Los deportistas, sean profesionales o aficionados, siempre quieren mejorar su rendimiento físico. Pero, en ese deseo por avanzar y dar lo mejor de sí mismos, son vulnerables a los mitos dietéticos, muchos de los cuales se propagan con la rapidez de un velocista. Algunas de estas creencias, incluso, se generan en las filas de verdaderos investigadores, en ocasiones influidos por intereses comerciales, y en otras, por falta de actualización en el terreno de la nutrición humana. En el presente artículo se revisan tres mitos sobre nutrición deportiva muy presentes en diferentes medios tanto divulgativos como académicos.
Mito 1: sin azúcar no hay buen rendimiento deportivo
Hay tantos mitos como especialidades deportivas, pero conviene revisar de cerca uno bastante peligroso: el que nos hace creer que sin azúcar no rendiremos bien en nuestro desempeño atlético. Muchas personas han llegado a creer que las bebidas deportivas (conocidas como «isotónicas») mejoran la salud, algo que no es cierto.
Por eso el Departamento de Salud de Nueva York difundió en 2013 esta advertencia: «Las bebidas deportivas ‘suenan’ saludables, pero los azúcares añadidos en la mayoría de ellas pueden favorecer la obesidad y la diabetes». El mensaje es importante también en Europa, ya que nuestra ingesta de azúcares oscila entre el 16% y el 36%, así que estamos lejos de la recomendación emitida en 2003 por la Organización Mundial de la Salud (OMS) de no superar el 10% de la energía a partir de azúcares. La OMS revisará en breve este consejo, y es posible que la cifre en un 5%. En el artículo ‘¿Qué es peor, tomar mucho azúcar o mucha sal?‘, publicado en EROSKI CONSUMER, se profundiza en los riesgos de abusar del azúcar.
El uso de bebidas deportivas con azúcares añadidos solo tiene sentido (en su caso) en deportes que suponen un ejercicio continuado de más de 60 minutos, según concluyeron Temesi y colaboradores en mayo de 2011, en un riguroso estudio publicado en la revista Journal of Nutrition. Los carbohidratos que aportan dichas bebidas, en todo caso, podemos complementarlos (y en ocasiones, incluso sustituirlos) por los presentes en alimentos comunes, como fruta fresca o fruta desecada, entre otros.
Mito 2: es preciso recurrir a complementos dietéticos
Alrededor de ocho de cada diez deportistas consumen suplementos dietético-nutricionales. Los ingieren tanto atletas profesionales como deportistas aficionados e incluso jóvenes estudiantes, tal y como mostraron Jenkinson y Harbert en noviembre de 2008. Es muy habitual recurrir a complementos «naturales», a pastillas de vitaminas o minerales, a antioxidantes o a cápsulas de omega 3, pese a que hay pocos estudios que muestren beneficios para el deportista.
La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) ha aprobado ciertas declaraciones de salud para unos pocos productos relacionados con el rendimiento deportivo, tales como carbohidratos, cafeína y bebidas con carbohidratos, creatina o vitamina C. Todos deben cumplir una serie de condiciones, estipuladas por la EFSA en cada documento de los que ha emitido para aprobar las afirmaciones que acompañan a dichos productos. Las mejoras, por cierto, no siempre son lo que se espera. A modo de ejemplo, una revisión sistemática de la literatura científica publicada en junio de 2013 por Schubert y Astorino constató que la mejora en el rendimiento de los corredores gracias a la cafeína es de un 1,1%. Dado que la cafeína no está exenta de efectos adversos, es algo para tener en cuenta.
Sea como fuere, la inmensa mayoría de suplementos dirigidos a los deportistas no han mostrado mejorar el rendimiento deportivo o prevenir o curar las lesiones. Es más, muchos pueden estar contaminados con sustancias no declaradas en la etiqueta o generar serias consecuencias.
En julio de 2012, Heneghan y colaboradores realizaron una revisión sistemática de los productos para mejorar el rendimiento deportivo. En ella, no se olvidaron de indicar que el marketing de estos productos da vida a una industria multimillonaria, algo que contrasta con la baja calidad metodológica de las investigaciones científicas que los han evaluado.
Mito 3: hay que beber antes de tener sed
Durante años, tanto los profesionales sanitarios como la población general han creído necesario beber antes de que aparezca la sensación de sed siempre que se practica un deporte. No obstante, en el año 2006, la Asociación Internacional de Directores Médicos del Maratón aconsejó a los atletas que se fiaran de su propio mecanismo de la sed, salvo en tres excepciones:
- en ambientes extremadamente calurosos (temperaturas superiores a 38 ºC), aunque solo durante los primeros días de aclimatación al calor.
- en temperaturas inferiores a 5 ºC.
- en el caso de atletas que realicen mucho ejercicio y que tengan edades superiores a 65 años.
En su opinión -publicada en julio de 2006 en la revista Clinical Journal of Sports Medicine-, la sed sería el regulador fisiológico predominante que rige el equilibrio de líquidos durante el ejercicio. Este punto de vista no fue recogido, sin embargo, por el Colegio Americano de Medicina del Deporte un año después (febrero de 2007), en un documento de postura titulado ‘Ejercicio y reemplazo de fluidos‘.
Tres años más tarde, la prestigiosa doctora Louise Burke publicó su libro ‘Nutrición en el deporte. Un enfoque práctico’. En él, tras discutir los aspectos relativos a la ingesta de líquidos en las carreras, no se olvidó de mencionar que en las sociedades occidentales «el sobreconsumo resulta el problema nutricional más importante, donde las porciones disponibles habitualmente de líquidos y alimentos son tan grandes que superan cualquier sentido del hambre, la sed o la necesidad«.
Pitsiladis y Noakes, dos catedráticos en ciencias del deporte, y Heneghan, un catedrático de Medicina Basada en la Evidencia, abordaron esta cuestión en el año 2012. Los tres llegaron a conclusiones muy similares, aunque vale la pena comentar la opinión del profesor Carl Heneghan, director del Centro de Medicina Basada en la Evidencia de la Universidad de Oxford. Heneghan capitaneó una extensa revisión en relación al rendimiento deportivo. La investigación, publicada en julio de 2012 en British Medical Journal, indicó que seguir el consejo «beba antes de tener sed» hará que muchos atletas beban demasiado, lo que no solo podría perjudicar su rendimiento, sino que los situará ante el riesgo de sufrir una dolencia rara pero grave, denominada hiponatremia (dilución de las concentraciones de sodio en sangre que, si es muy pronunciada, puede generar un edema cerebral).
Lo apropiado es que los atletas (sobre todo los de élite) establezcan un plan individualizado de hidratación. En caso de no tenerlo, «el atleta no debe beber más allá de su sed», según señaló la entidad National Athletic Trainers Association en su revista oficial en enero de 2012.