En otoño modifica la paleta de colores. Poco a poco, se apagan los tonos brillantes y variados del verano y aparecen nuevas tonalidades más cálidas e intensas: rojos, amarillos, ocres, naranjas… El cambio en el paisaje también se percibe en la mesa, sobre todo cuando se cocina con productos de temporada. En este artículo, y a través de cuatro alimentos muy ricos, saludables y con un toque dulzón, como las naranjas, los boniatos, las calabazas o las zanahorias, se proponen varias ideas para pintar de color anaranjado las recetas.
Boniatos
Los boniatos, como las patatas, son tubérculos, y su composición nutricional es muy similar. La principal diferencia -además de su color- está en su dulzor natural, que permite darle un punto de originalidad a recetas de siempre como la tortilla. El boniato se puede preparar de muchas maneras: como sopa cremosa, como puré (queda delicioso combinado con patata, zanahoria y un hilito de aceite de oliva), como dulce, al horno o a la plancha, aderezado con especias.
Calabazas
La calabaza de invierno resulta algo más dulce que la de verano, contiene un poco menos de agua y tiene la piel más gruesa, lo que favorece su conservación. Es buena fuente de fibra y rica en beta-carotenos y vitamina C. Hay muchos formas de preparar la calabaza: en sopa y en purés; quedan muy ricas cuando se combinan con legumbres o con arroz; y también se pueden hacer rellenas, utilizando la propia calabaza a modo de cuenco.
Zanahorias
La zanahoria es una raíz y, además, un excelente alimento desde el punto de vista nutricional, gracias a su contenido en vitaminas y minerales. El agua constituye su componente más abundante, seguido de los hidratos de carbono, que aportan energía. Además, contiene beta-carotenos y es fuente de vitamina E y de vitaminas del grupo B. Más allá de su perfil nutricional, la zanahoria resulta un alimento muy versátil que se puede disfrutar crudo o cocido, en ensaladas o en guisos, en purés, en caldos… ¡e incluso en postres!
Naranjas
Sí, es una fruta. Y sí, es rica en fibra y vitamina C, además de un espléndido alimento para comer tal cual, como postre. Se puede cortar en trocitos y presentarla como una brocheta, mezclarla con otras frutas y hacer una macedonia o servirla en rodajas con unas pocas semillas de amapola o de chía por encima, a modo de decoración. Pero, además, la naranja da mucho juego en la cocina: queda muy bien en ensaladas de hoja verde, combinada con cebolla, como contrapunto de platos salados y, también, como alimento aromático, ya que se puede emplear hasta su piel.