En los últimos años se ha disparado el interés del consumidor por la información nutricional y por los parámetros alimentarios que tienen que ver con la salud. El sistema de etiquetado frontal Nutri-Score se impone a los demás gracias al rigor y al respaldo de la comunidad científica. Una gran encuesta, realizada por la Confederación Española de Cooperativas de Consumidores y Usuarios (Hispacoop), ha sondeado la opinión de los españoles sobre él. En el siguiente artículo te contamos sus principales conclusiones.
“Etiquetado nutricional como herramienta de salud pública”. Ese es el lema de Nutri-Score, un sistema de etiquetado frontal que reclaman diferentes organizaciones y asociaciones de dietistas-nutricionistas para facilitar al consumidor las elecciones a la hora de hacer la compra. ¿Cómo? A través de una escala de colores y letras que permiten identificar a los compradores qué producto es más saludable respecto a otro.
El reciente informe de la Confederación Española de Cooperativas de Consumidores y Usuarios, ‘Estudio sobre el etiquetado nutricional frontal’, financiado por el Ministerio de Salud, ha analizado el grado de conocimiento de este tipo de etiquetado y cómo los ciudadanos lo asociamos en mayor o menor medida a una alimentación saludable. Tras entrevistar a más de 2.000 personas, el 36 % de ellas relacionaban Nutri-Score como un indicador del producto más saludable.
Nutri-Score: cómo se calcula
Este logotipo, ubicado en la parte frontal de los envases, posiciona a cada producto en una escala de cinco colores (niveles): del más favorable desde el plano nutricional (clasificado A-color verde) al menos favorable (clasificado E-color naranja oscuro). “La puntuación se calcula a través de un algoritmo basado en dos aspectos: el contenido en nutrientes y alimentos a favorecer (fibras, proteínas, frutas y verduras, leguminosas, frutos secos de cáscara y aceites de oliva, colza y nuez), por un lado, y el de las calorías y los nutrientes a limitar (ácidos grasos saturados, azucares y sal)”, explica Jordi Salas-Salvadó, director del Centro Catalán de la Nutrición del Instituto de Estudios Catalanes (CCNIEC) y perteneciente a la Sociedad Científica Española de Dietética y Nutrición (SEDYN).
Tal y como indican desde la SEDYN, el objetivo de este sistema de clasificación es el de, por un lado, informar al consumidor sobre la calidad nutricional global de los alimentos, permitiendo comparar productos y orientar las compras, y por otro, incitar a la industria a mejorar la calidad nutricional de los alimentos.
Esto opinan los consumidores
Según el estudio de Hispacoop, el 36 % de los encuestados había visto anteriormente la etiqueta de Nutri-Score. Un dato “muy bueno” a ojos de la diestista-nutricionista Macarena Illanas, en la medida en que “parece demostrar que es una herramienta más accesible a la hora de fijarse en el etiquetado”, señala. “El verde lo asociaremos con un producto bueno, y el naranja oscuro, con un producto malo”, añade Illanas. Además, tras una breve explicación sobre el esquema Nutri-Score, tal y como indica el informe, la interpretación de esta etiqueta nutricional frontal es acertada en el 84,6 % de los encuestados.
Gracias a esta asociación, el logotipo ayuda a hacer mejores elecciones entre productos procesados y contribuye en cierta medida a mejorar la calidad de la dieta. “Además de contar con el consenso y la evidencia científica que lo respaldan, es un modelo que se basa en el análisis de 100 g o 100 ml de alimento, permitiendo la comparación objetiva de los mismos”, apunta Illanas. De hecho, de los entrevistados, alrededor del 80 % aseguró que este esquema les permitiría comparar productos similares de marcas o productos diferentes, pero de la misma categoría.
Aprender a leer las etiquetas
Al consumidor le resulta más difícil identificar los productos más saludables que los productos más baratos, los ecológicos, los nacionales o los libres de alérgenos, indica el informe. De hecho, de los encuestados, el 76 % consideró que identificaba con más facilidad los productos que tenían mejor precio, mientras que solo el 44 % lo conseguía si estaba tratando de hacer lo mismo con los productos más saludables. “Hay que empezar a enseñar a la gente a leer el etiquetado”, reclama Macarena Illanas. “Actualmente, saber interpretarlo no es una tarea fácil para el consumidor. Nadie les ha enseñado dónde tienen que fijarse y qué deberían leer para saber lo que compran, si es saludable o no, y que decidan con libertad si comprarlo”.
Según recalca el estudio, cuando dos usuarios tenían que comparar el etiquetado nutricional de dos productos y saber cuál es el más saludable, los resultados indicaron que el logotipo Nutri-Score sí favorecía que el comprador detectase con mayor facilidad y en menor tiempo los productos más saludables. Si el 70 % lo hizo sin este logo, la cifra subía al 78 % cuando contaban con él. Y gracias a él, además, lo identificaban antes: de 49,38 segundos a 44,87.
La letra de los ingredientes, una de las partes clave del etiquetado para conocer el producto, es muy pequeña y a menudo está en sitios de peor accesibilidad del envase, en comparación con la marca, el reclamo comercial del producto y declaraciones como “alto en fibra” o “light”. “Estas se suelen ver en primer lugar y pueden llevar al consumidor a confusión, pensando que está comprando un alimento saludable cuando, en realidad, si miramos los ingredientes detenidamente, veríamos que no lo es”, señala Illanas.
¿Debería ser obligatorio?
Antes de Nutri-Score, algunos de los modelos propuestos por la industria se basaban en el análisis por ración o porción, “una medida poco objetiva y que puede inducir al consumidor a elegir alimentos poco saludables”, explica Jordi Salas-Salvadó. Desde la SEDYN reclaman que este etiquetado sea obligatorio en los productos. Hasta el momento, según él, la colocación del Nutri-Score depende de la voluntad de los fabricantes o distribuidores. En España hay empresas de alimentación o distribución que ya han comenzado a implantar Nutri-Score. “Por ejemplo, las cadenas de distribución Eroski y Caprabo y la empresa Danone, que está implantando este etiquetado en su porfolio de productos lácteos y de origen vegetal”, comenta.
“Los profesionales de la salud y las asociaciones de consumidores estamos convencidos de que Nutri-Score es hoy el etiquetado nutricional más adecuado para promover mejores decisiones de compra y luchar contra la obesidad y el incremento de las enfermedades no transmisibles”, señala Salas-Salvadó. Precisamente, una vez habían recibido la información con respecto al logotipo, el 75 % de las personas encuestadas para el estudio consideraron que el sistema de Nutri-Score sí les ayudaría a seguir una dieta más saludable. Y, además, el 79 % se posicionó a favor de una legislación que obligase a utilizar el sistema Nutri-Score en los productos.
Eso sí, este etiquetado no puede ser un sustituto de la educación nutricional. Según indica Macarena Illanas, sigue siendo importante enseñar a leer la etiqueta para conocer qué estamos comprando realmente: “Más allá de calorías o la cantidad de grasas, hay que aprender a discernir entre los ingredientes que constituyen el alimento y que son los que verdaderamente en conjunto nos dirá si el producto es saludable o no”.