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Llegas al supermercado, miras las estanterías y empiezan las dudas. ¿Qué alimento es más saludable? Conocer la calidad nutricional de los productos que incluimos en la cesta de la compra resulta, desde enero, más fácil gracias a Nutri-Score, que viene a completar la información ya disponible en los envases. Conviene, ahora, saber utilizarlo de forma adecuada para que las decisiones de compra sean lo más sanas posible. La doctora Pilar Galán es directora adjunta del Equipo de Investigación en Epidemiología Nutricional (EREN) que desarrolló este nuevo etiquetado nutricional. Con su ayuda, despejamos algunas dudas.
Sin alimentos prohibidos
Con Nutri-Score ningún alimento está vetado. «El consumidor puede escoger un producto calificado como D o E, cuya calidad nutricional no es la más saludable, u optar por un producto alternativo con mejor valoración, etiquetado con los colores correspondientes a las letras A, B o C (del verde al amarillo)», explica Pilar Galán.
Pero lo más importante es que tenga acceso a esta información de forma rápida y clara gracias a la presencia del logotipo en la cara anterior del paquete. «Si se opta por un producto con peor clasificación, conviene recordar que debe consumirse en cantidades más pequeñas y con menos frecuencia que las alternativas más saludables», analiza.
Una mayor transparencia
Gracias a este etiquetado, los consumidores podrán tomar conciencia de la calidad nutricional real de los alimentos
La importancia de este nuevo sistema para el consumidor reside en cómo puede afectar a sus decisiones de compra, de manera que, frente a múltiples opciones en apariencia similares, sea más sencillo elegir las más saludables.
«Con una sola ojeada, se puede diferenciar la calidad nutricional de una gama de productos equivalentes de marcas distintas o que, aún perteneciendo a categorías diferentes, se consumen en ocasiones similares», argumenta la experta. No se condena ningún alimento, pero aporta transparencia con un logo simple, intuitivo y de interpretación rápida.
¿Por qué es bueno?
El nuevo baremo basado en códigos cromáticos informa de la calidad nutricional de los alimentos tomando en consideración la presencia de componentes perjudiciales para la salud (azúcares, grasas saturadas, calorías o sal) y beneficiosos (frutas y verduras, legumbres, frutos secos de cáscara, fibras o proteínas, que indirectamente informan sobre la presencia de vitaminas y minerales).
«Se ha demostrado científicamente que estos elementos desempeñan un papel importante como factores de riesgo o de protección frente a afecciones crónicas como la diabetes, la obesidad, las enfermedades cardiovasculares o el cáncer», aclara Galán. Nutri-Score sintetiza todos estos elementos a través de un color combinado con una letra, para facilitar su legibilidad.
Tampoco te olvides de mirar los ingredientes
Por muy útil que sea, debemos recordar que este es un sistema voluntario al que las marcas pueden decidir adherirse o no, y que los envases siguen proporcionando la misma información nutricional que antes, por lo que conviene siempre recurrir a ella.
Teniendo en cuenta el principio de precaución, se pueden priorizar «aquellos alimentos con una lista más corta de aditivos escritos en su etiqueta y, si es posible, con ausencia de ellos, favoreciendo también los productos con un símbolo oficial Bio», afirma Galán. Y, por supuesto, tener presente que, por encima de cualquier sistema, los alimentos frescos como frutas y verduras deben ser mayoritarios en nuestra dieta.
Aunque sea saludable, usa la mesura
Los productos de color verde o amarillo (representados con las letras A, B y C) resultan alimentos con una mejor calidad nutricional dentro de esta categoría y hay que darles prioridad frente al resto. Pueden ser consumidos en más cantidad y con mayor frecuencia que aquellos con peor clasificación.
Sin embargo, tampoco significa que puedan ser consumidos sin límite: «¡Usemos siempre el sentido común! Los alimentos con una D o E no deben ser excluidos sistemáticamente de la cesta de la compra, pero su frecuencia de consumo ha de ser inferior y en porciones más pequeñas», advierte Galán.
Eventualmente, el objetivo final pasa por escoger una alternativa más saludable, pero no hace falta que toda la compra esté constituida solo por alimentos A y B. «De esta forma, podrán tomar conciencia de la calidad nutricional real de los alimentos y orientar su compra para disminuir el consumo de aquellos con peor perfil nutricional», concluye.
La frecuencia y el tamaño importan
Ciertos productos con materias grasas, como los quesos, reciben una mala clasificación para alertar al consumidor de la conveniencia de no ingerirlos con demasiada frecuencia o en porciones excesivamente grandes, pero no significa que haya que eliminarlos de nuestra dieta. «Con un etiquetado nutricional tan comprensible como el de Nutri-Score, el consumidor puede escoger los productos según sus hábitos, permitiéndole juzgar la frecuencia y el tamaño de las raciones«, cuenta Galán. Recuerda que este sistema no sirve para definir si un alimento dado es beneficioso o perjudicial para la salud, ya que esto dependerá de la cantidad y la frecuencia de consumo.
Recomedable, pero no obligatorio
A pesar de su efectividad, la implementación de Nutri-Score, como la de otros logotipos de información nutricional frontal, no puede ser una medida obligatoria aplicada por los gobiernos, debido a la legislación europea. Por eso, «el hecho de que determinados fabricantes y distribuidores coloquen Nutri-Score en sus alimentos es muestra de un compromiso de transparencia sobre la calidad nutricional de los productos que elaboran y venden. Cuando rechazan incorporarlo, alertan a los consumidores de que tienen cosas que esconder», puntualiza Galán.