La paella y la tortilla de patatas, dos platos emblemáticos de la cocina española, son los que más gustan a la mayoría de los inmigrantes, según un estudio sobre los hábitos alimentarios de los nuevos ciudadanos que viven en este país, realizado por la consultora AC Nielsen y publicado por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Los más de dos millones y medio de extranjeros que viven en territorio español han contribuido con sus costumbres y gustos alimentarios a que aumente la demanda de productos específicos en la cesta de la compra con frutas y verduras como la papaya, la yuca, y preparados como los kebabs. Por otra parte, los consumidores españoles se benefician de esa variada oferta de alimentos que lentamente comienzan a convivir con otros tradicionales como las legumbres y el gazpacho, en muchas ocasiones gracias a los restaurantes que se especializan en comida árabe, cubana, peruana y argentina, entre otras. El principal reto para que recetas como el cuscús formen parte de nuestra dieta diaria se halla en el desconocimiento generalizado que existe sobre su preparación.
Primer estudio oficial
Ignacio Lauroba Ortiz, responsable del estudio “Hábitos alimentarios de los inmigrantes en España”, explica que entre los aspectos más valorados por los inmigrantes a la hora de hacer sus compras se encuentra la fecha de caducidad. “Cuando iniciamos el trabajo, realizamos reuniones con grupos de inmigrantes con el fin de elaborar un cuestionario. Conversamos con marroquíes, sudamericanos, especialmente de Ecuador y Colombia y europeos -en su mayoría procedentes de Rumania y Polonia- y nos llevamos una gran sorpresa cuando nos dijeron que la fecha de caducidad era un factor prioritario a la hora de decidir una compra”, concreta.
El investigador explica que se entrevistaron a 633 personas, buscando una correspondencia directa entre las comunidades autónomas con mayor concentración de población extranjera y el número y la residencia de los encuestados. Por otra parte, cada uno de los consultados debía tener dos años de residencia en España y dominio de la lengua castellana.
Una vez realizado el sondeo se pudo determinar el llamado ‘árbol de decisión de compra’, un indicador de las principales características que deben cumplir los alimentos para ser adquiridos. La primera “rama” de este árbol es el precio, inmediatamente después se encuentra la fecha de caducidad, y muy por detrás la imagen de los productos o la marca. “Posiblemente dan menos valor a las marcas debido a que las existentes en el mercado español son diferentes a las habituales de sus países de origen”, agrega el responsable de la investigación, y añade que entre españoles e inmigrantes se han consolidado hábitos alimentarios comunes. Un hecho muy positivo porque permite concebir la alimentación como una forma más de integrar a los ciudadanos en una sociedad multicultural.
Comidas, bebidas y horarios
En líneas generales, las comidas que realizan los inmigrantes son platos típicos de la gastronomía española. Quienes vienen de países europeos aprecian la variedad de productos, y los que proceden de América Central y del Sur aceptan la comida de España. No obstante, el estudio indica que la encuentran menos sabrosa que la propia.
Miembros de la Asociación de Trabajadores Inmigrantes de Marruecos en España, (ATIME), señalan que sus comidas son similares a las españolas, puesto que son variantes de la “dieta mediterránea”, con excepción de los productos derivados del cerdo, que no se consumen por motivos religiosos. Por estas causas tampoco suelen beber vino, una bebida básica en la tradición gastronómica española.
El almuerzo constituye la principal comida del día de los inmigrantes en España, con una estructura tradicional de “primer plato, segundo y postre”. Está compuesto de una amplia variedad de productos, tales como carnes, aves, ensaladas, y con un especial protagonismo para el arroz, sobre todo para los inmigrantes de América Central y del Sur: en países como Colombia o Ecuador el arroz cumple la función que tiene el pan en la mesa española. En general, los encuestados tratan de almorzar en su casa para mantener el carácter familiar de esta comida, pero una parte importante debe hacerlo en el trabajo.
La diferencia más significativa con respecto a las costumbres de sus países de origen se produce en el desayuno, que pierde importancia a favor del almuerzo y se compone de café, leche, cacao o infusiones acompañadas de pan, bollería industrial o galletas.
