Un metaanálisis de la Fundación Mundial para la Investigación del Cáncer (WCRF) y del Instituto Americano para la Investigación del Cáncer advierte de los riesgos de la carne roja y de su relación con el desarrollo de cáncer de colon. Tras los resultados de la investigación, en la que se han revisado 7000 estudios sobre cáncer a nivel mundial publicados desde 1960, la Fundación recomienda eliminar totalmente de la dieta el jamón y el tocino, y reducir a 500 g semanales el resto de carne roja. Las organizaciones relacionadas con la carne no han tardado en reaccionar. Consideran exageradas las medidas de la WCRF, opinan que el consumo de carne roja no se verá reducido y corroboran sus declaraciones mostrando otros estudios que niegan la relación entre carne roja y cáncer.
La carne roja y la procesada podrían aumentar las probabilidades de desarrollar cáncer colorectal. Es lo que asegura la Fundación Mundial para la Investigación del Cáncer (WCRF) tras el análisis de 7000 estudios sobre cáncer publicados a nivel mundial desde 1960. En resumen, los resultados muestran que la ingesta de estos dos tipos de carne aumenta en un 30% el riesgo de padecer cáncer. Tras el estudio, las recomendaciones de consumo de carne roja pasan por eliminar totalmente de la dieta el jamón y el tocino, y reducir a 500 g semanales el resto de variedades de carne roja. Asimismo, el informe incluye otras diez recomendaciones para prevenir el cáncer.
Otras evidencias
Otros hallazgos del estudio incluyen evidencias de que el alcohol es también un factor causal de cáncer, y que los suplementos dietéticos no son favorables para la prevención. Asimismo, la revisión incluye una gran cantidad de alimentos y nutrientes adecuados. Así, los alimentos ricos en folato y las dietas ricas en calcio reducen las probabilidades de cáncer de páncreas y de colon respectivamente, según el estudio.
Ante los resultados, Fiona Adehesad, del Departamento de Salud del Reino Unido, pide a vendedores y fabricantes que usen un sistema parecido al del semáforo para poder «ayudar a los consumidores a escoger bien». Por otro lado, Michael Marmot, de la WCRF, asegura que mantener un peso saludable durante la edad adulta también es la clave y que, aunque sea difícil de llevar a cabo, es necesario porque es lo que «la ciencia nos está diciendo con mayor claridad que nunca».
El informe ya ha provocado reacciones entre los diferentes organismos relacionados con la alimentación. La primera en responder ha sido la Federación de Alimentación y Bebidas del Reino Unido. Julian Hunt, director de comunicaciones de la organización, asegura que el equilibrio alimentario y el ejercicio moderado son «la clave para un estilo de vida saludable». Asegura que el problema debe abordarse entre todos, sumando Gobierno, industria y particulares. Añade que el informe muestra, de forma oportuna, que aún queda mucho trabajo por hacer.
Reacciones contrarias
Un metaanálisis de 2004 con 725.000 personas implicadas mostró una relación directa entre carne roja y cáncer
El Instituto de la carne americano considera las recomendaciones de la WCRF «extremas» e «infundadas», así como reflejan su lucha constante contra la carne. Randy Fuman, vicepresidente del área científica del Instituto, protesta ante los continuos estudios contradictorios, por lo que considera inconcebible dibujar conclusiones definitivas. Uno de los estudios a los que se refiere, por ejemplo, es el llevado a cabo en 2004 por la Escuela de Harvard de Salud Pública. En la investigación se examinaron 14 estudios que incluían a 725.000 personas. Los resultados no mostraron una relación directa entre la carne y el cáncer.
La Comisión de carne y ganadería del Reino Unido, por otro lado, tampoco ha tardado en reaccionar y ha rebajado la importancia de los anuncios de la WCRF. Chris Lamb, director de marketing de la Comisión, asegura que la industria de la carne no está excesivamente preocupada por la noticia. «No creemos que será un problema», dice. El informe recomienda que la gente coma un promedio de 500 g de carne roja a la semana, que «es en realidad lo que el consumidor medio hace en la actualidad», añade. De acuerdo con los datos de la revista ‘British Medical Journal’, el consumo semanal actual de carne roja en el Reino Unido es de 970 g en los hombres y de unos 500 en las mujeres.
Según Lamb, en los últimos dos años se han publicado otros informes similares que no han supuesto reducciones en el consumo de carne, por lo que les sorprendería mucho si hay una reacción de los consumidores. «Las personas son inteligentes y, aunque estas informaciones desconciertan, siguen con el mismo comportamiento».
El consumo de carne ha disminuido, pero las cifras de enfermos de cáncer han aumentado. En 1950, cuando la carne de pollo era todavía un lujo apta sólo para las clases más favorecidas, las raciones de carne roja se contaban por día (dos o tres). Con el pollo como carne para las comidas cotidianas, el consumo de carne roja ha descendido un 30% desde 1970, mientras que el porcentaje de incidencia de cáncer de colon sigue siendo de un 10%. «Hay una incongruencia entre estas cifras y el mensaje extremo de la WCRF», asegura Lamb.
Una encuesta realizada en una de las carnicerías más importantes de la zona este de Londres, JBS, corrobora las afirmaciones de Lamb sobre la inapreciable reacción de los consumidores. Los habitantes de la capital inglesa, ciudad tradicionalmente carnívora, parecen hacer oídos sordos a los nuevos hallazgos y recomendaciones de la WCRF. Los resultados del cuestionario muestran la sensación de incredulidad respecto a las mismas y el apego de los consumidores ingleses por la carne roja. John Gaynor, director del establecimiento, está convencido de que los compradores no se asustarán ante los anuncios que relacionan el consumo de carne y el cáncer. «La gente no comería nada si escuchara todas las noticias», afirma.