La Comisión Europea estudia la posibilidad de obligar a los estados miembros a limpiar de vísceras el ganado caprino antes de su consumo. Las autoridades comunitarias se han planteado esta drástica medida tras la confirmación del primer caso de contagio en estado natural de la encefalopatía espongiforme bovina (EEB) en una cabra de una explotación ganadera francesa próxima a Burdeos.
Todos los indicios apuntan a que el animal, nacido en marzo del año 2000 y sacrificado junto al resto de su rebaño en octubre de 2002, comió piensos con harinas cárnicas contaminadas cuando la prohibición sobre estos productos aún no estaba vigente. Los expertos no han recibido con sorpresa esta noticia porque en noviembre el Gobierno de París ya informó a la Comisión de que había sospechas de que el mal de las «vacas locas» había saltado a una cabra.
Juan José Badiola, director del Laboratorio Nacional de Referencia de Encefalopatías Transmisibles de Zaragoza, explicó ayer que, ya en los años 90, un grupo de científicos inoculó un macerado de cerebros de vacas infectadas a cabritos para determinar si el contagio era posible. El estudio demostró que sí, pero se llegó a una conclusión curiosa: los cabritos con el mal de las «vacas locas» enferman de un prión que se comporta de una forma muy similar a la tembladera (o scrapie).
Badiola concede especial trascendencia a esta deducción porque, mientras el mal se concentra en las vacas en los tejidos del sistema central nervioso, en las cabras puede extenderse a otras vísceras. Es este razonamiento lo que ha movido a la Comisión Europea a plantearse la ampliación de la lista de los llamados materiales específicos de riesgo (MER) para el ganado caprino. Esta extensión afectaría a los tejidos del sistema linforeticular (bazo, ganglios linfáticos, amígdala, íleon, placa de Peyer…). A falta de otras pruebas, Europa también se plantea la limpieza de la mayoría de las vísceras de los animales antes de que lleguen al mercado.
En España, el consumo de caprinos se limita casi en exclusiva a los cabritos (hay más de tres millones de cabras). «Si la UE toma la decisión más drástica que baraja, prácticamente solo llegaría a los mercados la canal», dice Badiola. Serán también las autoridades las que tendrán que decidir la edad mínima de los animales para que sus vísceras sean destruidas.