Al cortar las cebollas se libera un aceite volátil, rico en compuestos
azufrados. Tal cual, este compuesto no es irritante, pero al ser volátil
y soluble en agua, llega a la lágrima de la conjuntiva del ojo y se descompone
produciendo azufre, que se transforma en ácido sulfuroso, responsable del
picor característico y, en consecuencia del lagrimeo.