Entre finales de septiembre y primeros de octubre de 2014, EROSKI CONSUMER realizó una amplia encuesta sobre la alimentación infantil en España. Se llevó a cabo en nueve comunidades autónomas y contó con la opinión de 1.050 padres o cuidadores habituales (como los abuelos) de niños y adolescentes de entre 2 y 18 años. La encuesta ha revelado datos preocupantes, algunos de los cuales se detallan y analizan a continuación, dada la importancia de seguir una dieta saludable a lo largo de toda la infancia.
Alimentación de niños y jóvenes, ¿demasiado optimismo?
Una de las primeras preguntas de la encuesta pretendía valorar la alimentación de los menores de forma global, a juicio de sus cuidadores. El resultado ha sido sorprendente porque nueve de cada diez adultos consultados ha considerado que sus hijos (o los menores a su cargo) tienen unos hábitos nutricionales equilibrados. La realidad, sin embargo, es bien distinta. En la encuesta se constató que existen notables desequilibrios en la alimentación infantil que, en ocasiones, se agravan en la adolescencia.
Desayuno infantil: poca fruta, mucho azúcar
Si bien existe controversia en el ámbito científico en relación a la importancia del desayuno, nadie duda de que es conveniente la presencia de frutas frescas en esta ingesta. Tampoco hay dudas acerca de lo poco recomendable que es incluir en esta comida, de manera habitual, alimentos con una alta densidad energética. Pues bien, según la encuesta, el 41% de los niños y jóvenes por quienes se consultó nunca incluye fruta en el desayuno. Además, el 57% toma cereales azucarados o chocolateados en el desayuno. La doctora Margaret Chan, directora general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), subraya que este tipo de cereales no son aconsejables para un consumo habitual, dado el alto porcentaje de azúcar que contienen.
Poco consumo de alimentos integrales
Solo un 8% de los menores come habitualmente pan integral. La cifra sube un poco en adolescentes (12%). El consumo de pasta integral es menor (un 6%) y más reducido aún el de arroz integral (un 4%). Son datos desalentadores para los expertos en nutrición. Numerosos estudios muestran beneficios para la salud atribuibles al consumo de granos integrales, tal como concluyó una revisión publicada en Public Health Nutrition en diciembre de 2011 por Gil y colaboradores. De hecho, el Fondo Mundial para la Investigación del Cáncer señala que deberíamos «limitar» nuestra ingesta de cereales refinados para mejorar nuestra salud y prevenir (que no curar) el cáncer.
Un nivel insuficiente de frutas y hortalizas
Se aconseja consumir cinco raciones de frutas y hortalizas a diario, algo que también se aplica a los niños y adolescentes, aunque la ración de consumo recomendada para ellos sea menor que la aconsejada para los adultos. Medidas y pesos aparte, lo cierto es que la mayoría de la población no cubre esta recomendación, y eso incluye a los niños. El artículo ‘Promoción de frutas y hortalizas: ¿qué estamos haciendo mal?‘ explica esta cuestión en detalle. Y la encuesta de EROSKI CONSUMER lo refrenda, ya que ha revelado que más de la mitad de los menores no consume verduras ni hortalizas a diario, mientras que el 29% tampoco consume frutas. Quizá esto último tenga que ver con otro dato que también desprende la encuesta: suele sustituirse la pieza de fruta por el lácteo. Es algo que hace de forma habitual el 32% de los niños y de forma ocasional, el 60%.
La recomendación es consumir a diario un mínimo (no un «máximo«) de cinco raciones de frutas y hortalizas, algo que quedó claro en una investigación llevada a cabo por Reiss y colaboradores en diciembre de 2012 (Food and Chemical Toxicology). En ella se estimó que si la mitad de la población estadounidense tomara una ración más cada día de frutas y hortalizas, se podrían evitar 20.000 casos de cáncer cada año. La OMS, por su parte, calcula que una ingesta insuficiente de frutas y hortalizas (sin contar a tubérculos, como la patata o la mandioca) causa un 31% de las cardiopatías isquémicas y un 11% de los accidentes vasculares cerebrales. En total, considera que consumir suficientes frutas y hortalizas podría salvar hasta 1,7 millones de vidas al año.
Alimentos superfluos al alcance de los niños
Casi siete de cada diez adultos que participaron en la encuesta suelen tener en casa bollería industrial, gominolas, snacks y otros alimentos superfluos, muy atractivos para los niños. Si están en casa, o bien los niños los toman o bien los adultos se los prohíben (porque los niños sienten una gran atracción hacia ellos). No obstante, es bien sabido que «prohibir es despertar el deseo». Es posible que ello guarde relación con el bajo consumo de frutas y hortalizas antes detallado.
La comida como incentivo
Si es poco recomendable que los alimentos superfluos estén de forma habitual en casa, peor es utilizar la comida como incentivo (premio, castigo o alivio al aburrimiento). En la encuesta de EROSKI CONSUMER, esto último sucede en un 32% de las familias, sobre todo cuando los cuidadores no son los padres. Utilizar la comida como «moneda de cambio» de forma habitual es algo del todo desaconsejable. Alimentar bien a un niño no consiste solamente en vigilar los nutrientes que ingiere, también pasa por respetar sus sensaciones de hambre y saciedad, así como sus gustos y preferencias, dentro de una oferta de alimentos saludables, siempre sin chantajes o coacciones. Al menos, así se aconseja en el último documento de referencia en alimentación infantil, publicado por la Academia de Nutrición y Dietética (antigua Asociación Americana de Dietética).
Niños que comen frente al televisor
Conviene evitar que los menores coman frente al televisor, por muchos motivos. Para empezar, ello les aleja de compartir uno de los pocos momentos en familia que viven hoy por hoy. Además, los expone a muchísimos anuncios de alimentos superfluos, muy bien diseñados para atraer su atención, como es el caso de los anuncios de cereales de desayuno azucarados. Sabemos que la publicidad puede modificar las elecciones alimentarias y las dietas de los más pequeños, un aspecto en el que profundiza el artículo ‘Publicidad de alimentos y obesidad infantil‘. En esta reciente encuesta, entre el 30,3% y el 47,6% de los menores siempre ven la tele mientras comen. En adolescentes de entre 13 y 18 años, esta cifra puede llegar al 70%.
Todo lo detallado hasta ahora contrasta no solo con el optimismo de los padres o cuidadores (recordemos que el 90% considera que la alimentación de los menores es adecuada), sino sobre todo con el hecho de que al 87% de los adultos le preocupa «mucho o bastante» este tema. Es una preocupación, como se ha podido comprobar, mal enfocada. Hace falta más información rigurosa en los medios de comunicación, en los hogares, en las consultas con profesionales sanitarios e, incluso, en las escuelas. También es conveniente, sin duda, que exista menos desinformación.