Para los inmigrantes de América Central y del Sur, el desayuno abundante se mantiene los fines de semana, cuando se dispone de tiempo para su preparación y se puede compartir en familia. Estos desayunos suelen ser muy completos: arroz con huevo, salchichas, pan, café y frutas tropicales. Productos como el maíz, muy utilizado por los sudamericanos para acompañar con la carne, así como el plátano verde, la yuca, el aguacate o las papayas -presentes hoy en día en los comercios españoles- son considerados muy caros y menos naturales o frescos que los que venden en sus países de origen.
Con respecto a la cena, ésta suele ser más ligera; se compone tan sólo de un plato de sopa, bocadillos, frutas o yogur. Los productos que suelen consumirse en la última comida del día son ensaladas, verduras, carnes, pescado y pollo.
Los inmigrantes se adaptan con facilidad a los horarios españoles, en muchos casos trabajan como empleados en casas de familias o en la hostelería, un hecho que sin duda facilita su adecuación. En algunos casos mantienen sus hábitos, como los inmigrantes procedentes del resto de Europa, que suelen adelantar la hora de la cena respecto a los españoles, pero generalmente adoptan las costumbres españolas. Un 94% de los encuestados respondió que la principal bebida que consumen es el agua pero también mantienen un elevado porcentaje de consumo de refrescos y zumos, ya sean naturales o envasados, especialmente los inmigrantes procedentes de América Central y del Sur.
El consumo de alcohol dista de ser significativo; por el contrario, solamente la cerveza, consumida por el 24%, ocupa un lugar destacado. Esta bebida también suele ser consumida entre los inmigrantes magrebíes, a pesar de que el alcohol está prohibido por las normas de la religión musulmana, mayoritaria en este colectivo.
Los españoles también se adaptan a sus hábitos alimentarios
El encuentro de culturas diferentes produce intercambios, mestizaje y adaptaciones mutuas en todos los órdenes y por ello, los hogares españoles también comienzan a experimentar en su cocina con los nuevos productos llegados de diversos puntos del planeta.
“Alimentos que hoy día pertenecen a otras culturas culinarias se están introduciendo paulatinamente en el mercado y probablemente dentro de unos años serán ingredientes habituales de la dieta española. De hecho, esto ya ha sucedido antes con la patata y el tomate, e incluso con frutas como la piña y el kivi, que han perdido su cariz exótico”, señalan las nutricionistas Maite Zudaire y Gema Yoldi, de Nudieva. Como ejemplo, las expertas citan alimentos de países del centro y sur de América como la yuca o mandioca, el plátano macho y frutas tropicales como el aguacate, mango, papaya, piña y coco, que comienzan a formar parte de las cestas de la compra. Junto a ellas, procedentes del mercado asiático, se están introduciendo en la dieta española otras frutas tropicales como rambután, litchi, pitahaya, mangostán, kumquat o naranjas chinas y condimentos como el popular curry y la soja, objeto de entusiastas alabanzas, así como sus derivados -tamari, tempeh y tofu-.
“Un alimento muy representativo de la cultura árabe como el cuscús empieza a cocinarse en muchos hogares españoles, sin embargo, otros platos típicos como los kebabs -tortas de pan rellenos de trozos de carne asada y vegetales- son muy conocidos, aunque su ingesta suele limitarse fuera de casa. De hecho, son muchos los consumidores que incluyen todos estos alimentos en su menú habitual, pero siguen siendo mayoría los que los degustan en restaurantes”, agregan Yoldi y Zudaire.
Según las especialistas, el desconocimiento existente a la hora de preparar estos productos, las escasas posibilidades de elaboración por la falta de práctica al combinarlos con otros alimentos más comunes, y el precio son algunas de las dificultades que puede tener el consumidor español para su consumo habitual. “En el caso de las personas acostumbradas la cocina tradicional, la pereza a probar nuevos alimentos, variedad de sabores y diferentes preparaciones, provoca que se alejen de este nuevo mundo culinario donde reina la diversidad”, sostienen las expertas.
Silvia Cachago, afirma desde la ONG Casa del Ecuador que es posible encontrar productos de su país en España, aunque aún no se han incorporado a la mesa española porque se desconoce cómo se deben preparar. “Los españoles han ido conociendo esta cocina porque muchos compatriotas trabajan en casas y les hacen probar a las familias nuestros platos típicos. Pero todavía no están incorporados totalmente en las mesas españolas, porque tampoco hay buenos restaurantes ecuatorianos para que la gente conozca la diversidad de nuestra mesa”, opina.