Los días festivos de diciembre se acumulan en el calendario, pero también lo harán en nuestro organismo, si no se presta atención a la ingesta de alimentos y menús atractivos. Desde el 6 de diciembre hasta el 6 de enero vivimos un festival de regalos, de luces y música tradicional, de celebraciones familiares, de mágicos momentos en los que nos deseamos amor y paz… Pero lo hacemos aumentando el sedentarismo y el consumo por encima de lo recomendable de alimentos de todas las categorías conocidas: locales y exóticos, de mar y de tierra, con calorías dulces y saladas, líquidas y sólidas, saludables y menos saludables. Por todas estas razones, a continuación se proponen cinco ideas para salpicar con originalidad y salud las fiestas navideñas.
Con la aplicación de las siguientes ideas nuestra mente y nuestro cuerpo pueden transitar hacia un venturoso 2017 sin tener que escribir el día 31 en el diario: «Cuando comience el nuevo año, comeré mejor, haré más ejercicio y abandonaré los malos hábitos». ¡Comencemos ya!, antes de las fiestas, rompiendo las convenciones y moldes preestablecidos -excepto los del horno-.
1. Ser creativo (y activo) con la decoración de la mesa
Decore con los hijos la mesa de cada celebración de manera un poco diferente, aunque ya esté todo el salón y la casa con el árbol y las tradicionales ornamentaciones navideñas. Un centro con piñas, bellotas, piedrecitas brillantes y ramitas, recogidas por la familia la misma mañana puede ser idóneo para alegrar la mesa, junto con algún otro elemento clásico manufacturado. Otro día se pueden poner nueces, almendras o avellanas, además de alguna fruta de colorido o forma especial.
Esta idea nos lleva a programar por cada celebración una excursión al bosque más cercano, para recoger elementos diversos. No vale dejar el coche justo al lado de un camino forestal y caminar 15 minutos, sino que se puede organizar una excursión familiar con niños que dure al menos dos o tres horas, consultando antes el parte metereológico, claro, pues no es cuestión de salir en el telediario.
Para complementar un ambiente agradable, además de la decoración, podríamos escoger con los niños una bonita selección musical, invitándoles a reconocer melodiosos valses, agradables piezas de piano o pequeños divertimentos barrocos. Strauss, Chopin, Mozart, Satie o Boccherini son nombres que pueden ser incorporados a la velada, con lo que tanto nuestros hijos como los invitados serán partícipes de un placer estético que redondee el gozo de estar reunidos en torno a una mesa en fechas tan señaladas.
2. Adelgazar un poco el menú
En vez de diseñar un menú con entrantes, primero, segundo y postre, se puede eliminar el segundo plato, que es el que por lo general más tiempo ocupa, el que más energía proporciona -en estas fechas vamos sobrados- y al que ya se llega ya sin demasiada hambre. Y en los entrantes se pueden ofrecer opciones vegetales bien presentadas, alternativas cómodas y económicas que ahorrarán tiempo y darán colorido especial a los menús navideños: hummus, crema de hongos casera, ensalada de canónigos, dátiles y naranja, espárragos verdes con gremolata de nueces, ventresca sobre pimientos asados, crema de brócoli y lentejas rojas, habitas tiernas en vinagreta, barquita de endivia con crema de aguacate… y así hasta el infinito.
3. Servir los platos con estilo
Queda elegante -y es más saludable- que de la cocina salgan los platos bien presentados y con la cantidad adecuada de alimento. Al dejar las fuentes y cacerolas para que los comensales puedan repetir se ocupa un espacio que puede obstaculizar la comunicación y afear la mesa -¡los hijos nos habían ayudado a decorarla!-. Asimismo, una vez que se hayan presentado los postres, turrones, polvorones y productos típicos de estas fiestas (no son obligatorios), acuérdese de retirarlos cuando se hayan servido los familiares o invitados. Hay sobremesas que pueden alargarse tres horas y el hecho de tenerlos al alcance en todo momento nos invita a consumir de manera inconsciente, aunque ya estemos saciados.
4. Ofrecer variedad saludable
En la variedad está el gusto. No hay por qué ofrecer en cada celebración los típicos dulces navideños. Quizás es la hora de presentar, en su lugar, un postre basado en frutas exóticas, ya que los mercados tienen en estas fechas una amplia y atractiva oferta: akebia, lichi, mangostán, pepino africano o milú -sí, como el perrito de Tintín-, pitaya o fruta del dragón, rambután, yaca, uchuva o aguaymanto, que puede servir para acabar de decorar el plato con las distintas frutas mencionadas. Y si se quieren ofrecer opciones menos «atrevidas» para los niños, están el mango, la chirimoya o la papaya que, aunque ya casi están incorporadas al consumo habitual debido a la globalización de los mercados, son frutas que bien cortadas y presentadas alegrarán la vista a todos los comensales.
5. Juegos de mesa para todos
En la sobremesa, en vez de mirar pantallas, es el momento de sacar esos juegos de mesa que apasionan a muchos niños cuando comprueban que los padres y familiares se divierten tanto o más que ellos, además de poder gozar de tener contrincantes (o aliados) no habituales: Intelect, Blokus, Risk, Cluedo, Colonos de Catán, Carcassonne, Monopoly… (es difícil encontrar a algún pequeño que no le guste «cobrar» a los que caen en las calles de su propiedad). Dependiendo de la edad, también se puede jugar al bingo, parchís, oca, juegos de cartas como las familias, UNO, juegos de parejas para ejercitar la memoria visual…
Para finalizar, es importante señalar que, aunque sean fechas significativas, si hay niños en casa, no debemos fumar ni beber alcohol, ya que estamos dando el mensaje de que no puede ser malo si lo hacemos «con moderación». Si el tabaco y el alcohol son tóxicos, son tóxicos siempre, y no hay otra manera de inculcarlo a nuestra infancia que dando ejemplo. Si tenemos el hábito de beber alcohol o de fumar, hagámoslo fuera de su vista. Los recientes y tristes casos de menores de 14 años con graves intoxicaciones alcohólicas, alguno con resultado mortal, nos deben hacer reflexionar profundamente al respecto.