada lleve a cabo una dieta sana, variada y equilibrada que garantice el aporte de la cantidad adecuada de todos los nutrientes y de la energía necesaria para cubrir sus necesidades y para que el feto y la placenta se puedan desarrollar normalmente.
Funciones de las proteínas
Las proteínas son un nutriente, que junto con los hidratos de carbono y las grasas, completan el grupo de los macronutrientes. Todos ellos aportan energía, si bien es importante tener en cuenta que la principal función de las proteínas no es energética sino estructural, es decir, contribuyen a la formación, desarrollo y renovación de todos los órganos y sistemas del organismo, y además desempeñan un gran número de funciones en las células de todos los seres vivos.
Las proteínas forman parte de los músculos, tendones, piel y uñas. Además participan en la asimilación de diferentes nutrientes y en el transporte de oxígeno, grasas, hormonas…
Las proteínas son también elementos que definen la identidad de cada persona, ya que son la base del ADN, y desempeñan un importante papel en el sistema inmunitario.
Necesidades de proteínas
El cuerpo humano se estima que necesita de 0,8 a 1,2 g de proteína por kilo de peso y día. Esto supone por ejemplo, que una mujer de 60 kilos de peso, tendría unas necesidades aproximadas de 48 a 72 g de proteína al día. No obstante, el embarazo y la gestación son situaciones fisiológicas que presentan un aumento de las necesidades nutricionales, incluidas las de proteínas. Esto se debe principalmente a que las proteínas van a aportar los aminoácidos necesarios para el desarrollo del feto y de la placenta, así como para el aumento del tamaño del útero, de los pechos y del volumen de sangre. En el caso del embarazo, los requerimientos proteicos aumentan especialmente durante la segunda mitad del mismo, periodo en el que es necesario que la mujer embarazada consuma 6 g extras de proteína al día. Durante la lactancia los requerimientos nutricionales de la madre también se ven incrementados y concretamente en el caso de las proteínas, durante los seis primeros meses de lactación, las necesidades aumentan en 15 g extras al día, mientras que a partir del sexto mes de lactación, estas necesidades disminuyen hasta los 12 g de proteína diarios.
Consecuencias del exceso de proteínas
Pese a que se requiere un consumo extraordinario de alimentos ricos en proteínas durante el embarazo y la lactancia, dado que los requerimientos de estos nutrientes están aumentados, el exceso de este nutriente puede tener consecuencias negativas para la salud de la futura madre. Un exceso de proteínas en la dieta puede afectar a la absorción del calcio debido a que las proteínas contienen fósforo, un mineral que compite con el calcio disminuyendo la absorción de éste. Esto significa que un exceso de proteínas en la dieta durante el embarazo puede conducir a una desmineralización ósea que vuelve frágil al hueso favoreciendo el riesgo de fracturas en la madre, o provocar la aparición de problemas en la formación de los huesos del feto y posteriormente de los dientes del recién nacido.
También hay que considerar, tal y como demuestran los últimos estudios nacionales sobre hábitos alimentarios, que la mayor parte de las proteínas presentes en la alimentación son de origen animal (carnes, pescados, huevos, lácteos). Un consumo excesivo de estos alimentos puede ir asociado a un aporte extra de grasas saturadas en la dieta, ya que normalmente los alimentos animales ricos en proteínas contienen cantidades importantes de grasas saturadas, cuyo exceso tienden a aumentar el nivel de colesterol sanguíneo.
Las proteínas están presentes en diferentes alimentos tanto animales como vegetales. Dentro de las fuentes alimentarias de origen animal se encuentran la carne, el pescado, los huevos y la leche y derivados lácteos. Las proteínas de estos alimentos se denominan proteínas completas ya que contienen todos los aminoácidos esenciales, sustancias que el organismo no puede sintetizar y requiere para formar las proteínas humanas. Las legumbres, los cereales y los frutos secos también aportan proteínas, si bien estas son incompletas en cuanto a su contenido en aminoácidos esenciales. Para obtener proteínas vegetales que tengan un valor biológico tan alto como las de origen animal, es necesario mezclar estos vegetales con cereales, como por ejemplo el arroz con las lentejas.