En la mujer embarazada se producen muchos cambios en su organismo y ello provoca una mayor demanda nutricional, tanto de calorías, como de proteínas, grasas, hidratos, minerales y vitaminas. Esto hace que el cuerpo tenga que sintetizar, a su vez, más sustancias para digerir y asimilar esa mayor ingesta. Es por ello que la producción de algunas sustancias pueden llegar a triplicarse, como es el caso de la insulina, la hormona que regula los niveles de glucosa en sangre. En el caso de que el organismo de la mujer embarazada no consiga mantener estables los niveles de glucosa en sangre se desencadenará una diabetes. Esta diabetes se conoce como diabetes gestacional porque antes del embarazo no existía.
Causas más frecuentes de la diabetes gestacional
La diabetes gestacional se produce cuando la glucemia de la madre no está controlada y se puede presentar por dos motivos, principalmente: por deficiente producción de insulina o por disfunción de la insulina, es decir, que la insulina producida no funcione correctamente.
Los principales factores de riesgo para que aparezca diabetes gestacional, aunque no ocurre en todos los casos, son: tener más de 35 años, obesidad previa al embarazo o durante la gestación, antecedentes familiares o propios de diabetes o diabetes gestacional en anteriores embarazos, etc.
La diabetes gestacional es una de las complicaciones sanitarias de mayor incidencia en las mujeres embarazadas españolas, ya que entre el 4 y el 7% las embarazadas la han sufrido. Por ello, es importante vigilar el peso con una dieta saludable y llevar unos correctos hábitos de vida -ejercicio físico, descanso, alimentación, evitar sustancias tóxicas como el alcohol, el tabaco, etc.-. Estas recomendacioones deben cuidarse más si se está embarazada o se pretende estarlo.
El diagnóstico clínico
Esta enfermedad no produce síntomas así que para su diagnóstico se hace necesario realizar diversas pruebas: – La prueba de la glucosa se lleva a cabo entre las semanas 24 y 28 del embarazo, hacia el sexto mes de gestación, y consiste en la ingesta de glucosa en forma de solución oral. Una hora después, se realizan extracciones de sangre para comprobar los niveles de azúcar. – En el caso de que esta prueba haya resultando positiva, se realizará la curva de la glucemia, que consiste en ingerir glucosa y ver su evolución en el organismo extrayendo sucesivas muestras de sangre.
El tratamiento dietético
Por lo general, el tratamiento consiste en una dieta individualizada controlada en calorías y en hidratos de carbono a lo largo del día para evitar picos en la glucemia -subidas y bajadas bruscas en los niveles de glucosa en sangre-. Sólo en algunos casos se requiere la inyección de insulina. Llevar una dieta variada y equilibrada, rica en fibra, excluyendo los azúcares simples -azúcar, miel, mermelada, chocolate, bollería y similares-, respetar las 4 o 5 tomas y mantenerse activa, son pautas básicas e imprescindibles para el control de la enfermedad.
El ejercicio físico tiene un papel fundamental en la prevención y tratamiento de la diabetes, ya que mejora el aprovechamiento de los azúcares. En el caso de la diabetes gestacional los más indicados son: nadar, caminar a paso ligero y montar en bicicleta.
La prevención, la mejor garantía de salud
Es importante ser disciplinada en el tratamiento de esta patología ya que un mal control de la enfermedad puede ocasionar complicaciones durante el parto y postparto para el bebé, y la madre tiene mayor probabilidad de desarrollar diabetes al cabo de los años, o en consecuentes embarazos. Por este motivo es esencial controlar la enfermedad y aunque la diabetes gestacional se suele curar una vez que se acaba el embarazo, es muy recomendable que la madre se repita las pruebas después del parto para comprobar que realmente se ha normalizado la glucemia. Además, hay que tener presente que si ya se ha padecido una diabetes gestacional, es bastante probable que durante el embarazo siguiente se vuelva a presentar, por lo que habría que extremar las medidas.
Un menú saludable
La alimentación que debe seguir una mujer embarazada con diabetes gestacional no requiere muchas limitaciones respecto a la que no tiene el trastorno. La clave es reducir los azúcares sencillos y repartir los alimentos hidrocarbonados -arroz, cereales y derivados como galletas, pan, pasta, cuscús…, legumbres, patatas y frutas- a lo largo de 4 o 5 comidas durante el día.
Escoger los alimentos con menos grasas, elaborarlos de manera sencilla, sin exceso de condimentos, y beber agua abundante, son consejos de dieta equilibrada que han de seguir todas las embarazadas, independientemente de su estado de salud.
Desayuno: Leche con malta y edulcorante sin calorías. Pan integral con aceite y jamón cocido. Zumo de naranja.
Almuerzo: Yogur. Pan de cereales y frutos secos.
Comida: Guisantes con patata, cebolla, zanahoria y espinacas. Trucha al horno con tomate. Pan integral (poco). Fruta o yogur.
Merienda: Infusión sin azúcar. Pan integral untado con queso.
Cena: Ensalada de tomate y cebolla. Tortilla de espinacas y champiñones. Pan integral. Fruta o yogur.