Caramelos, chicles, chocolatinas o gominolas son golosinas agrupadas bajo la denominación popular de «chuches», una tentación irresistible de la que los españoles consumen 105.000 toneladas cada año, con buenas condiciones higiénicas, menos colorante del que aparentan, pero que aportan un número de calorías importante.
Es difícil resistirse a la tentación que suponen las chucherías, sobre todo por parte de los menores, que consumen más de dos kilos al año, lo que supone un gasto de 11.000 pesetas anuales, según un estudio de la Unión de Consumidores de Espa-ña (UCE). Una de las autoras del estudio, la antropóloga Isabel Castro, es partidaria de «inventar» golosinas elaboradas con aceite de oliva, base de la dieta mediterránea, y pone como ejemplo a Japón, donde la mayoría de las «chuches» que se consumen incluyen arroz, el alimento principal de la dieta japonesa.