Proliferan en las redes sociales como setas y crecen con mucha rapidez en número de seguidores. Los influencers de la alimentación nos dicen qué tenemos que comer o qué no debemos probar ni por asomo. ¿Podemos fiarnos de sus recomendaciones y críticas nutricionales? Saber de quién nos llega esa información es el primer paso. Por eso, en las siguientes líneas te contamos las características de un buen divulgador en este campo y te proponemos el nombre de cinco de ellos.
Con libros, conferencias, portales webs y, sobre todo, apariciones en televisión. Hasta ahora, los expertos mostraban así sus conocimientos y consejos. Aún se sirven de estas herramientas, pero las redes sociales les han encumbrado. Un 72 % de los internautas los siguen a través de ellas, en especial las mujeres y los más jóvenes, como apunta el ‘Estudio Anual Redes Sociales 2018‘ de IAB Spain. Con sus opiniones influyen en las decisiones de miles de seguidores. Los llamamos influencers, influyentes o influidores y son, como su nombre sugiere, prescriptores de opinión.
En alimentación y nutrición, también los hay. Les apasiona la comida; son foodies (aficionados al buen comer). Y también healthies (preocupados por la salud), pues en sus publicaciones promueven un estilo de vida y hábitos alimenticios supuestamente saludables. Pero no es sano todo lo que parece: en muchos casos, las marcas están detrás para hacer llegar sus mensajes y promocionar sus productos. Unos productos que no siempre son beneficiosos para nuestro organismo, que nos pueden alejar de una dieta equilibrada o cuyas supuestas bondades no están respaldadas por la ciencia. Y, aunque la ley obliga a identificar claramente los mensajes comerciales (la opción habitual es añadir el hashtag #ad o #publicidad), en la práctica muchos no lo hacen. Muchas veces, prevalecen las estrategias de venta frente a la divulgación de mensajes realmente útiles. De hecho, se acaba de crear The Troop, la primera agencia en España especializada en márketing de influencers en alimentación.
El perfil de los divulgadores en alimentación
Pero algunos especialistas no se casan con las firmas y el término influencer les «chirría», hasta les parece «superficial», por lo que prefieren diferenciarse y autodenominarse divulgadores. «Me inclino por el concepto de profesionales relevantes en su materia, divulgadores que mantienen la integridad de cuando hace años comenzaron en redes a compartir conocimiento científico. Influencer hace referencia a un pastor que guía y se asocia a vínculos comerciales; son más gurús que divulgadores», puntualiza el dietista-nutricionista Juan Revenga. «Cualquier persona parece saber de alimentación y nutrición. A veces exponen opiniones sin basarse en datos rigurosos, y la nutrición es una ciencia», asegura la tecnóloga de alimentos Beatriz Robles.
No es oro todo lo que reluce. Y da igual la red social. Recientemente se destapaba el caso de dos youtubers veganas que no seguían las dietas que recomendaban a sus seguidores o el de una influyente instagramer que publicó un libro de cocina con recetas de ingredientes potencialmente tóxicos. Seguir a un falso gurú no solo hace desconfiar de las entidades de referencia y las pautas de los expertos. Apostar por sus métodos, recuerda aquí el dietista-nutricionista Julio Basulto, puede afectar a la salud física, psicológica y económica al «demorar (o evitar) la búsqueda de un tratamiento sanitario adecuado y necesario para curar una enfermedad o favorecer el desarrollo de trastornos de la conducta alimentaria», entre otras consecuencias.
El buen influencer en alimentación
Entonces, ¿cómo saber que estamos ante un profesional con criterio, rigor y coherencia en sus afirmaciones, y no ante un vendemotos? «Lo importante es lo que se dice y no tanto quien lo dice», manifiesta el doctor en ciencia y tecnología de los alimentos Miguel Ángel Lurueña. Pero hoy en día «es fácil dejarse llevar por mensajes complacientes o simplistas, sobre todo de quien tiene un gran número de seguidores. Y, a veces, es muy complicado discernir la información rigurosa de las meras patrañas», confiesa. «Hace falta espíritu crítico, más allá de la imagen y la inmediatez», apunta Revenga. Una carencia típica de los jóvenes. «Debemos guiarles. El que más grita o el que más colores tiene o el que parece que mola más no suele ser el que mejor información tiene. Si les enseñamos a buscar y dudar, será más difícil conseguir manipularles», sostiene Gemma del Caño, farmacéutica especializada en innovación, biotecnología y seguridad alimentaria.
Rigor es el requisito imprescindible del buen divulgador. «Ante todo, ética. Y, a partir de ahí, acceso a información actualizada, independencia, conocimiento y criterio propio», añade Del Caño. Debe tener formación específica y mostrar habilidades de comunicación. Y también, agrega Lurueña, «es buena la variedad, diferentes estilos para diferentes gustos: desde lo más humorístico hasta lo más serio, desde lo más breve hasta lo más exhaustivo, y en distintos formatos (vídeo, audio, texto…)». Todo ello por encima del número de seguidores.
Si no sigues a estos divulgadores, empieza hoy
- @beatrizcalidad. Beatriz Robles pone sus conocimientos sobre seguridad alimentaria y nutrición para combatir la desinformación.
- @gominolasdpetro. Miguel Ángel Lurueña trata cuestiones sobre la alimentación, fomentando el pensamiento crítico.
- @JulioBasulto_DN. «Comer de todo no es comer sano» es el lema de Basulto, muy crítico con las terapias alternativas.
- @juan_revenga. Juan Revenga ha desmontado mitos sobre alimentos y dietas, veganas y celiacas incluidas.
- @Midietacojea. Aitor Sánchez se basa en la evidencia científica para echar por tierra creencias nutricionales bien arraigadas.