La obesidad dispara el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares, problemas locomotores y diabetes tipo 2. También provoca dificultades respiratorias, un mayor riesgo de fracturas e hipertensión, resistencia a la insulina y marcadores tempranos de enfermedades cardiovasculares. Hoy, el 40 % de los pequeños de entre seis y nueve años tiene sobrepeso, su prevalencia aumenta con la edad y afecta sobre todo a los hogares con menos recursos. La “enfermedad de enfermedades”, como es conocida, favorece que estos niños padezcan dolencias de adultos.
La obesidad suma 30 años a la salud vascular
La obesidad infantil acarrea toda clase de secuelas, explican desde la Fundación Española del Corazón: “Además de suponer un problema de autoestima, aumentar la dificultad para realizar actividades físicas y fomentar la discriminación entre los demás niños, implica un importante riesgo para la salud”. Entre los últimos, facilita la aparición de enfermedades coronarias, diabetes, hipertensión arterial, infarto cerebral, apnea del sueño u osteoartritis. Todas ellas, tradicionalmente consideradas como enfermedades de adultos.
“La obesidad hace que los niños que la sufran sumen 30 años a su salud vascular”, apuntan desde esta fundación. Un enorme peso para el organismo que aumenta el riesgo de padecer problemas cardiovasculares e incrementar otros parámetros como la glucosa, el colesterol total y los triglicéridos.
“La alta prevalencia de la obesidad condiciona la aparición en niños de enfermedades como la diabetes, la hipertensión y otras patologías asociadas. Un niño que tiene obesidad tiene una enfermedad que puede avanzar a otras patologías y reducir su calidad de vida”, explica Nancy Babio, vicepresidenta de la Sociedad Española de Dietética y Nutrición.
Más actividad física y mejor oferta alimentaria
Tal es la magnitud del asunto que, tras presentar el informe ‘Riesgo cardiovascular desde la infancia‘, en 2019, la Sociedad Española de Cardiología (SEC) urgía a las instituciones a tomar medidas y proponía una serie de medidas de actuación dirigidas a los menores para mejorar la salud futura de la población española. En total, seis recomendaciones, relacionadas con el ejercicio físico y la alimentación, y un sello de calidad como reconocimiento a los centros escolares que fomenten la actividad física, la educación nutricional y apuesten por la calidad de sus menús escolares.
“Los expertos recomendamos incluir una hora diaria más de actividad física a la semana en Educación Infantil y Primaria, ya que no solo contribuye al desarrollo físico y mental del niño, sino que también fomenta la sociabilización de los pequeños”, explica Emilio Luengo, miembro de la Sociedad Española de Medicina del Deporte. “En general, los colegios son uno de los lugares clave para llevar a cabo las medidas de prevención por su capacidad para educar en una buena salud nutricional y que los niños a su vez lo transmitan a sus padres”, analiza Babio.
Además de las medidas físicas, la SEC recomienda mejorar la gestión y la calidad de la oferta alimentaria en la organización de los menús escolares. Además de evitar las máquinas dispensadoras de alimentos en los colegios e institutos.
Por último, propone la creación de un sello de calidad para los centros escolares que cumplan ciertas características relacionadas con la promoción de la actividad física, la educación nutricional y la calidad de la alimentación servida en el centro.