Yogures y otras leches fermentadas, leche rica en calcio o con fructo-oligosacáridos? Todos ellos tienen una estrecha relación entre determinadas poblaciones microbianas de nuestro intestino, de efectos beneficiosos para la salud de nuestro organismo.
Este tipo de alimentos y productos alimenticios han alcanzado una gran popularidad por diversas razones; un mayor conocimiento por parte de los consumidores de la relación que existe entre alimentación y salud, la importancia de prevenir enfermedades, los riesgos del entorno en el que vivimos (contaminantes, pesticidas, microorganismos patógenos, etc.), la búsqueda generalizada de una vejez más saludable y, desde luego, una mayor evidencia científica de la eficacia de los mismos.
¿Como actúan sobre la flora intestinal?
Nuestro aparato digestivo está colonizado desde el nacimiento por una compleja y diversa colección de microorganismos. De entre las más de 400 especies descritas, unas 30 ó 40 representan el 99% de los mismos y forman lo que se ha dado en llamar la «flora microbiana». La flora microbiana normal es un delicado equilibrio que puede variar entre las distintas poblaciones e individuos, debido, entre otros factores, a las particularidades de cada persona y sus hábitos o costumbres alimentarias. Los microorganismos que constituyen la flora microbiana tienen una gran influencia en muchas características bioquímicas, fisiológicas e inmunológicas de nuestro organismo. Presentan, también, gran importancia médica dado que componentes de la flora normal pueden causar infecciones cuando se establecen en regiones distintas de la gastrointestinal (por ej. bacterias inofensivas para el intestino pueden originar cistitis cuando llegan a introducirse en el aparato urinario e incluso pueden seguir su invasión pasando por los uréteres y llegar hasta los riñones).
Entre los componentes beneficiosos más destacados de la microflora se encuentran las bacterias del ácido láctico. Ya en el año 1907, en el famoso postulado de Méchnikof -por el que éste recibió el Premio Nobel de Medicina al año siguiente-, a las bacterias lácticas se les supuso un papel importante para mantener el equilibrio microbiano necesario para la salud.
El beneficio lo producirían a través de múltiples mecanismos, entre los que cabe mencionar: su acción contra microorganismos dañinos, la ocupación física de la mucosa gastrointestinal donde se encuentran los puntos de unión que otras bacterias necesitan para producir enfermedad y la producción de compuestos beneficiosos.
Asimismo, las bacterias lácticas estimulan el sistema inmunológico o de defensas de nuestro cuerpo contra las infecciones, lo que contribuye a mantener o prolongar un buen estado de salud. De igual modo, estos microorganismos pueden participar en la destrucción de compuestos tóxicos y en la eliminación de sustancias potencialmente cancerígenas, etc.
¿Que son en realidad los alimentos probióticos y prebióticos?
En este contexto, los probióticos se definen como «aquellos microorganismos vivos que se ingieren como suplemento alimenticio y que tienen efectos positivos para los consumidores al actuar sobre la flora bacteriana del intestino». En la actualidad, además de lactobacilos, se utilizan distintas bífidobacterias y otros muchos tipos microbianos, principalmente en la elaboración de productos lácteos.
Junto al término probiótico, ha aparecido recientemente el término prebiótico que designa a «aquel ingrediente alimenticio no digerible, que tiene la propiedad potencial de mejorar la salud al promover el crecimiento selectivo de bacterias intestinales beneficiosas (bifidobacterias y lactobacilos)». Un ejemplo claro de alimento prebiótico es la leche enriquecida con fructo-oligosacáridos (FOS). Los FOS están presentes en muchos alimentos vegetales (puerro, cebolla, espárrago, ajo, alcachofas, tomates etc. No obstante, la ingesta estimada diariamente, a partir de alimentos es muy baja (806 miligramos al día), por ello, y considerando que son unos componentes saludables, se ha recomendado aumentar su consumo, siendo una de las formas de conseguirlo, introducirlos en los alimentos como ingredientes añadidos.