La primavera es un periodo del año en el que se manifiesta de manera espectacular la energía de la naturaleza, materializada con la siembra, la planta y el crecimiento de muchos vegetales. La variedad de hortalizas, verduras y frutas de temporada es amplia. Este cambio de estación se debe traducir también en una revisión de la dieta, tanto de los alimentos seleccionados que deben ocupar un lugar destacado en la despensa como de los métodos de cocinado. Una organización efectiva de la alacena y la elección de la dieta deben servir al mismo tiempo para combatir el cansancio y la astenia primaveral mediante los alimentos.
La primavera es el tiempo de limpiar y depurar los excesos, no tanto en calorías sino en preparación y elección de alimentos y platos más densos asociados al frío del invierno, como los estofados, los guisos, los potajes de legumbres, etc. Con la llegada de un clima, en general más templado, no es cuestión de renunciar a estas preparaciones, pero sí de empezar a integrar alimentos y formas de cocinado más livianas.
Verduras y hortalizas
Los espárragos trigueros y blancos, las alcachofas, los guisantes frescos, las espinacas y las coles de Bruselas son verduras más específicas de la estación. Las que son ligeramente amargas y picantes (berros, alcachofas, apio, rabanitos o nabos) son excelentes purificadoras y ayudan a eliminar las toxinas y a preparar al organismo para hacer frente a la astenia primaveral.
La selección de alimentos es una ayuda inestimable para superar los momentos de astenia o agotamiento físico que sufren algunas personas
Se pueden tomar sopas caldosas con las verduras de base, antes de comidas y cenas, y echar mano de hierbas aromáticas frescas en estas y otras preparaciones. El recetario de EROSKI CONSUMER permite sacar el máximo provecho a estos alimentos con las recetas más sugerentes, originales y sencillas. Ofrece la posibilidad de cocinar los espárragos de diferentes maneras: los trigueros a la plancha son una delicia que se pueden comer de primer plato o guarnición de un segundo, o usarse como relleno de pescado como la dorada o el mero, mezclarlos con arroz y pollo, en tortilla, entre otros.
Las frutas primaverales
Durante las primeras semanas de primavera (marzo y abril) todavía suele hacer frío y la fruta tiene el efecto energético de enfriar y refrescar. Por ello se recomienda combinar el consumo de frutas propias de la temporada, como fresas y fresones, albaricoques o melocotones, con otras frutas a las que se les puede aplicar algún factor calentador como el fuego (compotas, frutas al horno o al vapor). Las manzanas en compota o asadas, la compota de pera o de uva moscatel son algunas sugerencias de recetas de frutas a servir templadas.
El calor hace que las frutas concentren sus azúcares naturales, que son los que proporcionan un dulzor intenso que ayuda a saciar el sabor dulce que pide el cuerpo. Para equilibrar las preparaciones, al cocer la fruta conviene añadir unos granos de sal marina. Además, sirve usar especias para potenciar el dulzor original, como la canela, el clavo o la vainilla.
En cuestión de preparaciones de las comidas, es el momento de utilizar menos cantidad de aceites y grasas para ayudar al hígado a relajarse y a hacer de manera más eficaz su función depurativa. Los fritos y los guisos se pueden sustituir por salteados cortos y por cocciones más ligeras como los hervidos, al vapor y los escaldados. Estas medidas expresas de selección de alimentos y formas de cocinado son una ayuda inestimable para superar los momentos de cansancio, astenia o agotamiento físico que experimentan algunas personas con los cambios de estación.
Hacer una dieta más cuidada y depurativa no significa tener que ayunar ni hacer curas rápidas y drásticas, como la del sirope de savia, ni pasar hambre. Es alimentarse de una manera más acorde a la oferta de hortalizas y frutas más ligeras propias de la estación. Las situaciones de ayuno total o parcial pueden comprometer la salud de las personas sanas y agravar la de quienes tienen enfermedades crónicas.
La ausencia del consumo de alimentos durante varias horas al día, o durante todo el día varios días a la semana, compromete de forma seria el aporte de glucosa al organismo, con serias repercusiones para la salud. La sensación de pesadez de cabeza y de migraña son dos de los síntomas que se pueden considerar como más leves.
Tal y como advierte la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) en un informe referente a las dietas milagro, ante una situación cercana al ayuno “el organismo reacciona compensando la falta de energía recibida con un aumento de la destrucción de las proteínas corporales, como fuente alternativa de energía, lo que provoca una pérdida de masa muscular y, por otro lado, la formación de sustancias peligrosas (cuerpos cetónicos) para el organismo cuando la dieta estricta (o el ayuno) se prolonga en el tiempo”.
Ante la decisión voluntaria de hacer ayuno, conviene dejarse orientar por un profesional sanitario que pueda controlar las sensaciones y síntomas asociados a la falta de comida. El ayuno está absolutamente contraindicado para las personas con enfermedades agudas o crónicas, o quienes atraviesen una etapa de la vida que exija mayores requerimientos energéticos (niños y adolescentes, embarazadas y madres lactantes).