Las gambas son uno de los mariscos más asequibles en cuestión de precio. Las formas de cocinado son variadas y en cada región costera tienen su manera particular de sacar el máximo partido a este delicioso manjar. A la plancha con unos granos de sal y unas gotas de aceite, al ajillo o empanadas, son tres maneras sencillas de probar este marisco fresco.
Las gambas son unos crustáceos nadadores que, en el mercado, se pueden encontrar frescas. Son signos de frescura la tersura al tacto, la fijación de la cabeza al cuerpo, su color brillante y homogéneo y su olor característico a mar.
Si están congeladas, antes de cocinarlas se deben descongelar correctamente. Se pueden descongelar en el propio frigorífico si se colocan sobre un escurridor y éste, a su vez, sobre un plato. De este modo, cuando se descongelen, el agua sobrante caerá al plato. Otra opción es sumergirlas en una salmuera de agua fría con sal, en una proporción de 1 litro de agua y 30 g de sal, si bien esta manera lleva más tiempo.
Sacar partido en la cocina
Las formas y maneras de cocinar este rico marisco son innumerables, ya que es un producto marino con gran capacidad de maridaje con otros alimentos.
Se pueden asar a la plancha o cocerlas en agua hirviendo
Lo primero que se debe probar con unas gambas es su propio sabor, al cocinarlas de una manera muy sencilla, asadas a la plancha vuelta y vuelta, en una sartén antiadherente, con un poco de aceite de oliva y sal gruesa. Así quedan ligeramente sonrosadas en su interior y tostadas en la parte exterior, es decir, la cáscara permanece tostada, mientras el interior está jugoso. Se cocina sin pelar las gambas, por lo que es muy sencillo. Antes de comer, se cortan las cabezas y se pueden guardar para elaborar una salsa o reforzar un caldo de pescado.
Otra forma muy común de comer las gambas es cocerlas en un agua hirviendo sin sal. Cuando el agua hierve, se agrega el marisco y, cuando comience de nuevo a hervir, se sacan las gambas y se introducen en una salmuera con hielo, en una proporción de 60 g de sal por litro de agua. En la salmuera se dejan durante un minuto o más tiempo, si se desea que capten un mayor sabor salado. Una vez sacadas de la salmuera con hielo, están listas para consumir. También se pueden pelar las colas y añadirlas a una ensalada o a un cóctel de marisco, con un poco de salsa rosa y unas hojas de lechuga, con unos trocitos de fruta, ya sea manzana, pera, piña o unos granos de granada.
En Andalucía es muy común empanar las gambas, pasarlas por huevo y pan rallado y freírlas en una sartén con abundante aceite caliente, de manera que quede crujiente su exterior y cocinado el interior.
Las gambas al ajillo es otra preparación sabrosa de este marisco. Se pueden elaborar peladas o sin pelar. Para ello, se sofríen en una sartén con un poco de aceite de oliva, unos dientes de ajo pelados y cortados en brounoisse (picadito muy pequeño). Cuando comience a dorarse el ajo, se agregan las gambas y se rehoga rápidamente para que no se queme. Se añade un poco de zumo de limón o un chorrito de vino blanco, una pizca de perejil y sal. El plato ya está listo para comer.