La granadilla, al igual que la fruta de la pasión o maracuyá, pertenece a la familia de las pasifloráceas. Esta fruta es originaria de Sudamérica, pero en la actualidad se cultiva en todos los países de clima tropical y subtropical, entre ellos, Hawai y Kenia. Se la puede adquirir durante todo el año, si bien su mejor época es en los meses de mayo a septiembre.
La forma de esta fruta es oval, con un extremo acabado en punta. Cada pieza tiene un peso aproximado de unos 40 g y una longitud de unos 11 centímetros. La piel, delgada y dura, no es comestible. Ésta presenta un color anaranjado o dorado o amarillo pardo con unas pequeñas pintas blancas. En su interior hay una especie de pulpa jugosa con vesículas grises, también comestibles, de una consistencia similar a la de una mermelada gelatinosa. Su sabor es el más dulce respecto de las frutas de su misma familia, como la fruta de la pasión amarilla y la fruta de la pasión morada.
Al igual que el resto de las frutas, sean o no exóticas, su componente mayoritario es el agua, por lo que resulta muy refrescante. Contiene una cantidad moderada de hidratos de carbono, pero apenas aporta proteínas y grasa, motivo por el que su aporte de calorías es más bien bajo. De sus vitaminas sobresalen la pro-vitamina A y la vitamina C, ambas de acción antioxidante. Y de sus minerales, destacan el potasio, el fósforo y el magnesio. Además contiene una cantidad elevada de fibra, que mejora el tránsito intestinal y que reduce el riesgo de muchas de las dolencias comunes en las sociedades de alto nivel de bienestar.
Cómo elegirla y conservarla
En la compra, se nota que está madura cuando su piel al tacto cede a una leve presión con el dedo y presenta un color anaranjado. Si no está del todo madura, la granadilla se debe dejar a temperatura ambiente, de modo que su sabor se suavice y dulcifique hasta llegar al punto de madurez. En su punto de sazón, conviene guardarla en la parte menos fría de la nevera. En refrigeración se mantiene en perfectas condiciones hasta una semana. Así mismo, es una fruta que admite la congelación, ya sea entera o extrayendo su pulpa, manteniéndose así en óptimas condiciones durante meses.
Cómo sacarle el mejor partido en casa
Para disfrutar al máximo de esta fruta conviene comerla al natural, sola o como acompañamiento de ensaladas de frutas o macedonias. Así mismo, con la granadilla se pueden elaborar numerosos zumos, a los que confiere su dulzor y su particular textura. Para comerla al natural, lo mejor es partirla por la mitad y extraer la pulpa con ayuda de una cucharilla, usando la cáscara como recipiente.
Si se prefiere preparar con ella un zumo o batido, para que quede más fino se puede filtrar la pulpa para eliminar las vesículas que contiene, con la ayuda de un colador, y después batir todos los ingredientes con una batidora.