La pizza es uno de esos alimentos que gusta a casi todo el mundo. Posiblemente esto sucede porque reúne una serie de características que suelen resultar muy atractivas: tiene una mezcla de sabores muy particular (ácido, dulce, salado, umami), un aroma muy atractivo (pan tostado, orégano…) y una textura llena de matices (crujiente, elástica, esponjosa). Y todo ello con apenas tres ingredientes básicos: harina, tomate y queso. También son las materias primas protagonistas de las pizzas congeladas, pero hay más. A continuación te contamos lo que aportan.
Ahora bien, hay un poco de truco cuando se dice que “la pizza gusta mucho”, porque en realidad existen muchos tipos. Basta pensar, por ejemplo, en la cantidad de variedades que podemos conseguir con tan solo hacer cambios en los tres ingredientes básicos: la masa (crujiente, esponjosa, fina, gruesa…), el tomate (ácido, dulce, en puré, en salsa…) o el queso (variedad, grado de maduración…). Sin olvidar el resto de los ingredientes, entre los que podemos encontrar una diversidad casi infinita, desde los clásicos jamón cocido o atún, hasta opciones menos comunes, como espárragos, quinoa o la controvertida piña. Hay una pizza a gusto de cada persona.
Para elegir una pizza, lee la etiqueta
Los ingredientes de la pizza no solo determinan sus características organolépticas —sabor, aroma o textura—, sino que también influyen de forma decisiva sobre otros aspectos, como el precio o la composición nutricional. De hecho, existen enormes diferencias entre distintas marcas y variedades, así que es muy importante leer las etiquetas con detenimiento para hacer una buena elección. Eso sí, consultar las etiquetas no siempre es fácil, entre otras cosas porque requiere de tiempo y, a menudo, cuesta interpretarlas. Por no hablar de que, a veces, ni siquiera nos lo planteamos porque tenemos la sensación de que no es necesario.
Esto puede ocurrir precisamente con alimentos como las pizzas, porque, como muestran en la parte frontal de su envase una imagen del producto junto al nombre y dos o tres ingredientes “principales”, podemos llegar a pensar que esa información es suficiente para conocer sus características. Pero en realidad no es así.
¿En qué deberíamos fijarnos?
Lo primero que deberíamos consultar es la denominación del producto, que normalmente figura junto a la lista de ingredientes. Así podremos tener una idea aproximada de sus características. Se trata de un producto para el que no existen categorías comerciales ni definiciones legales, como sí ocurre en otros alimentos tales como el jamón cocido o el queso. En este producto hallaremos una breve descripción de sus características (por ejemplo, “pizza de masa fina cubierta con queso Edam, mozzarella, emmental y queso azul”), junto con una referencia al tipo de tratamiento al que ha sido sometido (en este caso, “producto ultracongelado”).
Pero sin duda, la parte más importante de la etiqueta es la lista de ingredientes, porque es la que de verdad nos informa de las características del producto. Ya sabemos que en ella se muestran los compuestos que forman parte del alimento y que se enumeran en orden decreciente, según su peso. Por eso no es de extrañar que el primer ingrediente que se muestra en todas las pizzas es la harina de trigo, ya que es el elemento mayoritario. Tampoco hay sorpresas con el tomate y el queso, que son los elementos que se muestran a continuación, ya que resultan también los más abundantes en casi todas las pizzas que hemos analizado en la Guía de Compra de noviembre.
Pizzas con más o menos tomate
Si en el envase se destaca algún ingrediente, ya sea con imágenes o con palabras, debe indicarse la proporción concreta en la que se encuentra. Por ejemplo, en las pizzas se indica la cantidad de tomate, porque ese ingrediente se menciona en la denominación de venta. De este modo, podemos saber que existen grandes diferencias entre los productos, ya que algunos tienen más del doble de tomate que otros.
Esto no es necesariamente un indicador de la calidad de la pizza, pero si la cantidad de tomate es muy elevada, puede ser una señal de que los ingredientes más valorados, es decir, los que dan nombre al producto, como el jamón o las verduras, están en baja proporción.
