Barcelona se viste de fiesta y tradición para celebrar la festividad en honor a la Virgen de la Misericordia -Mercé, en catalán-, la patrona de la ciudad. Quienes se acerquen a la ciudad podrán ver la figura de esta Virgen, Nuestra Señora de las Mercedes, en la basílica de la Merced.
Actos para todos los gustos
Los dragones de fuego, las pirámides humanas, los bailes regionales y la música tradicional es la estampa habitual que se vive en Barcelona durante estos días. Toda la fiesta se concentra por las calles y si el visitante va paseando por la Rambla o por la plaza de Sant Jaume, podrá disfrutar de diversos espectáculos de danzas, música y fuego al aire libre.
Uno de los actos que más sorprende ver en vivo y en directo son las torres humanas coronadas por un niño. El correfoc, o la fiesta del fuego, es otro de los actos programados que entusiasma a mayores y pequeños. Es un despliegue de fuegos artificiales donde personas vestidas de dragones recorren calles y plazas con sorprendentes juegos pirotécnicos. En las primeras horas de la noche, un desfile de gigantes recorre todo el paseo de la Rambla para el disfrute de los más pequeños. Conciertos y espectáculos teatrales con entrada libre son otros eventos a los que se puede acudir.
Construyendo Castells
Con el nombre de Castells, que significa castillos, es como se conoce a las torres humanas de varios pisos de altura que forman parte de una tradición típica catalana. Los orígenes de esta tradición se remontan al siglo XVIII cuando varios grupos de amigos empezaron competir para formar las torres más altas.
En todos los Castells se distinguen claramente tres partes: la pinya -la base-, el tronc -la torre- y el pom de dalt -los tres últimos pisos-. Cada individuo que participa en la construcción recibe el nombre de Casteller. El último en subir a la torre es el anxaneta, un niño o niña que sube a lo más alto y desde allí saluda a todo el público expectante.
Gastronomía festiva
La fiesta se vive de una forma más intensa si se acompaña de los productos típicos de la zona. Después de pasear durante horas, las tapas y aperitivos propios de la ciudad condal van a terminar de sorprender al turista. Entre ellas, no pueden faltar el famoso pantumaca -pan con tomate y aceite de oliva-, la butifarra, la tortilla payesa -tortilla de patata, pimientos y tomate-, la escalibada -pimientos, berenjena, tomate y cebolla asadas al horno- o la esqueixada -ensalada catalana elaborada vegetales y bacalao-.
Si el forastero prefiere una cena más tranquila y más selecta, al mismo tiempo que descansa, puede escoger entre una amplia gama de restaurantes de excelente calidad. En ellos no van a faltar platos típicos como el conejo con caracoles, el romesco de pescado -diferentes tipos de pescados y mariscos, acompañados de verduras-, así como la escudella i carn d´olla -cocido que incluye patatas, verduras, carne de ternera y carne de cerdo, entre otros-. Este último plato conviene reservarlo para el mediodía, ya que por la noche puede resultar demasiado pesado.
Si todavía queda un hueco para el postre, se puede degustar la popular crema catalana, muy similar a las natillas y recubierta de una capa de azúcar caramelizado. Además de este postre, existen muchas otras alternativas igualmente sabrosas como los pressecs amb vi, un postre elaborado con melocotones y vino o la mel i mató, delicioso requesón con miel.
Y después de disfrutar de la gastronomía catalana, la fiesta y la música invitan a bailar Sardanas, la danza típica de la región, que une a grandes y pequeños, jóvenes y mayores, que, cogidos de la mano forman un círculo, y bailan al son de la música.
Bones festes!