Los patrones de alimentación inadecuados influyen mucho sobre el riesgo de padecer enfermedades crónicas como la obesidad, la diabetes tipo 2 o algunos tipos de cáncer. Por desgracia, nuestra ingesta de alimentos insanos aumenta a mayor velocidad de lo que lo hace el consumo de alimentos saludables. Es preciso, por tanto, que cambiemos nuestros hábitos dietéticos. Pero esto no es tarea fácil. Por eso, es preciso reconocer en qué momentos somos más proclives a realizar modificaciones. El presente artículo explica por qué el verano puede ser uno de esos momentos y aborda cuestiones importantes a tener en cuenta para mejorar la dieta.
Verano, alimentación y salud
El verano permite que buena parte de la población dispongamos de más tiempo. Esto nos permitirá leer, ver películas o documentales, hablar con los seres queridos, pasear, hacer ejercicio y, por qué no, plantearnos cambios en nuestros hábitos dietéticos. Pero el primer paso para querer realizar un cambio es saber que dicho cambio está justificado. Esto nos lleva a la siguiente cuestión ¿Es tan importante la alimentación en nuestra salud?
Para responder a dicha pregunta, nada mejor que recurrir a un estudio llevado a cabo por los doctores Lukas Schwingshackl y Georg Hoffmann, de la Universidad de Viena (Austria). Estos investigadores han publicado en mayo de 2015 un impresionante estudio que ha valorado la relación existente entre la alimentación y el estado de salud de más de un millón de personas. El trabajo, recogido en la revista científica Journal of the Academy of Nutrition and Dietetics, concluye que una mayor calidad dietética comporta un menor riesgo, significativo, de morir de forma prematura. También se reduce el riesgo de padecer cáncer, diabetes tipo 2 o enfermedades cardiovasculares (las posibilidades de sufrir estas tres dolencias disminuye entre un 15% y un 22%).
Cambio de hábitos en verano: no basta con saber
Además de conocer la importancia de la alimentación en la salud, debemos valorar cuándo estamos física y psicológicamente más preparados para cambiar nuestros hábitos dietéticos. Las circunstancias personales son determinantes a la hora de plantearnos cambios o mejoras en nuestros hábitos, sean o no dietéticos.
Es decir, no es razonable pretender que la población varíe sus costumbres sin antes tener en cuenta su particular contexto físico, social, económico o laboral, tal y como se amplía en la guía ‘Cambio en el comportamiento: enfoques individuales’ publicada en enero de 2014 por la entidad National Institute for Health and Care Excellence (NICE) del Reino Unido.
Sea como fuere, lo cierto es que en muchas personas el verano puede ser un buen momento para revisar sus propias costumbres dietéticas y planificar cómo mejorarlas. El hecho de tener más tiempo en verano tanto para informarse, como para dialogar con familiares, amigos o profesionales sanitarios, hará que sea más fácil planificar un cambio de hábitos.
La planificación debe tener en cuenta que el enfoque debe mantenerse en el tiempo, y no durar solo unos meses. Así, si el nuevo patrón dietético no se amolda a las preferencias del individuo (o de la familia), difícilmente se mantendrá. Por ello, tiene sentido solicitar la ayuda de dietistas-nutricionistas, que personalizarán los consejos dietéticos no solo a las preferencias del paciente, sino también a aspectos como su tradición, su cultura, su economía e incluso su religión. La base de dicho patrón, en todo caso, debe estar protagonizada por los alimentos de origen vegetal poco procesados, tal y como se amplía en el artículo «Diez consejos para cuidar el corazón«.