Una dieta pobre a la que se incorporan productos enriquecidos con los que la persona cree que compensa sus deficiencias, sólo ayuda a mantener y promover hábitos dietéticos incorrectos. Respecto al consumo habitual de leche enriquecida en calcio y vitaminas, actualmente no se conocen datos basados en estudios clínicos y epidemiológicos que demuestren la absorción y efectividad de los elementos añadidos (calcio y vitaminas A y D). Es decir, se desconoce la diferente resistencia de los huesos de una persona que tome regularmente leche enriquecida respecto a una que tome leche sin enriquecer. Además, las vitaminas liposolubles, entre ellas la A y la D pueden ser tóxicas en dosis excesivas durante periodos prolongados.