Los fresones son una fruta con multitud de aplicaciones en la cocina. Utilizados sobre todo en repostería, también pueden usarse para preparar platos salados. Esta fruta de temporada invita a realizar numerosas recetas, desde postres como brochetas a mermeladas o tartas. Sin embargo, desde que se obtienen en la tienda, deben seguirse unos pasos de manipulación para evitar que pierdan jugos o se estropeen. En este artículo se dan las claves para elegir los mejores fresones, mantenerlos en buen estado y prepararlos.
En el momento de la compra, deberá prestarse especial atención al color de los fresones, que debe ser de un rojo intenso. El color blanquecino o verdoso en la zona del tallo es un indicador de que todavía no están del todo maduros, por lo que deberán esperarse unos días antes de utilizarlos.
Para su conservación, no deben amontonarse, ya que son muy frágiles. Cualquier golpe, por pequeño que sea, los estropea y provoca la pérdida de jugos. Tampoco deben lavarse hasta su consumo, sino que se guardarán en la nevera, extendidos en una bandeja o cajita, en la zona de menos frío del frigorífico.
Cuando se utilicen, se lavan bajo el agua fría y se retira la parte del tallo donde no están las hojas. De no ser así, la parte interior de la fruta se deslavaría con el agua y perdería parte de su aroma y sabor.
Fresones: las recetas más sabrosas
Algunas de las recetas más fáciles de elaborar con fresones son brochetas, salsa de fresón o mermelada
Tras limpiar los fresones, se pueden elaborar múltiples recetas. Una de las más sencillas e idóneas para que los niños se acostumbren a esta y otras frutas consiste en hacer una brocheta de frutas de temporada con fresas, trozos de naranja y plátano, sabores que a los pequeños les encantan y, además, pueden preparar ellos mismos.
También se puede elaborar una mermelada de fresones. Basta con cocerlos con la mitad de su peso en azúcar a fuego suave durante una hora. Transcurrido este tiempo, se embota tal cual o se pasa la salsa resultante por un colador chino, de manera que no queden tropiezos. El resultado es una salsa llamada coulis de fresón.
Los fresones también se pueden macerar con unas gotas de vinagre, trocearlos y darles un toque de sal, pimienta y aceite de oliva. Esta preparación sirve tanto para acompañar una ensalada como para comerlos a modo de aperitivo o postre.
Otra rica manera de cocinar los fresones pasa por colocarlos sobre una masa quebrada y crema pastelera, espolvorearlos con azúcar y hornear el conjunto durante 30 minutos a 200 ºC. El resultado es una sabrosa tarta de fresones.
Y si se prefiere la jugosidad de esta fruta sin cocinar, se puede filetear para decorar la superficie de una tarta de queso cremoso fría, que se cubrirá con un coulis del propio fresón.