Los insectos se comen, y la costumbre de hacerlo no es nueva. En muchos países forman parte de la alimentación tradicional. Casi todos hemos oído hablar de las hormigas culonas de Colombia, las orugas de Tailandia o los chapulines (saltamontes) fritos, típicos de la gastronomía mexicana. La novedad es que los insectos ya pueden comprarse para comer en España. El reglamento europeo que regula su venta y consumo entró en vigor en enero de este año y, desde entonces, las ofertas han dado un salto importante; también las tiendas especializadas. A continuación contamos qué alimentos de este tipo podemos encontrar en nuestro país y sus beneficios.
Grillos al curry, saltamontes al ajillo o gusanos con paprika son solo algunos ejemplos de los nuevos snacks que podemos adquirir hoy en día en nuestro país. Hay muchos otros, aunque todavía miramos estas propuestas de soslayo. De momento -y quizá por aquello de que «ojos que no ven, bicho que no se siente»-, los productos que tienen mayor aceptación son los insectos procesados, como los que vienen molidos en barritas de cereales o los que se venden en polvo.
Imagen: Monika Grabkowska
La harina de grillo es una de las primeras presentaciones que nos atrevemos a probar. Se utiliza para hacer pan, para elaborar pasta y se puede adquirir tal cual, para hacer unas galletas en casa. Sus defensores destacan que la producción de insectos es respetuosa con el medio ambiente y sus detractores señalan que es poco amigable con los grillos, que ya se crían en granjas por miles para acabar pulverizados. Pero hay algo en lo que todos parecen estar de acuerdo: la riqueza de sus nutrientes. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), «los insectos proporcionan proteínas y nutrientes de alta calidad en comparación con la carne y el pescado». Unas galletitas a la hora del té pueden aportarnos más proteína que un filete de ternera, pero si la harina es de grillo, claro.