Este fruto es originario del oeste de Asia, de la zona caucásica, pero actualmente se cultiva en toda Europa. Llegó a España a través de Grecia e Italia, donde era una fruta muy estimada. En Grecia, los membrillos estaban consagrados a Afrodita, la diosa del amor. Este fruto era el símbolo del amor y fecundidad, y los recién casados debían comer uno antes de entrar en la habitación nupcial.
Disfrutar de su exquisito sabor
Se puede aprovechar una tarde de otoño para hornear membrillos y dejar que su aroma impregne el hogar. Para ello, se parten por la mitad, se vacían con cuidado, se rellena el hueco con azúcar y canela y se hornean. De esta forma, además del agradable aroma, se disfruta de un sabor exquisito. Para quienes prefieran la carne, se hierven los membrillos troceados, y una vez cocidos se hacen puré, se añade azúcar y la papilla se cuece en media hora. Posteriormente se coloca en recipientes o moldes adecuados.
Los membrillos muy maduros suelen presentar manchas que no tienen importancia si se los va a cocer inmediatamente, aunque se conservan bien en la nevera durante algunas semanas, envueltos individualmente. En caso de que el fruto esté verde, debe dejarse madurar a temperatura ambiente.
Un remedio efectivo contra la diarrea
Los membrillos no se suelen comer crudos debido a su sabor muy ácido. Además, la presencia de pectina (un tipo de fibra) en esta fruta los hace apropiados para la elaboración de mermeladas, jaleas o dulce de membrillo, sin necesidad de añadir otras sustancias espesantes para lograr una consistencia correcta. Por su contenido en taninos y pectinas, el consumo de membrillo produce efectos beneficiosos en caso de diarrea.