La cocina belga ha conseguido hacerse un importante hueco entre las mejores cocinas internacionales, de hecho Bélgica es el país con más estrellas de la famosa guía gastronómica Michelin.
Algunos platos típicos
La cocina belga comparte cierto parecido con la francesa, si bien posee platos típicos propios de notable calidad. Entre ellos cabe destacar el «waterzooi», una cremosa sopa de pescado con turbot, más conocido con el nombre de rodaballo, así como las famosas carbonadas flamencas, elaboradas con carne de ternera a la brasa aderezada con diferentes hierbas aromáticas como laurel y tomillo, y acompañada de cebolla, azúcar, vinagre y salsa de cerveza.
Otros de los platos más populares de la gastronomía belga son la anguila (sobre todo en la zona flamenca), los espárragos de Malines, las endibias al jamón, o algo tan sencillo como las patatas fritas.
Pero si lo que se desea es degustar el plato nacional belga por excelencia, entonces habrá que decantarse por unos mejillones al vapor, acompañados de una jarra de espumosa cerveza. La enigmática y cautivadora ciudad de Brujas es un escaparate de esta tradición.
Chocolate, queso y cerveza
Los cohocolates son otro de los productos típicos de Bélgica. Existen unas quinientas variedades de bombones y el surtido de pasteles y barquillos es interminable. El chocolate belga es negro, es decir, sin leche, con un sabor mucho más penetrante que el suizo. En las ciudades más turísticas se encuentran tiendas sólo de chocolates: en forma de bombón, tableta, figuritas… y hacerse con un kilo de ellos es algo imprescindiblemente sabroso.
Algo parecido ocurre con el queso, ya que Bélgica cuenta con más de ochenta variedades, por lo que supera en proporción a las existentes en Holanda, Suiza y Francia juntas.
La cerveza es sin duda la bebida más popular y de mayor consumo en el país. La Lambic, elaborada con trigo y cebada, y la Trappist (la trapense), son las variedades más famosas y prestigiosas. De hecho, no existe ningún país que posea tantas variedades de cerveza como Bélgica, ya que en sus numerosas cervecerías se pueden encontrar cientos de clases de cervezas, incluso con sabor a frambuesa. En los últimos tiempos han proliferado las variedades sin alcohol, y se están convirtiendo en un refresco muy solicitado y conseguido.