Todos los veranos oímos discursos parecidos: hay que estar muy atentos a no deshidratarnos por las altas temperaturas. Dirán que, como mínimo, debemos beber dos litros de agua al día, pero esto no es exactamente así. En esta época, si hacemos deporte o transpiramos mucho por vivir en un ambiente cálido y húmedo, podemos beber alrededor de dos litros -o incluso más- si nuestra sed así nos lo indica. Las personas tenemos un mecanismo regulador de la cantidad de agua que necesitamos beber (o tomar en forma sólida al ingerir alimentos ricos en agua) que lleva milenios funcionando a las mil maravillas; lo podríamos denominar el «sedestato» perfecto, igual que hay termostatos que regulan la temperatura. Pero además de agua, hay otras fórmulas con las que mantenerse hidratado. A continuación proponemos algunas para disfrutar en una terraza veraniega o chiringuito playero y qué pedir de comida para acompañarlas.
Hay que beber en función de la sed. Los bebés que aún no han comenzado a comer sólidos (los que tienen menos de 6-7 meses) están bien hidratados porque se alimentan con leche materna o con leche de fórmula, y la proporción de agua es elevada y óptima en esas dos fuentes. En cuanto a los niños que ya saben expresar sus necesidades, los adolescentes y los adultos, no hay que empujarlos a beber tanta cantidad de agua como se cita en diversos medios. La deshidratación, si estamos sanos, es mucho menos frecuente de lo que pudiera parecer.
Ahora bien, cuando las personas están enfermas, cuando se trata de ancianos con disminución de sus capacidades mentales, de bebés que inician la alimentación complementaria y de niños pequeños, sí que puede ser útil ofrecerles agua sin que la pidan.
¿Qué beber en un chiringuito playero?
Una vez expuesto que beber mucho sin tener sed no es obligatorio ni aconsejable, podemos proponer algo de beber para pasar el rato en una ambientada terraza rodeados de amigos o familiares o en un animado chiringuito playero. ¿Qué opciones saludables es posible escoger para nosotros y para nuestros hijos, apartadas de las clásicas bebidas azucaradas o edulcoradas que muchos denominan de modo incorrecto «refrescos»?
- Un agua mineral presentada en un vaso atractivo con una hojita de menta y una rodajita de limón, con una pajita de color a juego.
- Un vaso de leche o un yogur natural bien frío.
- Un zumo de tomate o un gazpacho bien fresquito. Muchas familias se asombran cuando se dan cuenta de que son bebidas muy bien aceptadas por los niños, y mucho más saludables que las típicas bebidas azucaradas de lata.
- Una sopa fría, como un ajoblanco, típico de Andalucía, con agua, almendra, ajo, aceite de oliva y pan, que puede acompañarse con trocitos de uva o melón. En la misma línea está el salmorejo, una crema de tomate con pan, aceite de oliva y ajo.
- Una bebida vegetal de soja, avena o almendra que no lleve azúcar añadido (o que no supere la cantidad de 3-4 g de azúcar/100 ml). Aunque su consumo se ha generalizado, hay que saber que son agua con una cantidad ínfima de materia prima y no sustituyen nutricionalmente a la leche de vaca o de cabra. La más interesante sería, en todo caso, la de soja enriquecida con calcio. Es importante conocer, además, que los bebés y niños pequeños no deben tomar bebidas de arroz, según el Comité de Nutrición de la Sociedad Europea de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica, debido a sus niveles de arsénico.
- Un batido de leche, de bebida vegetal o de yogur con fruta triturada, de tal manera que no perdamos la fibra ni otros componentes valiosos de la fruta que están en las partes sólidas. Otra opción (menos aconsejable, ya que ni masticamos ni tenemos fibra ni fitonutrientes) es pedir zumo, jugo o licuados de fruta bien fríos.
- Sorbetes y granizados que no contengan azúcar o, si lo aportan, que sea en poca cantidad.
- Tampoco es descabellado tomar fruta cortada (se debe conservar la cadena de frío y el manipulador debe tener el correspondiente carné). En verano, la reina es la sandía y el rey es el melón, además de tener alternativas clásicas como el melocotón, las ciruelas, los albaricoques y las cerezas. ¿Por qué no pedir en una terraza o en un chiringuito un bol de fruta bien atractiva? Rompamos con costumbres insanas muy arraigadas y aprovechemos el momento para refrescarnos de verdad con alimentos saludables.
- Para los adultos, el té o el café con hielo, son opciones que hay que tener en cuenta.
Muchos bares, cafeterías y restaurantes se están apuntando, hoy en día, a ofrecer todo este tipo de propuestas saludables para un público que cada día es más exigente y quiere divertirse bebiendo algo en compañía sin que la salud se resienta.
Al respecto, un apunte esencial es recordar que las bebidas excitantes (mal llamadas «energéticas») no deberían estar al alcance de niños ni de menores de 18 años, al igual que sucede con las bebidas alcohólicas, porque el contenido elevado de cafeína que contienen (además de otros componentes añadidos y dosis estratosféricas de azúcar) produce alteraciones muy relevantes, como se explicó en este artículo.
¿Y para picar? ¿Con qué podríamos acompañar la bebida?
En vez de la bolsa habitual de patatas fritas, ganchitos o triángulos, podemos pedir como aperitivo sólido unas almendras, unas avellanas o unos pistachos, que a buen seguro nos darán más nutrientes saludables.
Otra opción estaría en unas aceitunas, de las que hay decenas de opciones en nuestro país: ajadas, manzanilla, negra de Aragón, aloreña, arbequina, cuquillo, gordal, hojiblanca, obregón, picual…
Podemos escoger una tapa de pimientos de padrón, tiras de pimiento rojo, espárragos o un platito con tomatitos cherrys de colores que atraerán a los niños. O también están los pinchos o banderillas de huevo duro con gambas y de pepinillos con atún o croquetas de calidad. Otra alternativa, algo más cara, sería decantarse por berberechos, mejillones, sardinas o calamares.
Además de tomar bebidas saludables en compañía de amigos y familiares queridos, en verano debemos protegernos del sol con un consejo tan elemental como cabal: estar bajo techo en casa, en la habitación más fresquita que tengamos y, si es preciso, con un buen ventilador o aire acondicionado; o en una biblioteca o museo; o bajo una buena y tupida sombra en el exterior, en las horas centrales del día.
Las cremas protectoras solares evitarán que la piel se queme, pero no impedirán que suframos un grave golpe de calor si nos exponemos al sol en esas horas; esto es, que ingresemos en un hospital con la piel intacta, pero con síntomas como fiebre alta de 40 ºC, cefalea, vómitos, taquicardia, confusión, agitación y desorientación. Los resultados pueden ser fatales, como ha sucedido en alguna ocasión con personas que han trabajado al exterior, a pleno sol durante varias horas, o en deportistas que han minusvalorado el riesgo de hacer ejercicio físico intenso y prolongado al sol.