El flúor es un mineral esencial para la vida y, en particular, para la salud dental y ósea. Se absorbe con facilidad en el tracto digestivo y se elimina fundamentalmente por vía urinaria. Dos son las funciones más reseñables del flúor en el organismo: aumenta la densidad de los huesos y endurece el esmalte dental, haciéndolo más resistente a la caries. A mayor concentración de flúor en los dientes, menos riesgo de disolución del esmalte por los ácidos producidos por las bacterias y, por tanto, menos posibilidad de caries u otras lesiones en dientes y encías.
El flúor se encuentra presente en el organismo en cantidades similares a las del hierro (2,6-4,0 g en total). La mayor parte se concentra en los huesos en forma de una sal llamada «fluorapatito». Esta sal de flúor resulta fundamental para la conservación de la dureza del esmalte de los dientes y, además, contribuye a mantener estable la matriz mineral de los huesos. Se tiene la certeza de que las sales de flúor contribuyen a aumentar la densidad del hueso, ya que constituyen en sí mismas puntos sobre los que comienza y se desarrolla el proceso de cristalización mineral.
Dientes y huesos
La correlación inversa entre el consumo de flúor y la aparición de caries dental en niños ha sido científicamente demostrada
En niños, está confirmado que existe una correlación inversa entre el consumo de flúor y la aparición de caries dental. Cuanto mayor es la cantidad de flúor, natural o añadido, ingerida junto con el agua menor es el porcentaje de caries dental detectada. De hecho, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el flúor es el único agente eficaz para la prevención de la caries suministrado a través del agua.
Son incontables los estudios epidemiológicos en grupos de población que demuestran que si aumenta el consumo de este mineral, también lo hace la densidad ósea de los individuos. Sin embargo, es importante tener en cuenta que el exceso de flúor en la dieta puede causar efectos tóxicos conocidos como fluorosis.
El agua es la principal fuente de flúor, si bien este oligoelemento además se encuentra de forma destacable en el té negro, el pescado y el marisco. Precisamente al no ser ninguno de estos alimentos frecuentes en la dieta actual, la ingestión dietética de este mineral se encuentra muchas veces por debajo de los niveles recomendados por los expertos.
La sal fluorada también se convierte en un vehículo eficaz para el consumo suficiente de flúor. Diversa documentación recogida por la misma OMS demuestra que el hecho de agregar flúor a la sal reduce la caries hasta en un 8% de los casos, sobre todo entre la población infantil, y que es alta la relación eficacia-costo. La fluoración de la sal es un método de enriquecimiento del alimento que comenzó durante la década de los 50 en Suiza y posteriormente se extendió a todos los países de Europa.
De la misma manera, como prevención de la caries dental, el uso de dentífricos o enjuagues bucales fluorados también ayuda a evitar el deterioro dental.
En su justa medida
Las dosis recomendadas son las que se postulan en EE.UU. y Canadá: de 4mg/día para el hombre, 3mg/día para la mujer y entre 2-3mg/día para niños y adolescentes. Las autoridades sanitarias recomiendan la adición de flúor al agua de consumo, siempre y cuando ésta sea deficitaria en el mismo, de modo que su concentración sea como máximo de 1ppm (1mg/litro), cantidad máxima recomendada como saludable.
Cuando la situación lo requiere, los expertos también consideran adecuado administrar a los niños comprimidos o gotas de preparados de flúor durante todo el periodo de crecimiento y desarrollo dental, es decir, desde prácticamente el nacimiento hasta los 14-16 años de edad.
Las cantidades deficitarias o excesivas de flúor tienen repercusiones negativas para la salud. Si el consumo es excesivo y supera los 0,1mg por kilo de peso corporal, se puede desarrollar fluorosis, que se manifiesta con la aparición de manchas en los dientes, aumento de la densidad ósea y alteraciones neurológicas en los casos más graves. Por ejemplo, según los expertos, en China, más de 26 millones de personas padecen fluorosis dental debido a las altas concentraciones de fluoruro en el agua de bebida, y más de un millón de casos de fluorosis ósea se pueden atribuir al agua ingerida.
Por el contrario, un consumo demasiado bajo influye de modo negativo tanto en la prevención de la caries como en el proceso de endurecimiento del hueso. El flúor es, por tanto, uno de los pocos oligoelementos que presenta dosis de efectos beneficiosos y tóxicos no demasiado alejados.