Durante los últimos meses se ha generado un clima de desinformación acerca de la dieta vegetariana y vegana, en especial en el caso de los bebés y durante la infancia. A la incomprensión general ya existente, se ha sumado el caso de Chiara, una niña italiana que fue hospitalizada en estado grave por deficiencia de vitamina B12. Al igual que sus padres, Chiara seguía una dieta vegana, pero su dieta no había sido diseñada por un dietista-nutricionista ni estaba suplementada. El caso desató una gran polémica y desencadenó la propuesta de una parlamentaria de Italia para sancionar a las familias que apliquen esta dieta con sus hijos. ¿Tiene sentido todo esto? A continuación se aborda esta cuestión.
En primer lugar se debe aclarar que una dieta vegetariana o vegana bien diseñada es perfectamente saludable. No es una opinión, sino de una realidad dietética que hace que hoy en día los niños puedan llevar una alimentación vegetariana vegana completa y sin riesgos. Ya se trató con anterioridad este asunto en el artículo ‘Los supuestos peligros de la dieta vegetariana‘. Y se hace hincapié en la palabra «supuestos», dado que estos peligros están mal fundamentados. No son riesgos reales, sino mitos muy asentados sobre la dieta vegetariana.
El caso de Chiara: ¿por qué ha habido tanto revuelo en redes sociales?
El revuelo que generó este asunto en plataformas como Twitter o Facebook está directamente ligado a la desinformación y la falta de matizaciones. Es probable que ambas cosas obedezcan a la incomprensión de las motivaciones y consecuencias de una dieta vegetariana y vegana.
En el caso de Chiara, la niña italiana hospitalizada, algunos titulares atribuían su mal estado de salud a que seguía una dieta vegana cuando, en realidad, el motivo era que su familia no aplicaba en su alimentación las pautas recomendadas de alimentación saludable para niños veganos y la suplementación correspondiente de vitamina B12.
El matiz es de enorme importancia. Esta niña no fue ingresada a los dos años de edad «por llevar una dieta vegana», sino por no suplementarse la vitamina B12, pauta clave en el seguimiento de este tipo de alimentación. Algunos medios, lejos de todo ejercicio de prudencia y ética periodística, no quisieron dejar la historia en un caso de mala praxis familiar. En su lugar, cuestionaron la dieta vegana y vegetariana, plateándose de nuevo si es del todo saludable o si, por el contrario, es un patrón de alimentación peligroso.
¿Es responsable llevar una dieta vegana en la niñez?
El testigo fue recogido por la diputada italiana Elvira Savino, quien propuso procesar judicialmente a las familias que impusieran dietas veganas a sus hijos. Su idea ignora que la dieta vegana es por completo saludable si está bien diseñada y, por esa razón, ha sido criticada por organizaciones científicas y dietéticas de diferentes procedencias.
La postura de esta parlamentaria es difícil de mantener de manera científica, sobre todo cuando el vegetarianismo y el veganismo bien llevados suponen a largo plazo una menor mortalidad y menor incidencia de enfermedades crónicas que la dieta occidental. Estas dietas, por tanto, conllevan un menor «gasto» y «carga» al sistema sanitario. A la luz de estas evidencias, la propuesta de Elvira Salvino resulta algo incoherente en un contexto en el que la mitad de la población sufre alguna patología derivada de una mala alimentación.
Los niños pueden llevar una dieta vegana y vegetariana de manera saludable. De hecho, hay millones de ellos siguiéndola en todo el mundo. Si se tratase de una práctica peligrosa habría una alerta sanitaria, en lugar de casos aislados que la mala prensa airea con prisa y a golpe de titular. El verdadero peligro de la dieta vegetariana es la falta de información fiable, tanto para quienes deciden seguirla como para el resto de la población, que emite juicios de valor con poco rigor científico.
La «imposición» del veganismo
Al hilo de lo anterior, no habría que obviar tampoco los continuos ataques a los que se exponen las familias vegetarianas y veganas cuando deciden que en su casa sus hijos lleven esa dieta. En estos casos, quienes están en desacuerdo hablan muchas veces de «imponer». Pero, en realidad, ¿qué alimento no se impone a un hijo? Después de los seis primeros meses empieza la alimentación complementaria. La alimentación que cada familia decide darle a sus pequeños es una decisión que se toma por ellos.
Vemos en nuestra sociedad cómo madres y padres «imponen» a sus hijos bollería, galletas, refrescos, snacks, dulces, embutidos… productos que está demostrado que causan enfermedades y condiciones poco saludables. ¿Por qué, entonces, se ve como irresponsable decidir que un niño sea vegano cuando puede ser completamente saludable? Quizás falte todavía comprender que hay muchos prejuicios hacia ciertas opciones dietéticas, además de que la alimentación «convencional» y socialmente aceptada no siempre es tan saludable como cotidiana.