Es la fruta por excelencia, ya que es bien tolerada por la mayoría de personas, y combina sin problemas con cualquier otro alimento.
Aparte del 12,6% de hidratos de carbono en forma de azúcares que presenta, no hay ningún otro nutriente que destaque en la composición de la manzana. Se trata en su mayor parte de fructosa (azúcar de la fruta, también llamado levulosa) y en menor proporción, de glucosa y sacarosa. Contiene pequeñas cantidades de vitaminas y minerales y menos aún de proteínas y grasas.
A la vista de esta composición tan poco llamativa en cuanto a nutrientes, resulta difícil imaginar las extraordinarias propiedades dietoterápicas que hacen de la manzana un alimento medicina. Son los elementos fitoquímicos que contiene los que justifican sus efectos terapéuticos. Estos compuestos se encuentran en los alimentos vegetales, no aportan energía, y su función era desconocida hasta hace unas pocas décadas. Hoy se sabe con certeza de la existencia y la función de algunos de los componentes de esta fruta que le confieren la doble particularidad de actuar como alimento astringente o laxante según como sea consumida.
Excelente regulador intestinal
Quizá la propiedad más conocida de la manzana sea su acción reguladora intestinal. Si la comemos cruda y con piel es útil para tratar el estreñimiento, ya que así aprovechamos de ella su riqueza en fibra insoluble presente en la piel, que estimula la actividad intestinal y ayuda a mantener los músculos intestinales en forma.
Por otra parte, la manzana es una fruta muy rica en pectina. Se trata de un hidrato de carbono que no se absorbe en el intestino, y que forma parte de lo que llamamos fibra soluble. La mayor parte de los 2,4 g/100 g de fibra de la manzana están formados por pectina. Solamente una quinta parte de la pectina de la manzana se encuentra en la piel de la fruta, el resto en la pulpa, por lo que al pelarlas se pierde una pequeña cantidad. La pectina tiene la particularidad de retener agua, y se le atribuyen efectos benéficos en caso de diarrea ya que hace más lento el tránsito intestinal. Además, la manzana es, después del membrillo, una de las frutas más ricas en taninos, sustancias con propiedades astringentes y antiinflamatorias. Algunas de las acciones de los taninos son secar y desinflamar la mucosa intestinal (capa que tapiza el interior del conducto digestivo), por lo que resultan eficaces en el tratamiento de la diarrea. Los taninos se reconocen rápidamente por la sensación áspera que producen al paladar. No obstante, hay que tener en cuenta que los taninos aparecen en la manzana cuando se deja oscurecer la pulpa rallada de una manzana pelada.
De manera que podemos decir que la manzana cruda y con piel es útil para tratar el estreñimiento, y si esa misma manzana se consume pelada, rallada y oscurecida tiene el efecto contrario en nuestro organismo.