Conseguir que la población tome conciencia de la importancia de seguir una dieta de adelgazamiento bajo una supervisión facultativa seria y multidisciplinar, así como que sea consciente de los riesgos que conlleva la obesidad, son dos de los objetivos de Felipe Casanueva Freijo. Doctorado en Medicina y Cirugía en 1978, su actividad científica y de investigación le llevó a participar en el laboratorio de Endocrinología del Instituto de Farmacología de Milán y en el Hormonal and Polipeptide Laboratory de la Universidad de Manitota (Winnipeg, Canadá). Sus numerosos trabajos, publicados en revistas internacionales especializadas, y sus múltiples conferencias y premios avalan una trayectoria que se ha concretado en sus funciones como presidente del Comité Ejecutivo de la Sociedad Internacional de Endocrinología (fue el primer español en ocupar el cargo en 2009), director científico del Centro de Investigación Biomédica en Red-Fisiopatología de la Obesidad y Nutrición (CIBERobn), jefe del Servicio de Endocrinología del Complejo Hospitalario Universitario de Santiago (CHUS) y presidente de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO).
La base de todos los tratamientos para perder peso es siempre la misma: hacer que el paciente ingiera menos calorías que las que toma de forma habitual. No tenemos datos directos de la técnica de la sonda nasogástrica, pero me parece que es una técnica invasiva que no difiere mucho de otros métodos invasivos que se han utilizado en el pasado, como puede ser la ligadura de los dientes mediante un anclaje de metal, que evitaba que los pacientes pudieran masticar.
Sí, está en el mismo nivel. Todas esas técnicas de adelgazamiento se basan en el mismo principio: aunque el paciente tenga apetito, come menos de lo que en verdad requiere para su gasto metabólico diario.
La SEEDO no se ha pronunciado. Nosotros estudiamos cualquier método cuando se publica el tratamiento o cuando se ponen a disposición una serie de datos científicos: número de pacientes que han seguido la técnica, cuántos kilos se han perdido y cómo, cómo han ido los análisis de sangre, cómo ha ido la función renal, etc., y luego, sus efectos a largo plazo. Cuando la SEEDO tenga estos datos, y si es una clínica seria, los proporcionará una vez que termine el estudio y nosotros opinaremos.
Es una técnica que en mi unidad no hemos desarrollado nunca y no creo que la desarrollemos porque la consideramos demasiado invasiva. Solo el hecho de poner la sonda ya puede tener complicaciones, además de la necesidad de tener que llevar el depósito colgado durante varios días. De cualquier forma, las técnicas de este tipo no son más agresivas que la del balón intragástrico, en la que se coloca un balón en el estómago para dar sensación de plenitud. Las dietas de adelgazamiento suelen tener el mismo problema: se puede hacer que el paciente pierda peso, pero lo que en realidad es difícil, es evitar que lo vuelva a recuperar. Por lo tanto, nosotros nunca vamos a fijarnos en cuántos kilos pierde un paciente según una técnica determinada, sino en que no sea negativa para su salud y en el mantenimiento, en qué pasa a los dos o cinco años. Si en ese tiempo el 90% de los pacientes ha recuperado el peso, es que la técnica no ha funcionado.
Exacto. De hecho, es el problema que tienen la mayoría de las dietas, tanto las milagro como las no milagro. Las milagro mucho más, porque estas solo funcionan para tres meses, operación bikini, etc., con el añadido de que muchas de ellas son peligrosas para la salud. Si la técnica no sirve para reeducar al paciente en sus hábitos de alimentación y de ejercicio, va a fracasar siempre. Está demostrado.
“Hay que combatir la obesidad mediante la propuesta de cambios en los estilos de vida”
Cambiar los hábitos de vida es lo más difícil que existe en medicina. Si tuviéramos una píldora que los modificara, ya no necesitaríamos una para la obesidad. Lo que hay que hacer, una vez establecido un tratamiento para el exceso de peso que no sea nocivo para la salud, es lograr que durante ese período el paciente se reeduque. Durante ese tiempo es cuando hay que enseñarle a distinguir qué es una comida con más o menos calorías, cómo hacer una comida equilibrada, incrementar el consumo de verduras y, sobre todo, se tiene que inculcar la importancia de incrementar el ejercicio físico. Las dietas de adelgazamiento siempre deben servir para que el paciente se anime a hacer ejercicio y que luego mantenga a rajatabla la rutina establecida. Esa es la garantía de que podrá mantener el peso.
