Las gelatinas de fruta pueden elaborarse con las láminas de las denominadas “colas de pescado” o en polvo, ya sea con trozos de frutas o zumos. Por su riqueza nutritiva, son muy adecuadas como postre, sobre todo para niños y ancianos. Son fáciles de ingerir y tienen un gran aporte de agua.
Según los diferentes ingredientes que se utilicen para elaborar la gelatina, se consiguen recetas con un aporte nutricional diferente. Es posible cocinar una gelatina en la que se sustituya el agua por leche o zumo y trocitos de fruta, o añadirla a los zumos de frutas para cambiar su consistencia y espesarlos.
Su elaboración es tan sencilla, que los más pequeños pueden participar en ella. Estos postres se preparan de varias formas:
- Con frutas muy ricas en pectinas, un hidrato de carbono que forma parte de la fibra soluble y actúa como un espesante natural. Se cuecen enteras hasta que estén blandas, se cuela el jugo con un colador de tela y se pone al fuego, a la vez que se añade azúcar. Este procedimiento se emplea con manzana y membrillo, que se cocinan con las pepitas ya que es en esta parte donde se encuentra la pectina.
Con frutas blandas. Los ingredientes necesarios son: zumo de la fruta en cuestión, gelatina, azúcar y zumo de limón. Esta receta es típica de frutas poco ricas en pectinas, como las frambuesas, los albaricoques o los melocotones, entre otras.
En general, para elaborar una gelatina de frutas de forma rápida y sencilla, basta emplear un litro de puré de frutas, de 30 a 60 g de «cola de pescado» y entre 300 y 500 g de azúcar. Para los cítricos, como el limón, se precisa medio litro de zumo, 40 g de gelatina, medio kilogramo de azúcar y medio litro de agua. Se disuelve el azúcar en el agua, se pone al fuego y se añaden las láminas de «cola de pescado», el zumo y las cáscaras.
Hay que hervir todos los ingredientes durante un minuto y pasar por un colador de tela. Si se utilizan placas de gelatina, hay que sumergirlas previamente unos minutos en un bol con agua fría para ablandarlas. Luego se aprietan con la palma de la mano para escurrirlas.
Para convertir los trozos de frutas en gelatina, hay que colocar una pequeña cantidad de ésta sobre una fuente previamente enfriada en el congelador y voltearla hasta que cubra por completo todas las paredes. A continuación, se coloca una primera capa de láminas de fruta sobre la gelatina y se enfría de nuevo la fuente durante 15 minutos para que se solidifique. Después, se vierte de nuevo gelatina hasta cubrir toda la fruta y, de esta manera, se crean capas de forma alterna.
Antes de que la gelatina se enfríe y espese, hay que verter varios trozos pequeños de fruta
La gelatina adquiere un aspecto uniforme y sin burbujas de aire cuando, al verterla recién elaborada y todavía caliente en los vasitos donde se presente, estos se introduzcan en una fuente con agua fría -unos dos tercios de su capacidad-, a la que se añaden cubitos de hielo.
Los vasitos se mueven para que se enfríe el preparado de manera uniforme y empiece a espesar. En ese momento, se introducen algunos trozos pequeños de fruta para que queden en medio de la gelatina. Ésta se sirve fría, como postre o como merienda.
Si se quiere dar un toque diferente a esta elaboración, se pueden añadir algunas gotas de licor, pimientas variadas o una pizca de chile, que en gelatinas con fresas o frambuesas consiguen un sabor especial. Conviene experimentar con condimentos de sabores distintos.