Según datos del Ministerio de Sanidad, una hamburguesa gigante aporta unas 971 kilocalorías, casi el 40% de las necesidades calóricas diarias de un adolescente activo. Esta cifra prácticamente coincide con los valores energéticos que ofrecen las empresas de comida rápida sobre estos productos. Sin embargo, no nos podemos quedar solamente con este valor, ya que lo más habitual es consumir un menú completo que incluya refresco y patatas fritas.
La hamburguesa se vende a un precio muy asequible pero por un poco más de dinero se ofrece el menú completo, lo que incita a tomar todos estos productos. A esto hay que añadir que las posibilidades de combinar el menú son muy diversas y se pueden elegir otros productos como aros de cebolla, alitas de pollo o incluso helados de postre. Esto concluye con que la ingesta de una hamburguesa y sus acompañamientos termine representando más de la mitad de calorías (1.500 calorías) que un adolescente precisa en un día.
En definitiva, con una sola comida, que además suele ser a modo de merienda o tentempié, se han completado las necesidades diarias de calorías: nada de hidratos de carbono, proteínas, minerales y demás nutrientes, y se ha superado el índice recomendado de grasa.
¿Por qué los menús rápidos aportan tanta grasa?
La grasa además de ser un nutriente imprescindible aporta jugosidad a las comidas. De toda la grasa, la mayor parte es saturada e hidrogenada, y es esta última la que resulta más perjudicial para la salud, pero eso sí, es la responsable de que el plato sea aparentemente tan sabroso.Los ingredientes que con mayor frecuencia componen los menús de comida rápida y que indudablemente aumentan las grasas, los azúcares y las calorías del menú son:
– Carne: La carne de las hamburguesas puede que sea 100% de vacuno y se cocine a la parrilla, sin embargo, las hamburguesas comerciales añaden más cantidad de grasa al preparar la mezcla de la carne picada. Además está la posibilidad de incluir dentro de cada pan, dos o incluso tres hamburguesas que es lo que se conoce como dobles y triples, de manera que el contenido graso sigue aumentando.
– Salsas: A las tiras de lechuga y a las ruedas de pepinillo de las hamburguesas les suelen acompañar salsas, unas más grasas como la mayonesa y la mostaza, y otras más dulces como la barbacoa. Todas ellas con un importante índice calórico.
– Queso: Las lonchas de queso que se incluyen en las hamburguesas son por lo general quesos extragrasos que aumentan todavía más el contenido calórico.
– Pan: El pan de hamburguesa donde habitualmente se presentan estos alimentos también tiene un contenido en grasa más elevado respecto al pan normal, con el fin de que resulte más esponjoso.
– Patatas fritas: La opción de patatas fritas es la más habitual que acompaña a la hamburguesa y hay paquetes de diferentes tamaños desde el más pequeño (75 gramos) hasta el gigante (165 gramos). La porción más grande aporta nada más y nada menos que alrededor de 450 calorías y más de 20 g de grasa.
– Refrescos: Los refrescos son una de las bebidas más frecuentes para este tipo de comida y aunque no aportan nada de grasa, todas sus calorías son en forma de azúcares simples. Para no sumar calorías es recomendable elegir la versión light y más saludable, sustituirlas por agua. Por ejemplo, una lata de refresco (330 ml) aporta 120 calorías, frente a las casi cero calorías de su versión light.
Una opción, pero solo ocasional
No hay duda de que el contenido nutricional de estos menús se muestra muy lejano de lo que se considera equilibrado y saludable. No obstante, si estos productos se consumen de forma ocasional -1 ó 2 veces al mes- no altera necesariamente el patrón alimentario, siempre y cuando éste sea equilibrado.
Educar a los jóvenes en alimentación
La clave para que los jóvenes decidan sobre su alimentación está en darles a conocer la realidad. Es cierto que los establecimientos de comida rápida son numerosos, que en ocasiones son lugares de ocio y encuentro, pero si a un chaval o a una chavala se les ofrece herramientas en materia de alimentación, serán ellos mismos quienes decidan qué productos van a incluir en su dieta y con qué asiduidad.Es importante que los jóvenes conozcan el contenido nutritivo de las comidas rápidas. Y que conozcan también las consecuencias que pueden tener para la salud si se consumen con mucha frecuencia. Los adolescentes quieren estar guapos, quieren estar sanos y quieren sentirse bien consigo mismos. Las prohibiciones no es lenguaje que mejor entienden, y en cambio, con una información respetuosa y real, es probable que ellos por sí solos moderen su consumo o incluso aprendan a combinar mejor sus menús cuando acuden a estos establecimientos. Así por ejemplo optarán por elegir raciones pequeñas, sustituir las patatas por ensalada y acompañarlas de refrescos light.
Si estas comidas se preparan en casa con ingredientes de buena calidad puede ser una alternativa saludable a la comida rápida. Se puede hacer en casa un menú de comida rápida, pero con ingredientes propios: usando carne picada de ternera o mixta, optando por queso no tan graso, eligiendo panecillos de pan blanco, friendo unas pocas patatas, y olvidando las salsa o usando la de tomate.