Muchas madres que acaban de dar a luz aseguran que el momento más doloroso no es el del parto, sino el de alimentar al bebé. Las grietas en las mamas, la obstrucción de los conductos mamarios y la dolorosa acumulación de la leche en el pecho son las razones más comunes por las que deciden abandonar esta opción y alimentar al niño con biberón. Ante esa creciente tendencia, la Organización Mundial de la Salud y UNICEF han realizado un llamamiento conjunto mundial para que los Gobiernos promuevan la lactancia materna entre las mujeres: aseguran que esta leche contiene sustancias únicas, como células vivas (macrófagos), hormonas y anticuerpos que no pueden ser suministradas artificialmente al lactante. Además, la lactancia protege a la madre: las mujeres que dan el pecho tienen menos riesgo de padecer anemia post parto, cáncer de ovarios, mama y osteoporosis.
Una completa alimentación
Durante los seis primeros meses de vida la leche materna es el mejor alimento que una madre puede proporcionar a su hijo recién nacido. Como asegura el doctor José Arena, de la sección de Neonatología de Hospital Unificado de San Sebastián, “la leche materna es netamente superior a la leche de fórmula para la alimentación del lactante y tiene carácter específico para la especie humana”. Proporciona a los bebés todos los nutrientes, antioxidantes, anticuerpos, hormonas y factores inmunitarios necesarios para sobrevivir.
La OMS recomienda medio año de lactancia materna en exclusiva y prolongarla, complementada con otros alimentos, hasta los dos años o más. Asimismo, recuerda que “no amamantar al niño y especialmente no alimentarlo exclusivamente con leche materna durante los seis primeros meses de vida, es un importante factor de riesgo relacionado con la morbilidad y la mortalidad infantiles”. Sólo en Estados Unidos se podrían evitar 720 muertes postneonatales entre el mes y el año de vida, según un estudio que se ha publicado recientemente, explica el doctor Juan José Lasarte, miembro del Comité de Lactancia Materna de la Asociación Española de Pediatría.
Actualmente, según Unicef y la OMS, apenas el 35 % de los lactantes reciben exclusivamente leche materna durante sus primeros cuatros meses de vida y, a menudo, la alimentación complementaria comienza demasiado pronto. Además, en muchas de estas ocasiones, los alimentos son nutricionalmente inadecuados.
La diferencia de componentes entre la leche materna y la artificial o la introducción de alimentos no lácteos antes de tiempo hacen que aumenten las posibilidades de que estos niños padezcan más obesidad y sobrepeso en un futuro frente a los que fueron amamantados. “La lactancia materna es necesaria para el desarrollo integral del lactante y nunca la alimentación con otros productos debió constituirse en alternativa, sino ser una prescripción, un remedio cuando algo grave ha pasado a la madre o al bebé”, asegura tajante José María Paricio del Servicio de Pediatría del Hospital Marina Alta de Denia, quien añade que “las fórmulas diseñadas para bebés menores de seis meses, no se deberían ofertar libremente en farmacias y otros establecimientos porque ello induce a la población a creer que es un tipo de alimentación alternativa y equiparable a la lactancia natural”.
Sin embargo, para los profesionales, además de los beneficios netamente nutricionales, la lactancia materna aporta otros más importantes. “Con la lactancia se establece un vínculo afectivo entre una madre y su bebé que constituye una experiencia especial, singular y sólida”, explica la doctora María José Lozano, pediatra del Servicio de Pediatría del Hospital Marqués de Valdecilla de Santander. El doctor Adolfo Gómez corrobora estas palabras, pero añade que “la lactancia no es innata sino cultural y, por ello, es importante adiestrar a las madres y poner el bebé encima de ellas nada más nacer”.
Ventajas para la madre y el niño
Durante la primera hora después de su nacimiento es recomendable que el niño permanezca sobre la madre para que se estimule el contacto con la piel entre ambos, aunque el bebé no tenga ganas de mamar. De esta forma, nada más despertarse se le puede ofrecer el pecho y el niño se acostumbra a él. Además, la producción de leche de la madre es provocada por la succión del niño, “la mama es una glándula y los mecanismos de producción de la leche son complejos. Se podría considerar la mama como una ‘fábrica’, es decir, que aunque pueda almacenar algo de leche, ésta se produce constantemente mientras el niño succiona”, explica el doctor Lasarte.
