El pepino es uno de los alimentos más ligeros y refrescantes que existen: aporta apenas 12 calorías por cada 100 gramos y, en su mayoría, está compuesto por agua. De hecho, el agua es la gran riqueza de esta hortaliza. ¡Representa nada menos que el 97 % de su peso! En las siguientes líneas conocemos más sobre este fruto: otras bondades nutricionales, cómo degustarlo y de qué forma evitar las molestias digesivas que puede causar.
Gracias a la cantidad de agua que contiene, el pepino no solo tiene la capacidad de hidratarnos; también es diurético y resulta muy refrescante en los días de calor. Pero también contiene nutrientes importantes como la fibra, el potasio o el ácido fólico.
Además, da juego. Se puede comer solo, como picoteo saludable, en vinagreta (especialmente, los más pequeños) o emplearse como ingrediente de diversos platos, desde ensaladas y salsas frías (por ejemplo, la de yogur) hasta el clásico gazpacho.
Sin embargo, y a pesar de sus bondades, el pepino resulta indigesto para algunas personas. Esto se debe a la presencia de sustancias amargas en su piel, que pueden provocar la irritación de nuestra pared intestinal. La manera más sencilla de reducir esta desagradable sensación es pelarlo, aunque hay otrostrucos, como rallar su piel con un tenedor y esperar a que suelte sus jugos amargos antes de aclararlo y comerlo o, también, aliñarlo con limón y pimienta en lugar de vinagre y sal.
Más allá de la opción que elijamos para evitar el amargor, siempre es clave escoger ejemplares tiernos, en su punto de maduración. Para reconocerlos, debemos observar su aspecto. Su piel ha de ser de color verde oscuro, sin manchas ni defectos. Su tamaño, mediano (cuanto más grandes, más amargos suelen ser); y su consistencia, firme. Si al presionar en el extremo del tallo notamos que está blando al tacto, es preferible no llevarlo.