La desinformación y las falsas noticias sobre alimentación afectan a la salud de los adultos y, también, de los niños. Algunas ideas son nuevas y se nutren de la avalancha publicitaria dirigida al público infantil o la oferta permanente de productos enriquecidos que parecen saludables sin serlo. Otras creencias son más antiguas y están muy arraigadas en el imaginario popular. A continuación, recogemos cinco de ellas y las desmentimos con ayuda de varios expertos en alimentación.
❌ Jarabes para abrir el apetito en niños
En su libro ‘Se me hace bola’, el dietista-nutricionista Julio Basulto defiende que, como cualquier ser humano sano, los niños tienen un mecanismo autorregulador del apetito. Si no comen más es porque no lo necesitan. Buena prueba de ello es que cuando están pegando un estirón, comen más. Por eso, los jarabes que prometen abrir el apetito de los más pequeños son completamente innecesarios.
❌ Alimentos enriquecidos con vitamina D para mejorar las defensas y mejorar los huesos
Es uno de los reclamos más recurrentes de la industria en productos como leches o yogures. Desde el Grupo de Educación Sanitaria y Promoción de la Salud del PAPPS (Programa de Actividades Preventivas y Promoción de la Salud de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria) insisten en que no hay estudios rigurosos que lo avalen y sí muchos que refrendan que estos productos son innecesarios.
Para alcanzar los niveles de vitamina D recomendados al día, se aconseja seguir una dieta saludable con alimentos ricos en esta vitamina, por ejemplo, los pescados azules y grasos como el salmón, la caballa o el atún, y una exposición al sol sensata.
❌ Los zumos sustituyen a una pieza de fruta
No, un zumo no es igual que comer fruta. Cuando un niño o una niña toma una pieza entera adquiere la fibra y todos sus nutrientes. Con el zumo, los menores ingieren el azúcar libre en forma de fructosa. Un tipo de azúcar que, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), hay que limitar.
❌ La fruta por la tarde altera a los niños
La nutricionista Beatriz Robles, la farmacéutica Gemma del Caño y el dietista Pablo Ojeda desmontan en su ‘Guía sobre bulos en alimentación’ un mito que se remonta a los años setenta: el azúcar altera a los niños. Este bulo dio como consecuencia que desde algunas fuentes se pensara que las frutas a media tarde trastocan el comportamiento de los menores y los hacen más hiperactivos. Según estos expertos, “entre los efectos perjudiciales del consumo de fructosa como azúcar añadido no se encuentra la alteración del comportamiento infantil”.
❌ Los yogures diseñados para bebés son saludables
Desde hace algunos años las estanterías de los supermercados se han llenado de productos dirigidos a los más pequeños de la casa: mi primer yogur, mi primera galleta… Estos productos se revisten de mensajes para parecer saludables, pero en realidad esconden mucha cantidad de azúcar. Además, son innecesarios. Los lactantes de entre 6 y 12 meses no necesitan tomar yogures porque la leche materna cuenta con mejores nutrientes y con menos proteínas. Los menores de esas edades que toman leche de fórmula tampoco los necesitan: con la leche de continuación (tipo 2) ya toman demasiadas proteínas. A esas edades es más recomendable la leche artificial que un yogur de este tipo, que, además, lleva azúcar y nata.