¿Existe una dieta para curar el cáncer?

Una dieta saludable puede ayudar a prevenir el cáncer, pero en ningún caso puede curarlo
Por Julio Basulto 13 de agosto de 2013
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Una alimentación saludable puede prevenir muchas enfermedades crónicas, incluido el cáncer, pero, en el caso de este último, no es capaz de curarlo. Esto es clave: prevenir y curar no es lo mismo. Para entenderlo, basta una analogía: aunque podemos prevenir el mal olor corporal con un desodorante, para “tratarlo” recurrimos a una ducha con jabón. Y en el caso de la salud es igual: así como la caries dental se puede prevenir con una correcta selección de alimentos, aunque solo se cura en el sillón del dentista, el cáncer se puede prevenir con una dieta sana, pero la manera de curarlo es con la ayuda de un oncólogo. ¿Por qué es importante resaltar esta diferencia? Porque hoy todavía hay falsos gurús, que diseminan la errónea creencia de que una dieta puede curar el cáncer, y personas de buena fe que, en su afán por curarse, les creen. El siguiente artículo explica por qué la dieta no hace milagros y cuáles son los seis principales riesgos de creer en ellos para hacer frente a una enfermedad de gran envergadura como el cáncer.

Curar el cáncer: la dieta no hace magia ni milagros

Una buena dieta puede aportar innumerables beneficios para la salud, pero no es una «piedra filosofal»: no convierte metales en oro ni permite sanar cualquier enfermedad. No obstante, en la actualidad abundan los falsos gurús, las publicaciones, las páginas web o los folletos que sostienen lo contrario, sin fundamento científico alguno, con el peligro que ello conlleva.

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Imagen: CONSUMER EROSKI

Las personas con cáncer harán lo que sea para combatir la enfermedad, algo del todo lógico. Y hay quien se aprovechará de la vulnerabilidad de estos pacientes, para hacerles creer que la alimentación es importante para la salud hasta el punto de ser capaz de revertir su dolencia, tal y como explica el periodista Luis Alfonso Gámez.

En este sentido, un estudio desvela que las «terapias dietéticas» figuran entre los tratamientos alternativos más utilizados por los enfermos de cáncer. También está entre los más recomendados por la llamada «medicina alternativa». En otra investigación, el 90% de las tiendas de alimentación saludable aconsejó terapias alternativas para el cáncer de mama; el 50% propuso vitaminas antioxidantes y selenio; y el 25% sugirió una combinación de hierbas chinas.

Ni la alimentación ni las terapias alternativas son útiles para curar el cáncer o lograr su remisión

Sea como fuere, de entre los tratamientos para curar el cáncer que recomienda cualquier entidad médica reputada, no se incluye en absoluto la alimentación. Desde Estados Unidos, el Centro Nacional de Medicina Complementaria y Alternativa (NCCAM), una de las máximas autoridades científicas en el campo de los enfoques alternativos de las enfermedades, indica que ninguna de las terapias alternativas es útil para curar el cáncer o lograr su remisión. Eso incluye, según el NCCAM, a los «productos naturales», las «plantas medicinales», los suplementos dietéticos, y también a la acupuntura, el masaje o el yoga.

Pero no hace falta ir a América: en España, la prestigiosa Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) considera que la eficacia de los tratamientos alternativos no está demostrada e insiste en que «el hecho de que en muchas ocasiones se emplee el término ‘natural’ para describir productos o terapias complementarias y alternativas no significa que sean inocuas, es decir, que no hagan daño», una postura que comparte con el National Cancer Institute de Estados Unidos.

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Imagen: CONSUMER EROSKI

La AECC cita como ejemplo los productos de herboristería o suplementos dietéticos, que pueden interactuar con los medicamentos que tratan el cáncer, además de generar efectos negativos para la salud. De hecho, analiza algunos productos, como la adelfa (laurel de flor), una serie de cepas bacterianas, el cartílago de tiburón, el noni, la miel, el té con canela, el propóleo, la caléndula e incluso el veneno del escorpión azul del Caribe. Su conclusión con respecto a dichas sustancias es siempre la misma: no son útiles ni recomendables. El Instituto Americano para la Investigación del Cáncer (AICR), uno de los más acreditados del mundo, llega a desaconsejar de forma explícita cualquier suplemento dietético para proteger del cáncer.