Los ingredientes «estrella»
De los ingredientes que se destacan en el envase –por ejemplo, en el nombre y en la imagen de la parte frontal–, también se indica la proporción en la que se encuentran, lo cual nos da una excelente pista para tener una idea de las características del producto. Un ejemplo: en las pizzas analizadas en la Guía, las cantidades oscilan entre el 36,7 % de los vegetales de Garden Gourmet Veggie Lovers y el 14 % del jamón cocido de Dr. Oetker Ristorante Prosciutto. En cualquier caso, casi todas cumplen con lo que prometen. Es decir, los ingredientes que se promocionan se encuentran en cantidades significativas y suelen ser los principales, tras la harina, el tomate y, en ocasiones, el queso.
¿El aceite de una pizza importa?
Imagen: Bruno Marques Designer
Además de los tres ingredientes básicos y los que dan nombre al producto, podemos encontrar otros que también se utilizan habitualmente en la elaboración de las pizzas, como el aceite, que se emplea sobre todo para conseguir que la masa no quede seca ni quebradiza. En los productos analizados, los aceites utilizados son de oliva, nabina, girasol y palma. Los más apreciados por sus características nutricionales son los dos primeros: el de oliva y el de nabina, que es como se conoce al aceite de colza. Podríamos considerar que el aceite de girasol tiene un efecto neutro sobre la salud, mientras que el aceite de palma resulta el menos apreciado.
En cualquier caso, debemos tener en cuenta varios matices. El primero es que habitualmente se utilizan varios tipos de aceite en el mismo producto. Y el segundo apunte, mucho más importante, es que a la hora de elegir este tipo de productos deberíamos centrar la atención en sus características generales y no tanto en detalles como el tipo de aceite, más aún cuando este se encuentra en una proporción bastante escasa.
Dicho de otro modo, desde el punto de vista nutricional, es preferible comprar una pizza en la que predominan los ingredientes saludables, aunque esté elaborada con aceite de girasol que otra con ingredientes insanos aunque lleve aceite de oliva virgen extra o de nabina.
¿Qué nutrientes tienen las pizzas?
Otra parte importante del etiquetado es la información nutricional. Es casi lo único que solemos leer, sobre todo, las calorías y las grasas, pero por sí sola no siempre resulta útil y puede dar lugar a malas interpretaciones.
- Un ejemplo: las pizzas Garden Gourmet Veggie Lovers y Buitoni American Style XtraCheese tienen aproximadamente la misma proporción de hidratos de carbono (en torno al 25 %), pero en el primer caso una buena parte procede de verduras y hortalizas, así que se trata de hidratos de carbono complejos, más recomendables. En el segundo caso provienen, en su mayoría, de la harina de trigo, compuesta básicamente por almidón, que metabolizamos rápidamente obteniendo hidratos de carbono simples, menos recomendables.
Es decir, para interpretar la información nutricional debemos complementarla con la lista de ingredientes. A grandes rasgos, las pizzas tienen una proporción significativa de hidratos de carbono, en torno al 26 % en los productos analizados. Esto no es de extrañar, teniendo en cuenta que los ingredientes principales son la harina y el tomate. En la mayoría encontramos una cantidad de grasas notable, en torno al 7 %, aunque existen diferencias entre las que tienen mucho queso y las que no. El resto de los ingredientes principales son los que marcan las diferencias entre los nutrientes, como la fibra, más abundante en las pizzas elaboradas con verduras, o las proteínas, cuya proporción es mayor en pizzas con ingredientes proteicos.
¿Pizza? ¡Ojo con la sal!
Si tenemos la intención de comprar pizza, debemos poner especial atención en la cantidad de sal. Aquí también hallamos notables diferencias, que van desde el 0,6 % de Garden Gourmet Veggie Lovers al 1,4 % de Buitoni American Style XtraCheese. En la mayoría, la cantidad de sal ronda el 1,2 %, lo que es un valor bastante elevado, ya que se considera que un alimento tiene mucha sal a partir de un 1,25 %.
El contenido de sal es, precisamente, uno de los elementos que más influye en este caso al puntuar el producto mediante el sistema Nutri-Score, sin olvidar otros que también tienen mucho peso, como la cantidad de grasa y el aporte calórico.