Nutri-Score es el nuevo logotipo que irá en la parte frontal de los envases y que clasifica a los alimentos con más de un ingrediente según un código cromático que va del verde oscuro (los más saludables) al naranja oscuro (los de menor calidad nutricional), pasando por el verde claro, el amarillo y el naranja claro. Además, para facilitar la comprensión, estos irán asociados a cinco letras (A, B, C, D y E). Dos expertas explican cuál es la principal ventaja de Nutri-Score, lo que le diferencia de otros etiquetados y cómo ayudará al consumidor en sus compras. Pero, además, señalan lo que consideran que le falta.
1. ¿Cuál es la principal ventaja de Nutri-Score?
«El nuevo etiquetado de los cinco colores permite de forma sencilla y visual comparar la composición nutricional de diferentes alimentos», dice Alba Santaliestra, presidenta Comité Científico de la Academia Española de Nutrición y Dietética. Además, sigue la experta, «utiliza cinco letras, de la A a la E, siendo la primera de color verde oscuro, y con una modificación de colores hasta el color naranja oscuro/rojo indicativo de la letra E».
Pero, señala, es esencial tener en cuenta que se debe emplear solo para alimentos procesados, no para alimentos frescos, y siempre para comparar alimentos dentro de la misma categoría. Por ejemplo, sirve para comparar dos yogures o dos jamones cocidos de diferentes marcas. Y permite, comenta la dietista-nutricionista, que el consumidor pueda ver de manera sencilla cuál es el que tiene una mayor puntuación: cuando más próximo esté al color verde (letras A y B), mejor composición nutricional tendrá respecto a su homólogo.
Para Andrea Calderón, dietista-nutricionista de la Sociedad Española de Dietética y Ciencias de la Alimentación (Sedca), el nuevo etiquetado de los alimentos tiene algunas ventajas reconocidas que pueden ayudar al consumidor en la elección de algunos productos o a saber más sobre su composición nutricional con rapidez.
«Podemos encontrar información veraz y contrastada de forma rápida y fácil de detectar en la cara frontal del producto», señala. A partir de ahora, apunta, tendremos a la vista una escala de colores que clasifica los productos en función de múltiples factores como: calorías, azúcares simples, ácidos grasos saturados y sodio, etc. por 100 gramos de producto. Y al emplear una ración estándar para todos, nos facilitará una comparación realista.
2. ¿Cuál es la principal diferencia que introduce respecto a otros etiquetados?
El etiquetado actual permite conocer la composición nutricional por 100 gramos de alimento en relación al contenido de macronutrientes (hidratos de carbono, grasas y proteínas), dice Santaliestra, «así como de vitaminas, minerales y fibra, y el valor que representa en relación a las recomendaciones».
En ocasiones, se incluye el contenido nutricional por porción o ración de consumo del alimento en cuestión, pero no es obligatorio. Por eso, Nutri-Score aplica un algoritmo y obtiene una puntuación final que, sigue, ayudará a optimizar y mejorar las decisiones en los consumidores, en especial de aquellos preocupados por su salud.
3. ¿Cómo puede resultar útil para el consumidor?
Santaliestra señala que existen diversos estudios (sobre todo en la población francesa, que es donde se comenzó a implantar este índice) en los que se pone de manifiesto que el uso de Nutri-Score permite realizar compras más saludables, es decir, tener una cesta de la compra más verde y con mejor composición nutricional. «No obstante, no debemos olvidar que siempre se debe priorizar el consumo de alimentos frescos y no procesados, como las frutas, verduras y hortalizas, legumbres y cereales de grano entero«, advierte.
Mientras, la dietista-nutricionista de Sedca ve otros beneficios. «Favorecerá que la industria se preocupe de mejorar la calidad de sus alimentos para reformularlos», asegura, y así subir de categoría para que en la comparativa su producto no quede por debajo de los demás.
4. Aspectos que las expertas echan de menos
Santaliestra considera que «el etiquetado Nutri-Score permite obtener una buena información para que el consumidor se empodere» en la elección de sus alimentos en la cesta de la compra. Pero «para que fuera ideal», cree que se debería completar atendiendo a factores adicionales, como la biodisponibilidad de un nutriente, la digestibilidad -sobre todo, en caso de las proteínas- e, incluso, (dado la creciente preocupación del consumidor) podría incorporar información relacionada con criterios de proximidad de la producción o criterios de una producción sostenible que tenga un menor impacto ambiental.
Por su parte, Calderón teme que los consumidores no suficientemente informados puedan confundirse: «Si no tenemos una formación mínima en el área, es posible que no sepamos qué productos pueden compararse entre sí y cuáles no«. Y es que este logotipo puede hacer que alguien crea que alimentos como el queso, que son saludables, no lo son, y los descarte de su alimentación. De igual forma, explica, puede suceder que creamos que algún producto es saludable por tener una categoría mejor y no serlo en realidad. Por ejemplo, unas galletas que sustituyan azúcar por edulcorantes ya se consideran «bajas en azúcar y más bajas en calorías, pero quizá son ricas en harina refinada y su grasa no es de la mejor calidad». Al compararlas con otras, dice la experta, obtendrán una categoría mejor, y podemos pensar que es una buena opción para desayunar todos los días y desplazar alimentos de interés no clasificados como fruta, frutos secos crudos o tostados o semillas.