La acedera es una planta que crece silvestre en zonas frescas de Europa y el Norte de América, y su cultivo como verdura o condimento se lleva a cabo a pequeña escala.
Son comestibles tanto sus hojas como sus tallos tiernos, que tienen un sabor ácido característico debido a la abundancia de ácidos orgánicos, tal y como refleja su nombre científico, rumex acetosa. Precisamente, debido a su sabor ácido se emplea habitualmente como condimento de ensaladas y para dar un toque diferente a las sopas u otros platos.
Valiosa fuente de vitaminas y minerales
En la composición nutritiva de la acedera sobresalen la vitamina C y el betacaroteno (provitamina A), éste último, es un pigmento que confiere el color amarillo-anaranjado-rojizo a ciertos vegetales, aunque en este caso, está enmascarado por la clorofila, pigmento más abundante. También abundan en esta planta minerales como el potasio, el magnesio y el hierro. Por tanto, por su combinación de nutrientes (buena fuente de hierro y vitamina C) y dado que se consume normalmente cruda, es un alimento especialmente interesante en caso de anemia. La vitamina C aumenta la absorción del hierro no hemo, presente en los alimentos vegetales.
A pesar de todas sus virtudes dietéticas, se aconseja que las personas que tienen tendencia a formar cálculos renales, la consuman con precaución, debido a su concentración en ácido oxálico. Esta sustancia produce una sensación desagradable de adormecimiento de la lengua. Si se consume en gran cantidad, se combina con minerales como el calcio y el hierro, dificultando su absorción, y favorece la formación de cálculos (piedras) en el riñón.