“No quiero comer esto porque engorda”. “Mamá, compra estas galletas, que tienen menos calorías”. “Estas pastillas para adelgazar van bien”. Frases así -o similares- son comunes en muchos hogares y en diversos foros de Internet que frecuentan adolescentes y niños. Y es que cada vez hay más pequeños (además de los jóvenes) que se preocupan por su figura, que hablan de ello, e incluso se obsesionan y limitan el consumo de tal o cual producto porque “engorda”. El énfasis incesante en la apariencia, la imagen y el atractivo físico les conduce a controlar su peso por medio de prácticas y comportamientos que creen que les ayudarán a alcanzar unos objetivos “ideales”, aunque la mayoría son insanos. En paralelo, los índices de obesidad infantil son alarmantes. El siguiente reportaje explica cuáles son esos hábitos del control de peso, describe el contexto en el que suceden y ofrece un cuestionario para detectar conductas problemáticas con la alimentación.
Modelos delgados, comida que engorda
Los niños están expuestos a un sinfín de mensajes contradictorios de gran impacto. Se mueven en un plano donde coexisten las «cajitas felices» de una reconocida empresa de comida rápida con las típicas muñecas delgadas en extremo y de silueta irreal. Están rodeados de comida hipercalórica, mientras que cada vez son más numerosos los productos «light«, «sin azúcares» o con «0% materia grasa» dirigidos también a ellos. Las raciones de ciertos alimentos han aumentado de manera espectacular, al tiempo que las etiquetas sugieren «raciones saludables de consumo». El Ministerio de Alimentación (MAGRAMA) pone en marcha campañas para fomentar el consumo de alimentos saludables y, sin embargo, el horario infantil en televisión está colmado de publicidad sobre alimentos poco sanos, tal y como demostró una investigación de Eroski Consumer.
¿Cómo actuar frente a estos mensajes opuestos? Es comprensible que muchos niños y adolescentes (también sus padres y madres) se sientan confusos, y consideren que ciertas conductas de control de peso o ciertas elecciones alimentarias son inofensivas para la salud. Sin embargo, la evidencia sugiere que la práctica de determinados comportamientos alimentarios puede llevar a resultados tan diversos como la deficiencia nutricional, la depresión, la pérdida de la autoestima, los desórdenes alimentarios, los trastornos de la conducta alimentaria o, incluso, la obesidad.
Jóvenes, dietas y conductas insanas para controlar el peso corporal
Las conductas malsanas de control de peso son bastante comunes entre el colectivo adolescente; en especial, entre las mujeres. Una encuesta realizada dentro del Proyecto Eating Among Teens (Comer entre adolescentes, EAT) -el de mayor envergadura en cuestión de hábitos, control de peso y actividad física en este colectivo-, mostró que más del 50% de las adolescentes estadounidenses informaron sobre la puesta en práctica de conductas de control de peso perjudiciales, como no desayunar, saltarse comidas, reducir de manera arbitraria la cantidad de las raciones.
Estas actitudes desordenadas están presentes también en un número creciente de adolescentes de los países mediterráneos; no es un problema exclusivo de la población estadounidense. Un estudio griego, dirigido por Yannakoulia, confirmó que el 20,3% de las mujeres griegas y el 7,3% de los varones presentaron trastornos del comportamiento alimentario. Los resultados de una investigación publicada en 2010 en la revista Psychology and Health indican que muchas mujeres adolescentes griegas participan en comportamientos de control de peso poco saludables, como saltarse las comidas principales o ayunar durante un día o más tiempo.
Está demostrado que las niñas imitan el estilo alimentario de sus madres
En el ámbito nacional, una encuesta española sobre errores y hábitos relacionados con el peso corporal -publicada en el libro ‘Nutrición en la población femenina’, de la doctora Rosa Mª Ortega-, confirma que casi la mitad (45,2%) de las chicas adolescentes encuestadas había realizado alguna dieta en algún momento de su vida. Según informan los autores del capítulo, «no parece justificado que, dentro del grupo de las que siguen o han seguido dietas en alguna ocasión, el porcentaje de mujeres con peso adecuado supere el 65%». ¿Por qué las hacen, entonces? La principal razón alegada es la estética (77% de las mujeres), seguida por la salud (38,9%). En esta línea, es muy importante recordar el siguiente dato: está demostrado que las niñas imitan el estilo alimentario de su madre; de modo que si su madre está pendiente y obsesionada con las dietas o con el peso, la hija estará más predispuesta a desarrollar un trastorno de la conducta alimentaria.
Desde la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Minnesota, los autores del estudio epidemiológico sobre conductas de control de peso (dentro del Proyecto EAT), advierten de que «las adolescentes que se involucran en conductas de control de peso no saludables están en mayor riesgo de insuficiencia alimentaria». Los analistas pudieron comprobar cómo las chicas que siguen conductas insanas tenían ingestas mucho más bajas de frutas, verduras y cereales, que se reflejaba en aportes deficientes de nutrientes esenciales (calcio, hierro, zinc, vitaminas A, C, B6 y folatos).
El uso de dietas y la práctica de comportamientos insanos para controlar el peso es común entre adolescentes, y cada vez más entre niños de menor edad. Este hecho puede contradecir la circunstancia de que, dentro de este colectivo, también se constate un aumento de peso a través de la adopción de hábitos poco sanos como el trastorno por atracón, el ayuno, o una ingesta desequilibrada en el desayuno y unos menores niveles de actividad física. Dentro del proyecto EAT, los resultados de una encuesta reciente son preocupantes:
- Casi un tercio de los varones y el 46% de las niñas siguieron algún tipo de dieta en el último año.
- Un porcentaje menor, pero llamativo, de los estudiantes (el 4% de los varones y el 7% de las mujeres) informaron sobre el uso de conductas de control de peso extremas, tales como la toma de laxantes o diuréticos, vómitos después de las comidas o periodos de ayuno.
En paralelo, algunas conductas de control de peso llevadas a cabo por adolescentes también son positivas y saludables, y cabe reseñarlo. Así, el Proyecto EAT recoge que el 54% de los varones y el 58% de las mujeres utilizan con regularidad estrategias sanas para mantenerse en un peso saludable, como comer menos alimentos ricos en grasa y menos dulces, o tomar más frutas y verduras.
Detectar conductas problemáticas con la alimentación
En su libro ‘Estoy tan gorda’, la doctora Neumark-Sztainer propone un cuestionario muy útil para evaluar, a través de 30 preguntas, «hasta qué punto son graves los problemas con la comida, el peso y la actividad física de su hijo o su hija». Las preguntas marcadas con A se refieren a conductas alarmantes, las marcadas con P denotan un comportamiento preocupante y las marcadas con S, una conducta saludable. El cuestionario completo se compone de diez preguntas de cada grupo; un resultado óptimo consistiría en no haber respondido de manera afirmativa a ninguna de las dos primeras categorías (A y P) y haber contestado Sí a todas las de la última categoría (S). A continuación se recoge un extracto del cuestionario:
La doctora Dianne Neumark-Sztainer, investigadora principal del estudio y profesora de la Universidad de Minnesota, ha materializado los conocimientos y experiencias aprendidas en todos sus años de investigación con jóvenes en diversos libros de interés sobre este tema, como la Guía práctica ‘Nutrición para adolescentes. Cómo prevenir la obesidad y los trastornos alimentarios en los adolescentes’.