El nombre de los alimentos importa
El nombre de los alimentos importa mucho porque condiciona la percepción que tenemos de ellos e influye sobre el consumo y las ventas. Lo vimos hace unos años con la expresión «hamburguesa vegetal» y lo seguimos viendo, más recientemente, con algunos sucedáneos vegetales de pescado. El modo de llamar a estos productos es importante, por eso hay notable un tira y afloja, también entre el sector lácteo y los fabricantes de este tipo de productos.
En el caso de los «quesos vegetales», el punto álgido de la polémica se alcanzó en 2020 cuando el Parlamento Europeo debatió una enmienda de la legislación sobre estos aspectos. En ese momento ya estaba prohibido el término “queso vegetal”, pero desde entonces se prohibió, además, cualquier mención al queso y los productos lácteos. Así, no se pueden utilizar denominaciones como “producto vegetal imitación queso”, “sustituto vegetal del queso” o “producto de vegetales similar al cheddar”.
La decisión alivió a los productores de queso, que abogaban por la prohibición porque entendían que esas denominaciones pueden resultar engañosas para el consumidor, bien por la posibilidad de confundir unos productos con otros, o bien por pensar que tienen características parecidas (por ejemplo, en lo que respecta al aporte nutricional). También querían evitar que estos productos se apoyaran en la reputación del queso para promocionarse.
¿Son comparables al queso?
🧀 El queso se elabora generalmente a partir de tres o cuatro ingredientes básicos: leche, bacterias lácticas, cuajo y sal. Eso significa que sus nutrientes están constituidos por proteínas y grasas lácteas, además de contener otros compuestos en pequeñas cantidades, como los que se forman durante el proceso de fermentación.
🌱 En estos productos vegetales los ingredientes son muy diferentes: aceite de coco mezclado con agua y almidón, o bien, frutos secos triturados con los que se forma una masa que se somete a fermentación.
- En el primer caso, el producto está compuesto básicamente por grasas saturadas y almidón, así que nutricionalmente no tiene nada que ver con el queso (y son productos poco recomendables).
- Si atendemos al segundo caso, aunque la composición resulta más interesante –con proteínas, grasas e hidratos de carbono de mejor calidad–, tampoco es comparable con la del queso porque los nutrientes son completamente diferentes.
Es decir, son productos distintos que tienen aportes nutricionales distintos. Y lo mismo ocurre con el sabor, el aroma y el resto de las características organolépticas que, aunque puedan parecerse en cierto modo, no llegan a ser iguales.