“Cualquier método de adelgazamiento debe realizarse bajo supervisión facultativa”
Basta con comer menos calorías de las que se necesitan para perder peso. La diferencia es que, cuanto más drástica sea la reducción, más rápida será la pérdida de peso. Por eso nosotros pensamos que cualquier método de adelgazamiento debe realizarse bajo supervisión facultativa.
Si solo es una dieta baja en calorías, en la que el paciente comprende el tipo de alimentos que come, evita los más grasos o el exceso de hidratos de carbono. No tiene ningún peligro para la persona normal. El ser humano, salvo que tenga alguna otra enfermedad concomitante, tolera bien que se restrinjan las calorías de forma moderada. Pero si es una dieta muy baja en calorías, más drástica, lo correcto es hacerla a través de un facultativo y con una valoración previa del estado del paciente para evitar que esa dieta tan agresiva pueda causarle algún problema.
Nuestra experiencia nos dice que solo mediante un abordaje multidisciplinar y sistemático se pueden lograr cambios importantes y a largo plazo. El tratamiento multidisciplinar requiere que se incluya la colaboración de facultativos de otros ámbitos, como los psicólogos o los expertos en ejercicio físico.
Así es, porque si al paciente se le dice “dé usted un paseo cada día” y esa persona lo hace, aunque sea de forma tranquila y mientras se para a mirar los escaparates, siempre será mejor que estar en casa frente a la televisión, pero tiene poca eficacia. Habría que decirle que pasee una hora al día, pero a un ritmo tan rápido que, si fuera con alguien al lado, le costara mantener una conversación. Eso es caminar de manera eficaz y eso hay que explicarlo. Incluso, aunque se empiece a ir al gimnasio, la ventaja de contactar con un monitor es que este ayuda a pasar de la nada a un ejercicio regular, con un ritmo progresivo de menos a más que no presente complicaciones. Nosotros solemos recomendar un abordaje sistemático y multidisciplinar bajo la supervisión de expertos que sepan los pasos que hay que dar según las características de cada persona: no se puede proponer la misma restricción calórica para todo el mundo, entre otras cosas.
“Algún día, los partidos políticos incluirán en sus programas electorales la lucha contra la obesidad”
El primer paso es concienciar a la población de que tenemos un problema. La SEEDO trabaja desde hace muchos años en el problema de la obesidad. Sus campañas, como la del Día de la Persona Obesa, los cursos de alta formación tecnológica o los congresos consiguen que los ciudadanos estén cada vez más concienciados. Para combatir cualquier tipo de epidemia, lo primero es que la gente se convenza de que esa epidemia es negativa. Pero la obesidad tiene un problema: las muertes por obesidad no se notan.
Poco a poco logramos que las autoridades sanitarias y los políticos se conciencien más. Algún día llegaremos a que los partidos políticos, en sus programas electorales, incluyan la lucha contra la obesidad. Será un gran paso, porque mientras los que controlan las inversiones sanitarias no se den cuenta de la magnitud del problema, nunca tendremos los medios suficientes para intervenir.
“La obesidad aumenta la frecuencia de varios tipos de cáncer”
La obesidad se asocia a alteraciones en los lípidos, a la hipercolesterolemia y al aumento de la tensión arterial. Esto acarrea dos tipos de problemas: aumenta la enfermedad cardiovascular (anginas, infartos de miocardio) y la enfermedad y la mortalidad cerebrovascular (los obesos son más propensos a los ictus). Por otra parte, la obesidad, por sí misma, aumenta la posibilidad de padecer diabetes mellitus tipo 2, con los enormes riesgos que tiene para el doliente. Por otro lado, existe un riesgo muy importante y poco conocido: la obesidad aumenta la frecuencia de varios tipos de cáncer.
