Si el producto congelado es de buena calidad y no se ha roto la cadena de frío, es decir, que desde el momento que ha sido congelado nunca ha alcanzado más de 0 ºC, mantiene el mismo valor nutritivo que cuando estaba fresco.
El consumidor puede elegir esos productos congelados de calidad, desechando aquellos que estén apelmazados, hechos un bloque o con una fina capa de escarcha por encima del envoltorio, ya que estos signos son indicativos de que en algún momento del proceso (transporte, almacenamiento…) se ha roto la cadena de frío.