El documental ‘El dilema de las redes sociales’ (Netflix) deja al descubierto la gran verdad de Internet: los algoritmos de Google no buscan la verdad. Se limitan a proporcionar la información más afín a cada usuario. Mediante un mecanismo de aprendizaje automatizado, el buscador detecta los gustos o ideología de la persona y prioriza aquellos resultados de su agrado. Si es negacionista, recibirá más resultados negacionistas. Si cree que hay que comer chuletón a diario, el predictivo le indicará la conveniencia de comer carne roja todos los días. Si es vegano, los resultados apostarán por la proteína vegetal. Google no conoce verdades o mentiras. Solo proporciona resultados. Pero las mentiras existen. Los bulos circulan por las redes con total impunidad y las medias verdades o inexactitudes confunden a la población, sobre todo a la más joven. Mira cómo poder sortearlos en Internet y las redes sociales.
Frente a los bulos en Internet, información contrastada
El pasado año, el Colegio Oficial de Médicos de Madrid (ICOMEM) creaba el Observatorio Digital para localizar y desmentir bulos aparecidos en prensa. “Contamos con la colaboración de la Agencia EFE y RTVE. Si detectan noticias de salud incorrectas o falsas, nos contactan. Nosotros las contrastamos, buscamos la información en instituciones oficiales y en literatura científica y, más tarde, les pedimos que desmientan si realmente hay pruebas de que lo dicho no es verdad. También aclaramos ciertas informaciones que, sin ser bulos, no se sabe su veracidad real porque no hay estudios suficientes en el momento actual”, declara Jaime Barrio, médico de familia y miembro del Observatorio Digital del Colegio Oficial de Médicos de Madrid.
Fuera de nuestras fronteras, Health On the Net es una organización sin ánimo de lucro que cuenta con el apoyo de diversas asociaciones médicas, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Comisión Europea (CE). Su objetivo es velar por el rigor en la información sanitaria. Su comité de médicos analiza la veracidad de las webs que así lo solicitan y, si logran ser validadas, pueden añadir la palabra HONcode en los términos de búsqueda SEO. Entre sus recomendaciones a los internautas está la de acudir siempre a fuentes oficiales y fiables, como hospitales, universidades y agencias gubernamentales. Otras formas de asegurarse informaciones veraces es buscar otros sellos de acreditación, como Web Médica Acreditada o Distintivo AppSaludable.
Mentiras a alta velocidad por las redes sociales
Mucha de la información sobre alimentación que reciben los menores llega a través de las redes sociales, como TikTok, Instagram o Twitch. Pese a que la edad mínima para abrir una cuenta en la mayoría de esas plataformas es de 13 años y algunas especifican que hasta los 18 deben hacer uso solo acompañados de un adulto, en realidad los menores navegan con bastante libertad por las redes. Y es uno de los escenarios en los que se concentran y divulgan más bulos.
Controlarlos es complicado por la ingente cantidad de información que fluye a diario. Limitarla es legalmente controvertido. El jurista experto en derecho digital, Borja Adsuara, explica que la Constitución española prohíbe expresamente la censura previa de contenidos (antes de publicarse) y su secuestro o supresión (una vez publicados) solo puede producirse por resolución judicial. “Sin embargo, existen en las redes sociales los ‘Términos de uso’ o ‘Normas de la comunidad’ que dejan en manos —no de expertos ni de jueces—, sino de empresas privadas como Twitter o Facebook, la posibilidad de cerrar una cuenta o borrar ciertos contenidos”, acentúa.
Los internautas, por su parte, no tienen la opción para denunciar una cuenta por difundir bulos. Los algoritmos de TikTok detectan y borran cuentas sin avisar si revelan palabras malsonantes o contenidos ofensivos. Los bulos, al no responder a un formato o palabra clave concreta, pasan por debajo del radar.
En busca de tuits serios en Twitter
Carlos Mateos, coordinador de #SaludsinBulos, una iniciativa que combate las mentiras sobre salud con profesionales sanitarios y el aval de 40 sociedades científicas, asume que “la nutrición es el campo de la salud que más bulos genera. Hay mucho interés en comer bien, pero también, mucho desconocimiento”. El Instituto #SaludsinBulos, la Asociación de Innovadores en eSalud (AIES) y Health 2.0 Basque firmaron hace un año un acuerdo de colaboración para fomentar información veraz de salud digital. Tanto desde las cuentas de Salud Sin Bulos como desde su propio perfil en Twitter (@carloscomsalud) se dedica a desmontar mentiras y aportar informaciones veraces acerca de salud y nutrición.
Por supuesto, no todo lo que fluye por las redes es bulo. Muchos profesionales del ámbito de la salud, la nutrición o la investigación divulgan a diario informaciones relevantes que combaten esas mentiras. Que sea un profesional de la salud, que avale sus ideas con estudios científicos independientes y que cuente con el respaldo mayoritario de otros colegas de profesión es un buen indicio para darle credibilidad. Si no goza de respaldo profesional, solo se preocupa por difundir sus propios mensajes o busca confrontar para aumentar su repercusión y seguidores, hay que desconfiar. “Hay que tener pensamiento crítico, pero no basado en desacreditar a otros profesionales o entidades”, agrega Carmen Pérez, presidenta de la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (SENC). Perfiles como la tecnóloga de los alimentos Beatriz Robles (@beatrizcalidad) o el tecnólogo Miguel A. Lurueña (@gominolasdpetro) son algunos de esos paladines contra los ciberbulos.
En esta línea, la iniciativa @PorcentajeJusto analiza en Twitter la proporción real de esos ingredientes que la industria publicita como el más destacado y que, en muchas ocasiones, no alcanzan ni un 1 %. “Hay una industria alimentaria que intenta ponerse lo más bonita posible para la foto, pero le pasa como en Instagram: abusa tanto de los filtros y se aleja tanto de la realidad que te está mostrando una cosa que no es”, insiste la periodista Laura Caorsi, autora del @PorcentajeJusto.