En cualquier caso, además de productos o sustancias como equinácea, lino, jenjibre o cardo mariano (ineficaces para curar esta enfermedad), hoy es fácil dar con libros, páginas webs o «terapeutas alternativos» que aseguran que una dieta determinada puede frenar o incluso revertir un tumor ya instaurado. Ninguna evidencia científica creíble sustenta dicha hipótesis, haga referencia a una dieta macrobiótica, a una dieta vegetariana o a una dieta «ecológica», tal y como justifica el AICR en su página web. No extraña, por tanto, que la AECC se posicione «en contra» de la prescripción de cualquier práctica (como es el caso de una «dieta») que se publicite como tratamiento para el cáncer sin contar con evidencia científica que lo sustente y la aprobación de los órganos competentes del Ministerio de Sanidad. Y si lo hace, es porque dicha práctica no está exenta de riesgos.

Seis riesgos de creer que la alimentación cura el cáncer

Dar falsas y entusiastas esperanzas de curación a quien está sufriendo una gran carga emocional, como es el caso de un paciente con cáncer, es, además de antiético, contraproducente. Algunos de los posibles riesgos que sostienen la idea de que tratamiento del cáncer debe quedar en manos del oncólogo son los siguientes:

  1. Rechazar o postergar un tratamiento eficaz para el cáncer. Se produce, en muchas ocasiones, debido al miedo a los efectos secundarios que genera el tratamiento de esta enfermedad. No tiene sentido demorar una terapia que puede suponer la diferencia entre vivir o morir para aferrarse a una dieta que de ninguna manera curará el cáncer. La AECC se declara en contra «de los practicantes de medicina alternativa no probada científicamente que induzcan a los enfermos de cáncer a abandonar el tratamiento oncológico convencional sí probado por la ciencia».
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    Imagen: CONSUMER EROSKI

    Generar una falsa sensación de seguridad. Cuando alguien cree que ciertos alimentos o complementos alimenticios son capaces de curar un cáncer, es posible que ello genere una cierta indulgencia con respecto a sus hábitos de salud. En una investigación se observó que tomar suplementos dietéticos se asocia a un incremento en el tabaquismo, debido a la errónea creencia de que tales suplementos protegen del cáncer.

  3. Fomentar un descrédito de la medicina tradicional. Muchos terapeutas alternativos aseguran que sus propuestas son más eficaces para curar el cáncer que las aconsejadas por los oncólogos. Nada más lejos de la realidad.

  4. Generar efectos adversos. Los consejos irresponsables en lo tocante a la salud (vengan en libros, páginas web, periódicos o en boca de un charlatán) no son un simple entretenimiento: pueden dañar a la salud. Por un lado, un análisis de los libros que promueven tratamientos alternativos para las enfermedades concluyó que pueden poner en riesgo la salud del lector. Por otro lado, los suplementos a base de plantas, muy utilizados como complemento de la «dieta curativa», pueden causar efectos adversos hepáticos, cardiovasculares o relacionados con el cáncer a causa de sus ingredientes o de un contaminante. Los productos dietéticos pueden incluso estar adulterados con sustancias peligrosas, según la Facultad de Medicina de Harvard.

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    Imagen: CONSUMER EROSKI

    Interacciones indeseadas. La medicación anticancerosa puede interaccionar con los suplementos dietéticos, los complementos alimenticios o las «plantas medicinales» que suele incluir la «dieta» y ello puede tener consecuencias nefastas, según detallaron dos revisiones sistemáticas de la literatura publicadas en 2009 y 2012.

  6. Promover dietas desequilibradas. Si bien una buena dieta no cura el cáncer, una mala alimentación sí puede empeorar el pronóstico. Muchos de los cambios dietéticos se basan en «dietas milagro» que proponen cambios radicales de la alimentación, asociados a numerosos efectos adversos. Lo sensato es dejar que verdaderos profesionales de la dietética (dietistas-nutricionistas, mejor si tienen experiencia en tratar pacientes con cáncer) planifiquen la alimentación de un enfermo de cáncer, con unas características muy concretas, que deben adaptarse al estadio de la enfermedad.

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