Aunque a algunos les pueda resultar desagradable, lo cierto es que el mundo de los insectos ofrece grandes posibilidades tanto a nivel nutricional como comercial. Por eso, la Organización de la ONU para la Agricultura y la Alimentación (FAO) ha organizado en Tailandia un seminario para debatir sobre el potencial de desarrollo de este sector en la región Asia-Pacífico.
El consumo humano de insectos es una realidad muy común hoy en día en muchas partes del mundo. Así, al menos 527 insectos diferentes son consumidos en 36 países de África, en 29 de Asia y en 23 de América. Los más comunes pertenecen a cuatro grupos principales: escarabajos; hormigas, abejas y avispas; saltamontes y grillos, y polillas y mariposas.
Como fuente alimentaria, los insectos son altamente nutritivos: algunos tienen tantas proteínas como la carne y el pescado, afirma la FAO. Desecados, a menudo tienen el doble de proteínas que la carne y el pescado crudos. Y en su fase larval, algunos también son ricos en grasas y contienen importantes vitaminas y minerales.
Alimento de emergencia
En algunas zonas, los insectos se consumen de forma ocasional como «alimento de emergencia» para evitar la inanición. Pero en la mayoría de las regiones en las que los insectos se utilizan con fines alimentarios, forman parte habitualmente de la dieta y son considerados un manjar.
En Tailandia, por ejemplo, se consumen casi 200 tipos diferentes de especies, muchas de las cuales son altamente demandas. En el norte del país es habitual encontrar granjeros criando gusanos de bambú o grillos para venderlos a los compradores locales.
Aquellos lugares donde los insectos son parte de la dieta, estos se han obtenido en su hábitat silvestre, con la mayoría de los recolectores centrándose en larvas y pupas, las formas más habituales de consumir insectos. Por lo general se procesan y se cocinan de forma sencilla, y sólo se necesita una mínima gestión forestal para explotar este recurso.
Potencial comercial
Además de su valor nutricional, muchos expertos ven en los bichos comestibles un gran potencial para suministrar ingresos y empleos a la población rural que captura, cría, trata, transporta y comercializa los insectos.
La FAO afirma que este negocio puede impulsarse mediante la promoción y la adopción de los estándares de la moderna tecnología alimentaria. No obstante, hay que garantizar que los insectos sean higiénicamente inocuos para el consumo humano y no contengan cantidades excesivas de residuos químicos, como insecticidas.