Hay que tener en cuenta que la leche de la madre varía de composición durante la toma, “al principio es más aguada y contiene más lactosa, al final es mayor su contenido en grasas”, asegura Lasarte, quien añade que lo fundamental es que la producción y características de la leche se ajusta a lo que el niño necesita en cada momento. “Contiene sustancias únicas, como células vivas (macrófagos), hormonas, anticuerpos, enzimas activas (que promueven la maduración del intestino y facilitan la digestión) y otras proteínas que no pueden ser suministradas artificialmente al lactante”, detalla el Dr. José Bernardo González de la Rosa, del Hospital General Yagüe de Burgos.
Gracias a esta leche, los pequeños están protegidos frente a enfermedades como catarros, bronquitis, neumonía, diarreas, otitis, meningitis, infecciones de orina, síndrome de muerte súbita, “y enfermedades más a largo plazo como alergias, obesidad, diabetes, la enfermedad de Crohn, colitis ulcerosa y ciertos tipos de cáncer”, añade la doctora Lozano. Además, al no tratarse de un medicamento no tiene efectos secundarios y el menor nunca es alérgico a este alimento.
Sin embargo, el niño no es el único receptor de las ventajas de la lactancia materna. “Probablemente las madres que amamantan a sus bebés no lo hacen sólo para disminuir el riesgo de enfermedades, de hecho, la mayoría puede que no sepa ni siquiera cuáles puede evitar. No obstante, ellas también salen beneficiadas. Pierden peso más rápidamente, tienen menos riesgo de anemia post parto y está comprobado que el cáncer de ovarios, mama y la osteoporosis son menos frecuentes en quienes han amamantado”, explican desde el Comité de Lactancia Materna de la AEP.
“La leche materna es un producto ecológico, no necesita fabricarse, ni envasarse por lo que no consume energía ni contamina el Medio Ambiente. Para las familias supone un importante ahorro económico que se ha calculado en unos 600 euros el primer año de vida de el bebé”, descubre Juan José Lasarte.
Las únicas madres que no deben dar de mamar a su hijo son las que tienen SIDA, consumen drogas, sufren alguna enfermedad infrecuente o toman algún medicamento que contraindique la lactancia como los anticancerosos, los medicamentos que contienen yodo libre, algunos antipsicóticos y anticoagulantes. “De todos ellos, sólo los anticancerosos son, desgraciadamente, insustituibles, en los demás siempre hay una alternativa compatible con la lactancia”, tranquiliza el doctor Paricio.
Ingurgitacion y mastitis
A pesar de todas las ventajas de dar pecho, en ocasiones las mujeres sufren molestias en las mamas provocadas, generalmente, por una acumulación de leche. Es lo que se conoce como ingurgitación y mastitis.
La ingurgitación tiene su consecuencia más directa en “una mala técnica: tardar en empezar a poner al niño al pecho, ponerle horarios rígidos y espaciados y, retrasar el vaciado de leche. Es entonces cuando la leche empieza a acumularse rellenando el pecho, aumentando su tamaño y provocando dolor e inflamación”, explica el doctor Paricio del Hospital Marina Alta de Denia.
Este proceso se da más frecuentemente con el primer hijo y “aparece a los dos o tres días del nacimiento del niño”, detalle el doctor González de la Rosa. ¿La solución? “Es sencilla: extraer la leche amamantando o con sacaleches y calmar el dolor con antiinflamatorios y frío local. El agua caliente también ayuda a vaciar el pecho y la aplicación de compresas frías sobre ellos calma el dolor y son útiles tras haber extraído leche”, comentan desde el Hospital Marqués de Valdecilla de Santander.
La mastitis es una obstrucción de los conductos mamarios, de origen infeccioso, “provocada por los gérmenes Staphylococcus Aureus, Estreptococo y Haemophilus, pero que no impide que el niño siga mamando, ya que no se contagia”, asegura el doctor González de la Rosa. Habitualmente se localiza en una parte del pecho, que se pone roja y más dura de lo normal provocando dolor localizado. La madre puede sufrir fiebres y molestias en articulaciones y huesos. El remedio es el mismo que se utiliza para la ingurgitación, aunque al tratarse de una infección localizada casi siempre será necesario tomar antibióticos que sean compatibles con la lactancia. Si el amamantamiento resulta muy doloroso en el pecho afectado, se recomienda “ofrecer al niño el otro pecho en primer lugar para que las primeras succiones, que son más vigorosas, las realice en el que no duele”.