Imagen: WikipediaTal y como su nombre indica, esta variedad de pimientos son originarios de Padrón, una localidad gallega de la provincia de A Coruña. En realidad, los primeros se plantaron en Herbón (aldea del municipio de Padrón) después de que misioneros del convento franciscano del pueblo los importaran de América. Con los años se han ido adaptando a la climatología de la región, reduciéndose en tamaño pero no en sabor. Hoy en día su cultivo y su consumo están extendidos prácticamente por todo el país.
«Pimientos de Padrón, unos pican y otros no»
Los pimientos de Padrón se recolectan, cuando aún son pequeños, durante los meses de mayo y junio. La temporada de esta hortaliza se extiende durante todo el verano y hasta finales de octubre. Para celebrar su llegada, el primer sábado de agosto de cada año se organiza en Herbón una fiesta gastronómica donde el pimiento de Padrón es el único protagonista.
Se caracterizan por su pequeño tamaño, color verde y forma cónica. Su aspecto más curioso es el intenso sabor picante que presentan sólo algunos, de ahí el dicho «pimientos de Padrón, unos pican y otros no». Es algo inapreciable hasta que se prueban, ya que a la vista no se ven diferencias de tamaño, forma ni color. El sabor picante se debe a una sustancia que se acumula durante la maduración, la capsaicina. La incertidumbre de no saber si será picante o no es la nota de originalidad de estos pimientos.
Con efecto antioxidante
La incertidumbre de si picará o no otorga a este antioxidante una nota de originalidad y diversión cuando se consume
Los pimientos de Padrón tienen un valor nutritivo muy semejante al del pimiento verde. Su principal componente es el agua, por lo que su aporte calórico es mínimo. Sin embargo, si se fríen en abundante aceite, las calorías se incrementan, no por los pimientos, sino por la absorción de aceite. Una vez fritos se pueden colocar sobre un papel de cocina para eliminar el exceso de grasa. Para una opción más ligera se pueden asar a la parrilla, a la plancha o cocinarlos al microondas. De esta forma resultan muy apropiados en dietas con bajo aporte de grasas.
Cuando son crudos, estos pimientos son una fuente excelente de vitamina C, pero ésta no es la forma habitual de consumirlos. Fritos o a la plancha pierden gran parte de la misma, ya que es sensible al calor. Destaca también su contenido en provitamina A o beta-caroteno (que el organismo transforma en vitamina A conforme lo necesita), folatos y vitamina E. Por estos motivos, se asigna un efecto antioxidante importante al pimiento de Padrón.
Entre sus minerales abundan el potasio y el magnesio. El sodio apenas tiene presencia. Por ello, las personas que siguen dietas con restricción de este mineral pueden tomarlos, aunque deberán controlar la adición de sal. La costumbre de añadir abundante sal gorda a los pimientos de Padrón ya cocinados es, de hecho, muy habitual.
Se recomienda evitar esta variedad de pimientos a las personas con el estómago delicado ya que, aunque no todos pican, las probabilidades de que alguno de ellos lo haga son elevadas.