Cada año se abren nuevas áreas de experimentación y búsqueda de mercados en la cría en cautividad de especies piscícolas, uno de los campos más prometedores de la producción alimentaria. Los especialistas señalan ya al bacalao atlántico como la futura estrella de una industria emergente, que sólo en España mueve más de 400 millones de euros anuales, sumadas todas las especies de acuicultura.
Frente a las casi tres décadas de desarrollo del salmón como especie de criadero, el bacalao atlántico es aún una incógnita cargada de futuro. Las 600 toneladas de este pez de la familia de los gádidos que se comercializaron el año pasado en todo el mundo, hablan aún de lo incipiente de su doma, pero todo apunta a que su explosión está próxima. En Noruega, organismos oficiales estiman que en dos décadas «puede llegar a alcanzar un valor igual al de la actual producción de salmón», en el país escandinavo (más de 10 billones de coronas noruegas).
El potencial del bacalao de cultivo es tan enorme como sus posibilidades culinarias. Portugal, España y otros países mediterráneos constituyen una mina comercial de futuro, dado el arraigo de esta especie en la tradición gastronómica del sur de Europa.
En nuestro país, otro gádido primo del bacalao, el abadejo, busca también su hueco entre los pescados de acuicultura. El grupo Isidro de la Cal lo ha incluido desde hace dos años entre su catálogo de especies de criadero, aunque la primera generación de abadejos cautivos saldrá al mercado el año próximo, una vez completo su ciclo de crianza hasta un tamaño aceptable en términos comerciales. Las previsiones son de 40 toneladas destinadas al mercado gallego, «que es donde mejor se paga el abadejo», asegura José Bretón, consejero delegado del grupo coruñés, dedicado a la cría y comercialización de productos del mar.
Bretón fue uno de los asistentes a la quinta edición de AquaVisión 2004, celebrada la pasada semana en la localidad noruega de Stavanger. Más de 400 representantes de una treintena de países y sectores diversos -gobiernos, productores de acuicultura, ecologistas, científicos, gastrónomos…- analizaron los pros, los contras y el horizonte de futuro de un método de producción de alimentos que crece de forma exponencial. Hoy la acuicultura representa algo menos de un tercio del suministro mundial de pescado. Según la Organización de la ONU para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y otros organismos internacionales, para 2025 habrá superado a la pesca extractiva y rozará el 60% del consumo mundial.
Jochen Nierentz, de la división de industrias pesqueras de la FAO, presente en Stavanger, ve el desarrollo de la acuicultura como «una gran oportunidad para los países en vías de desarrollo», que capitalizarán en gran medida (59% frente al 41% de los países ricos) ese crecimiento espectacular.
Ventajas y desventajas
Los defensores de la cría intensiva de peces para consumo humano destacan sus ventajas sobre la ganadería industrial: menor uso de antibióticos, en una proporción de uno a diez; no libera metano; uso eficiente del terreno, y, en particular, un mejor aprovechamiento del alimento ingerido. Subrayan también los beneficios nutricionales y dietéticos bien acreditados de las dietas con abundancia de pescado -ácidos grasos cardiosaludables, proteínas de buena calidad y menor tasa de colesterol que las carnes-.
Pero no todo son ventajas. Los peces comen peces y un aumento sostenido de la acuicultura podría acabar, víctimas de la elaboración de piensos, con especies sin valor para consumo humano pero garantes del equilibrio de los ecosistemas marinos. Además, el uso de antibióticos y productos químicos para garantizar la salud de los peces y la limpieza de las instalaciones genera contaminación en las áreas de cultivos, y los residuos orgánicos de los animales empobrecen la calidad de las aguas. También el escape de ejemplares cautivos y su cruce con congéneres silvestres es otro problema que preocupa a las organizaciones ecologistas.