El más frecuente es el cáncer de mama, pero también tiene incidencia en el de colon, próstata, páncreas o endometrio. Los estudios epidemiológicos nos demuestran cada vez más que una gran cantidad de cánceres están provocados por la obesidad. Por su parte, cuando se padecen estos cánceres, un cuadro de obesidad empeora el pronóstico de los pacientes.
“Tenemos una epidemia sin un fármaco eficaz para tratarla”
El problema fundamental es que todavía no tenemos fármacos realmente eficaces. La SEEDO realiza una acción activa en muchos frentes. Uno de ellos es la prestación de ayuda para que los grupos básicos de investigación entiendan mejor cómo se regula el apetito, cómo se regula el tejido adiposo (la grasa corporal) y la energía en nuestro cuerpo. Aunque se ha avanzado mucho, todavía no se conoce bien por qué en un momento determinado la grasa de nuestro cuerpo puede multiplicarse de una forma tan espectacular, o por qué nuestro apetito es tan difícil de controlar. La investigación clínica en estos aspectos es muy importante, porque con estos conocimientos se podrán generar fármacos. Hay un gran trabajo en todo el mundo en el desarrollo de fármacos. El problema es que, hasta ahora, los pocos fármacos que han pasado los diez o veinte años de desarrollo y han llegado al mercado no han dado un gran resultado y la mayoría han sido retirados por sus efectos secundarios. Hoy, los médicos que trabajamos en esto nos encontramos en una situación complicada, porque tenemos una epidemia de una enfermedad sin un fármaco eficaz para tratarla.
Existe solo la ciencia, una buena planificación, un abordaje sistemático y, sobre todo, el convencimiento de que los pacientes no van a encontrar un milagro. Todo tipo de intento de perder peso tiene que contar con la ayuda adecuada e implica un esfuerzo de voluntad importante. El paciente tiene que entender que no hablamos de un problema estético, sino de un problema de salud pública importantísimo. Nos preocupa mucho más lo que los adultos hacen con sus hijos que con ellos mismos. Como se ha dicho antes, tenemos una epidemia de obesidad infantil. España nunca había tenido esos índices de niños con sobrepeso y ese es el peligro. No tiene sentido que los padres se sacrifiquen para pagar un buen colegio al hijo y después le den de cenar un plato de patatas fritas con salchichas; o que no incluyan las verduras en la dieta porque al niño no le gustan; o que no le lleven a hacer ejercicio físico, como mínimo, los fines de semana. La educación también es inculcar a los hijos los hábitos de buena alimentación y de ejercicio, para que cuando sean adultos ya los tengan incorporados.
“Recomendaciones nutricionales basadas en la evidencia para la prevención y el tratamiento del sobrepeso y la obesidad en adultos” es el título de un trabajo publicado en fechas recientes por la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO) y la Federación Española de Sociedades de Nutrición, Alimentación y Dietética (FESNAD). En este estudio, se desmitifican algunas pautas nutricionales que a menudo se relacionan con la pérdida de peso, como pensar que la frecuencia de comidas y la variación de peso corporal no tienen una relación consistente o que el consumo de agua tampoco tiene evidencias en el control del peso. Estas evidencias podrían hacernos pensar que los parámetros nutricionales tampoco son suficientes por sí solos para adelgazar.
Pero Casanueva opina que “los parámetros nutricionales son fundamentales”. “Es cierto que este documento contribuye a desmitificar algunos temas, pero en realidad, lo que intenta es ponerlos en su justo papel porque hay mucho mito asociado a la obesidad sin estar demostrado”, aclara. No obstante, este documento está dirigido sobre todo a los profesionales, especialistas en nutrición y en obesidad. La ventaja de estos trabajos de consenso es que permiten armonizar el pensamiento de todos quienes trabajan en el mismo tema. “Así tenemos pautas comunes de comportamiento”, indica este experto, para quien, “sin duda, conocer mejor los parámetros nutricionales y lograr un consenso sobre ellos es importantísimo para combatir la obesidad y paliar otros problemas relacionados con la alimentación”.